#Opinión | De la Guerra Fría a la Guerra Híbrida- Por Simón Alcántara

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La Unión Soviética desapareció hace más de treinta años y con ella, la Guerra Fría y su enfrentamiento con Occidente. También los tambores bélicos, el temor a una hecatombe nuclear y el sufrimiento de millones de ciudadanos bajo la órbita soviética.

El mundo respiró y comenzó prácticamente una primavera mundial sin los sobresaltos de un conflicto armado a escala planetaria. Sin embargo, la Rusia imperial yacía esperando su oportunidad para resurgir y llegó con Putin. Compartió el poder hasta que asumió totalmente las riendas del gran país eslavo con el objetivo de volver a ubicarlo como la gran potencia que había sido en los tiempos de la URSS.

Posiblemente pensó en la humillante derrota y retirada de Afganistán después de 10 largos inviernos y veranos a manos de los campesinos pastuses, la disolución de la Unión Soviética, el Pacto de Varsovia y la independencia de las repúblicas satélites. Buenos ejemplos a no repetir y considerar en los deseos de grandeza prometido a los ciudadanos rusos.

A modo de profecía le dejó saber al mundo libre que “El colapso de la Unión Soviética había sido la más grande catástrofe geopolítica del SXX”. Lo demás es historia cercana y presente. Los ejemplos que siguen de intervención rusa en diferentes países, aplicando una agenda ascendente para recuperar la grandeza de antigua potencia mundial, son elocuentes.

En Estonia, país báltico de la OTAN, se inicia en 2007 la primera intervención manipulando a la población de habla rusa que protestó la reubicación que el gobierno había decidido de la estatua, el Soldado de Bronce, hacia otro sitio menos prominente. Los prorrusos se sintieron ofendidos y se sucedieron revueltas que aprovechó el gobierno ruso para lanzar un masivo ataque cibernético a Estonia que paralizó el sistema bancario, el Internet, el correo electrónico y toda actividad pública y privada, habida cuenta que el país es líder en tecnología digital.

Se estrenaba la nueva era de la guerra híbrida que se adelanta sin la aplicación de los métodos o elementos formales de una contienda armada y con responsables difusos. En este caso, Moscú negó toda intervención. Sin embargo, todos los indicios apuntaron hacia el Kremlin. En Georgia (2008) se recurrió a la clásica intervención armada y dejó como saldo la independencia de Osetia del Sur. En el año 2015 Rusia interviene en Siria con ataques aéreos para defender al régimen de Bachar al Assad del Estado Islámico, la Coalición Nacional Siria, el Frente Al-Nusra y el Kurdistán Sirio. Moscú afianzó su posicionamiento geopolítico con las bases marítimas de Tartús y Latakia.

La política agresiva de Putin tratando de contener a la OTAN y a la vez expander sus fronteras más allá de sus límites naturales lo ha llevado a socavar el gobierno ucraniano en represalia por haber perdido a su aliado natural, Yanukovich, derrocado por su negativa de integrarse a la OTAN. Entonces, siguiendo el guion de una novela negra, Putin se trazó como objetivo y venganza, Crimea.

Nuevamente, la desestabilización, clásica apertura de la guerra híbrida, la adelantó utilizando soldados rusos camuflados, agentes de inteligencia y población prorrusa, creando el caos y el terreno apropiado para la convocatoria de un referéndum de muy discutida legalidad, no reconocido internacionalmente, que a la postre finalizó con la anexión de la península.

Casi simultáneamente azuzó la población de habla rusa en la región Donbás e intervino militarmente creando dos “repúblicas populares”, Donetsk y Lugansk, todavía en conflicto armado a pesar de los acuerdos de Minsk.

La región es utilizada por el Kremlin para seguir perturbando a Ucrania y su gobierno. Este último país es el eslabón clave que contiene o cierra las apetencias territoriales y de influencia de Putin en su afán imperialista. Por eso pide a gritos que la OTAN no debe incorporar a Ucrania como miembro, además que le den garantías escritas que garanticen su seguridad nacional.

Para conseguir su objetivo de dominio y expansión ha desplegado más de 100.000 soldados en la frontera ucraniana con la amenaza de invadir esa república. En consecuencia, el mundo vive una frenética estampida diplomática e intercambio de amenazas, entre las de invadir a Ucrania, Putin.

Por otro lado, la OTAN y países occidentales desesperadamente tratando de evitar lo peor, un escenario que nos retroceda a las calamidades de la guerra fría y los temores de un conflicto bélico incontrolable, de consecuencias atroces con naciones divididas; campos y ciudades donde la paz bucólica y el quehacer diario dará paso a la sangre y la destrucción. Si ese fuese parte de la aventura imperial de Putin, el mundo del presente y del futuro cercano se aventura lleno de miedo y e incertidumbre, ¡con la paz aplastada por los tanques y fusiles del horror!

Por Simón Alcántara.

Lic en Historia.

Profesor Titular Jubilado de la Facultad de Humanidades y Educación. Universidad de los Andes, ULA, Mérida, Venezuela.

Facebook: Simón Alcántara. Instagram: Jasoniano. Twitter: Buho Negro @Sisophie y Whasapp.

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