Se dice que “el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”, y en Venezuela podemos dar fe de ello. Los venezolanos hemos sido llevados, a punta del cañón socialista, a transitar la peor crisis de nuestra historia republicana, con un sistema corrupto y corruptor instaurado en 1999 con la llegada de Hugo Chávez a la Presidencia de la República.
No podemos explicar la permanencia y estabilidad del chavismo sin tener en cuenta dos grandes factores: (i) La maquinaria represiva creada para controlar física, económica, social, cultural, mediática y psicológicamente a los venezolanos; y (ii) la corrupción, coacción e infiltración de las estructuras de oposición al sistema chavista. La primera es una estructura que agrupa instituciones de tortura, represión y persecución como la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), Policía Nacional Bolivariana (PNB), servicios de inteligencia (Sebin y DGCIM), las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) de la PNB y los “Colectivos”; pero también agrupa mecanismos de control masivo como el Sistema Patria, los CLAP, el Sistema Bolivariano de Comunicación e Información, las llamadas “Misiones” y las pretensiones -cada día más reales- de crear un Estado Comunal.
El segundo factor la destrucción de las fuerzas opositoras mediante la penetración de sus estructuras políticas y sociales, creando así una “oposición” a la medida por parte del chavismo. A los disidentes que no se puede cooptar se les persigue, presiona, exilia o silencia mediáticamente, mientras a los más serviles, cuya ruta estratégica sea conveniente al poder, se les reconoce, promociona y se les asignan cuotas de poder o presupuestarias. Todo esto con el fin de crear una fachada democrática y resumir la crisis a una simple disputa por el poder.
Esos liderazgos infiltrados, y afines en cierta medida a la tiranía, son los promotores de lo que he llamado el “Liberticidio Unitario”, ese que en nombre de la “Unidad” y la “Democracia” han promovido como solución al conflicto venezolano un loop de acciones (simulacros electorales, falsas negociaciones y referendos revocatorios) que no afectan el centro de gravedad que cohesiona al chavismo: Su actividad criminal.
¿Quién se opondría a conceptos como “Unidad” y “democracia” para salir del chavismo? Los que entienden que esa es una estrategia para chantajear al ciudadano. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD), o como se hacen llamar hoy “Plataforma Unitaria”, solo se unen para ir a “elecciones” o negociar concesiones parciales del poder, no para lograr la libertad.
Como buenos liberticidas están dispuestos a sacrificar toda iniciativa que derive en la libertad de los venezolanos. Algunos por miopía y parroquialismo político, otros por miedo a arriesgarse a enfrentar a la tiranía y los últimos -los peores- los que están haciendo negocios gracias a la crisis del país, pero al final todos promoviendo la cohabitación mediante la participación en una falsa elección.
¿Qué propongo entonces? Libertad sin adjetivos ni medias tintas; agrupar a cualquier ciudadano venezolano y organización política y de cualquier gremio que quiera luchar por esa causa; seguir deslegitimando al chavismo y tratarlos como lo que son: Criminales, no políticos; pero, sobre todo, construir una masa crítica de individuos que quieran acabar con 60 años de Socialismo en Venezuela.
Por Santiago Romero
Twitter @Santiago_Romero y en Instagram Santiago_Romero92.
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