La coordinadora residente y humanitaria de la ONU para el Líbano, Najat Rochdi, alerta de que el país ya está en el inicio de un «serio colapso» y su organismo se centra en «evitar el total desmoronamiento de los servicios básicos», si bien la única salida sostenible pasa por la implementación de reformas.
«No estoy hablando de un escenario teórico en el que quizás en unos meses si no se hace nada la situación va a colapsar. ¡No! Estamos hablando de un serio comienzo de un serio colapso y la gente está hoy pagando un precio muy alto», advierte Rochdi en una entrevista con Efe en Beirut.
En su oficina sin aire acondicionado en pleno agosto, afirma que «la única solución, la única forma de salvar el Líbano, de salvar a los libaneses y al país es con reformas».
El país lleva más de un año en manos de un Gobierno interino, debido a la falta de consenso político, lo cual imposibilita las necesarias reformas económicas y fiscales que la comunidad internacional exige al Líbano.
La crisis económica desatada a finales de 2019 se ha agravado fuertemente en los últimos meses dejando al 78 % de los libaneses en la pobreza -frente a un 55 % en 2020-, sufriendo además una importante escasez de medicinas, combustible o electricidad.
Si bien reconoce que la crisis económica se ha visto exacerbada por la pandemia y la explosión de hace un año en Beirut, atribuye la gravedad de la situación a «una serie de factores adicionales» como el colapso del sistema bancario o la pérdida de valor de la libra libanesa, de cerca de un 90 % en menos de dos años.
En consecuencia, el poder adquisitivo de la población se ha visto impactado «dramáticamente», con una inflación alimentaria del 400 % en 2020, mientras la crisis de combustible golpea al sector sanitario, con varios hospitales a punto de cerrar por falta de diésel para operar sus generadores eléctricos.
La también vicecoordinadora especial agrega que más de 4 millones de personas están en riesgo de quedarse sin agua, lo que podría provocar una «catástrofe» en momentos en que repunta el número de casos de coronavirus.
Asimismo, destaca la escasez de medicamentos, entre ellos los que tratan enfermedades crónicas, y recordó que si, por ejemplo, «un paciente con cáncer no puede acceder al tratamiento es una condena de muerte».
«Todo lo que estamos haciendo no solo en el sistema de Naciones Unidas sino también con nuestros socios, con las ONG, con los donantes y en coordinación con el Gobierno es evitar el colapso total y el desmoronamiento total de los servicios básicos», sentencia Rochdi.
UN PLAN MILLONARIO
En la última conferencia de donantes organizada junto a Francia a principios de mes, la ONU recaudó unos 370 millones de dólares para su Plan de Respuesta de Emergencia para el Líbano, que garantizará el acceso a agua, comida, sanidad y educación para 1,1 millones de libaneses y 210.000 trabajadores inmigrantes.
La coordinadora humanitaria reconoce que el plan no preveía la actual magnitud de la crisis de combustible, un bien casi inexistente desde que el Banco Central anunciara el pasado 11 de agosto que no podrá seguir subsidiando su importación.
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