Brasil marcha por la libertad con Bolsonaro, contra la «dictadura de la toga»

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Millones de brasileños marcharon este martes 07 de septiembre en las principales ciudades del país en una de las manifestaciones más multitudinarias de su historia.  El fin que persiguió la ciudadanía al tomar las calles justo en el aniversario de la independencia de esta nación sudamericana es respaldar al presidente Jair Bolsonaro y sus políticas de Gobierno. Asimismo, los manifestantes rechazaron el proceder de la Corte Suprema (el Supremo Tribunal Federal), que se ha caracterizado por perseguir al oficialismo.

«El poder emana del pueblo» es la consigna más destacada entre los manifestantes estuvieron en la avenida Paulista de Sao Paulo, uno de los puntos más álgidos, así como en la playa Copacabana de Río de Janeiro, por nombrar algunos. Envían un mensaje claro: ellos pusieron a Bolsonaro en el poder y ellos definirán si se quedan o no. Al menos 57 millones de brasileños lo eligieron y no permitirán (más) la persecución política.

«Brasil le dice no al comunismo», «Bolsonaro es el mejor presidente de la historia de Brasil», «dimisión de los ministros del Supremo Tribunal Federal», se destacan entre las consignas que reclaman los manifestantes en inglés, japonés y portugués.

Como era de esperarse, desde la izquierda política también aprovecharon la fiesta patria para manifestarse en contra del presidente brasileño. Sin embargo, el contraste ha sido evidente, tal como señala el diputado más votado de la historia, Eduardo Bolsonaro. Pide sacar sus propias conclusiones.

Mientras la izquierda viste de rojo, funcional al Partido de los Trabajadores y al socialismo internacional, los patriotas vistieron los colores de la bandera para defender a su presidente y a la institucionalidad, por el fin de la llamada «dictadura de la toga» como es conocido el Supremo Tribunal Federal, cuyos dictámenes han sido interpretados como atentados contra la Constitución, por encaminarse a la persecución de las figuras más destacadas en la defensa del Bolsonaro.

Ejemplo de ello ha sido, entre otros, la detención de Roberto Jefferson, un experimentado político brasileño, quien se desempeñaba como presidente del Partido Laborista Brasileño (Partido Trabalhista Brasileiro, PTB), cuando fue detenido por la policía, y encarcelado en Rio de Janeiro. Allí se le acusó de una serie de presuntos delitos, entre ellos: calumnia, difamación, injuria, incitación al crimen, apología del crimen, y asociación para delinquir.

Todos ellos, de interpretación subjetiva, al gusto y por órdenes de los magistrados que integran el Supremo Tribunal Federal (STF), a quienes se les señala de actuar apegados a una ideología de izquierda y se les acusa de recibir asesoría del Foro de Sao Paulo.

Estos hechos no pasan desapercibidos para el jefe de Estado brasileño. Es que por ello que en un discurso durante la celebración del día de la independencia, el 7 de septiembre, Bolsonaro reclamó que «no podemos aceptar más detenciones políticas». Un grito que llegó a sus simpatizantes en la Explanada de Ministerios en la capital, Brasilia.

“No aceptaremos que ninguna autoridad, usando la fuerza del poder, anule nuestra Constitución. Ya no aceptaremos ninguna medida, ninguna acción, que venga de fuera de las cuatro líneas de la Constitución. Tampoco podemos seguir aceptando que una persona específica de la región de los Tres Poderes continúe barbarizando a nuestra población”, continuó el mandatario.

PANAM POST |

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