Sensores instalados en rocas ubicadas en la isla Rey Jorge, en La Antártica, registraron una temperatura máxima de 34°C el pasado enero, lo que evidencia el avance del cambio climático y pone en peligro la supervivencia de muchas especies, informaron este jueves investigadores chilenos.
Los dispositivos forman parte del «Pole to Pole Marine Biodiversity Observation Network of the Americas», un proyecto internacional en el que más de 30 científicos recogen información en diversas costas del continente americano con el fin de estudiar la biodiversidad marina.
«En un punto en particular, tuvimos 34°C de máxima, registrada durante enero de 2022. Fue un sensor que estaba allí desde febrero de 2020», explicó Erasmo Macaya, investigador del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh).
Además, «diversos equipos sobrepasaron los 20°C. Incluso, los instalados en áreas cercanas a glaciares marcaron máximas de 14 a 16°C de temperatura», comentó Macaya, quien también es académico de la Universidad de Concepción (UdeC).
Los sensores fueron adheridos en febrero de 2020 a conchas reales de moluscos en la Bahía Fildes y, gracias a su tecnología, es posible extraer la información desde un celular, sin la necesidad de cables o la remoción de los equipos.
«Son temperaturas medidas en el sustrato utilizado por diferentes organismos marinos, como invertebrados o algas. Son organismos adaptados por mucho tiempo a muy bajas temperaturas o a fluctuaciones no tan altas, por lo que estos peak (picos de temperatura) podrían tener consecuencias negativas», alertó el experto.
El pasado febrero, distintos estudios revelaron que la extensión diaria de hielo marino en la Antártida mostró su nivel más bajo desde que hay registros, por debajo de los 2 millones de kilómetros cuadrados.
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