Biden merece ser responsabilizado de la debacle en Afganistán

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Un grupo de guerreros religiosos, montados en vehículos militares estadounidenses capturados, derrotan a unas fuerzas armadas entrenadas por Estados Unidos, que renuncian a gran parte de su poder sin luchar.

¿Suena familiar?

Eso es lo que sucedió en Iraq después de la retirada de las tropas estadounidenses del país a finales de 2011. En tres años, un ejército de combatientes de ISIS estaba a solo unos kilómetros de las puertas de Bagdad y había tomado muchas de las ciudades importantes de Iraq.

Fue el entonces vicepresidente Joe Biden quien negoció la retirada de Iraq de la administración de Obama.

En 2014, después de que ISIS comenzara la limpieza étnica en Iraq y asesinara a periodistas y trabajadores humanitarios estadounidenses, el entonces presidente Barack Obama revocó esa decisión y envió apoyo militar adicional, aumentando la presencia de soldados a 2.900.

Ahora Biden está presidiendo una debacle totalmente de su propia creación en Afganistán, una que se ha desarrollado más rápidamente que incluso los pronósticos más espantosos.

Desde que Biden anunció la retirada total de Estados Unidos en abril, los talibanes se han apoderado de más de un tercio de las 34 capitales provinciales de Afganistán y ahora controlan más de la mitad de los 400 distritos del país.

Los talibanes también han tomado el control de gran parte del norte de Afganistán, lejos de sus bastiones tradicionales en el sur y este del país, demostrando una estrategia militar bien pensada. De hecho, los talibanes controlan ahora las ciudades clave de Herat y Ghanzi, la última de las cuales está a menos de 160 kilómetros de Kabul y se encuentra en la carretera más importante del país: la carretera de Kabul a Kandahar.

El Departamento de Estado de Estados Unidos está instando a todos los ciudadanos estadounidenses a que abandonen el país «inmediatamente», y el Pentágono anunció que enviará 3.000 soldados adicionales para ayudar en las salidas y evacuaciones de los diplomáticos estadounidenses. Mientras tanto, el gobierno de Estados Unidos también está considerando trasladar su embajada al aeropuerto de Kabul. Aparentemente, la administración de Biden no quiere que se reproduzcan las imágenes icónicas de la apresurada evacuación de la embajada de Estados Unidos en Saigón en 1975.

Al igual que ISIS había hecho en Iraq, los talibanes también están atacando prisiones en Afganistán y liberando a combatientes que están uniéndose a la insurgencia. Sin embargo, el gobierno afgano ha dicho que la mayoría de estos reclusos son delincuentes, condenados por delitos que van desde el contrabando de drogas hasta el robo a mano armada.

La fantasía de ‘paz’ con los talibanes

Para el embajador Zalmay Khalilzad, el negociador clave de Estados Unidos con los talibanes, y académicos como el profesor Barnett Rubin de la Universidad de Nueva York, quienes promovieron la fantasía de que los talibanes buscarían un verdadero acuerdo de paz negociado con el gobierno afgano, una dura realidad se está asentando. Las posibilidades de un acuerdo de este tipo son casi nulas.

Khalilzad viajó a Doha esta semana, donde ha liderado negociaciones de «paz» con los talibanes durante los últimos tres años «para ayudar a formular una respuesta internacional conjunta al rápido deterioro de la situación en Afganistán».

Buena suerte con eso. Durante las últimas rondas de negociaciones que comenzaron bajo la administración de Trump, Khalilzad firmó acuerdos con los talibanes que establecían, a cambio de una retirada total de Estados Unidos, romperían con Al Qaeda y entablarían auténticas conversaciones de paz con el gobierno afgano. Los talibanes han incumplido esos acuerdos, según las Naciones Unidas y el gobierno afgano.

Mientras tanto, Khalilzad acordó presionar al gobierno afgano para que liberara a 5.000 prisioneros talibanes, varios de los cuales simplemente se reunieron con sus antiguos camaradas en el campo de batalla una vez que fueron liberados. Es difícil recordar un esfuerzo diplomático más fracasado y contraproducente. ¿Quizás el intento del primer ministro del Reino Unido Neville Chamberlain de llegar a un acuerdo de paz duradero con Adolf Hitler en 1938 en Munich en la cúspide de la Segunda Guerra Mundial?

Se suponía inicialmente que la fecha de retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán era el 11 de septiembre de 2021, pero la administración de Biden parece haberse dado cuenta de que retirar todas las tropas en el vigésimo aniversario del 11 de septiembre, que fue planeado por Al Qaeda en el Afganistán de los talibanes, no sería un triunfo de relaciones públicas, por lo que la nueva fecha para la finalización de la retirada de EE.UU. es el 31 de agosto.

No obstante, cuando el aniversario de los 20 años sea conmemorado en el World Trade Center y otros lugares de EE.UU., los talibanes seguramente estarán celebrando su gran victoria en Afganistán.

Según un informe de CNN, una evaluación de la inteligencia estadounidense estima que la capital afgana, Kabul, podría estar completamente rodeada por los talibanes el 11 de septiembre, y que podría caer poco después.

Una victoria yihadista global

Para el movimiento yihadista global, la victoria de los talibanes será tan significativa como lo fueron las victorias de ISIS en Iraq y Siria. Tal como lo hicieron después de esas victorias de ISIS, es probable que muchos miles de combatientes extranjeros lleguen a Afganistán para unirse a los «guerreros santos» victoriosos y recibir entrenamiento militar.

Allí se unirán a los 10.000 combatientes extranjeros que ya están basados en Afganistán de 20 grupos yihadistas extranjeros, incluidos Al Qaeda e ISIS, según el embajador de Afganistán ante la ONU, Ghulam M. Isacza.

¿Era necesaria la retirada estadounidense completa? Por supuesto que no. En Iraq, alrededor de 2.500 soldados estadounidenses permanecen en el país, el mismo número que había en Afganistán a principios de este año. En julio, Biden anunció un acuerdo con el gobierno iraquí que efectivamente re-etiquetó a las tropas estadounidenses en Iraq como personal de servicio «no combatiente», mientras las dejaba en su lugar. Biden podría haber adoptado un enfoque similar en Afganistán. No lo hizo.

No está claro por qué Biden eligió un camino en Iraq y otro en Afganistán. Pero lo que está claro es que ahora se está desarrollando una debacle predecible bajo la supervisión de Biden en Afganistán.

CNN |

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