La próxima Cumbre se realizará en los Ángeles, California en la semana del 6 de junio de 2022. |
Introducción al Proceso de Cumbres de las Américas
A fines del siglo XIX, durante la Primera Conferencia Internacional Americana, los gobiernos decidieron establecer la Oficina Comercial de las Repúblicas Americanas, predecesora de la “Unión Panamericana” y que luego, el año 1948, daría paso a la Organización de los Estados Americanos. Desde esa Primera Conferencia hasta los primeros años del siglo XXI, sucesivos cambios y rupturas en el sistema internacional, desde las dos guerras mundiales hasta el mundo bipolar y posteriormente el fenómeno de la globalización, condicionaron la ideología y la práctica del multilateralismo en la región.
En una primera etapa, las conferencias interamericanas impulsaron la evolución del Derecho Interamericano, a través de la suscripción de convenciones y acuerdos en temas tan diversos como comercio, aguas internacionales, derecho de asilo, arbitraje, adopción detratados sobre principios, prácticas y procedimientos de derecho internacional privado y público, Convención de Correos, Convención Consular e incluso, pusieron en vigencia un Código de Derecho Internacional Privado[1].Esa primera fase del multilateralismo, caracterizado por el desarrollo del Derecho Internacional Interamericano, duró hasta los primeros años después de la Segunda Guerra Mundial.
En una segunda etapa, la agenda regional fue profundamente influenciada por la confrontación ideológica de los años de la Guerra Fría y el sistema interamericano subordinó los principios y valores políticos de la democracia a intereses de seguridad regional. La última Cumbre dentro de ese período, se llevó a cabo en Punta del Este en el año 1967. La declaración suscrita por los presidentes, incluyó la creación de un Mercado Común Latinoamericano para el año 1980, así como proyectos de cooperación multilateral en desarrollo de infraestructura, agricultura, control de armas y educación, en el marco de la “Alianza para el Progreso”[2]. Muchas de esas metas nunca se cumplieron, restando credibilidad a la efectividad de las Cumbres como instrumento de cambio y progreso en la región.
Entre 1967 y 1994 el clima político, económico y social de las Américas cambió dramáticamente. De la desconfianza y la confrontación que caracterizó el período de la Guerra Fría, en cuyo escenario se dieron las Cumbres anteriores a 1994, la región pasó a construir una nueva agenda basada en tres consensos fundamentales: democracia, libre mercado y la necesidad de fortalecer el multilateralismo en la región, como respuesta al fenómeno de la globalización. La existencia de esas referencias políticas y económicas comunes abrieron paso a un vasto proyecto de cooperación política e integración económica en el Hemisferio, desde Canadá hasta Argentina
Las Cumbres de las Américas de Miami, Santiago y Québec
Esta Primera Cumbre de Miami se originó en una propuesta del gobierno de los Estados Unidos y las negociaciones se hicieron al margen de la OEA, pues se consideraba, en ese momento, que la Organización, requería profundas reformas y una reorientación de sus objetivos estratégicos a la luz de las nuevas condiciones del sistema internacional.
El objetivo de reorganizar las relaciones interamericanas adecuando su nueva agenda, contenido y mecanismos a las nuevas condiciones políticas, económicas y sociales del escenario mundial y regional, fue uno de los fundamentos del proceso de Cumbres hemisféricas iniciado en 1994. El diseño de una nueva arquitectura multilateral para construir un proyecto regional basado en acciones multilaterales y en compromisos de reforma de políticas públicas en sus propios países, estuvo a cargo de los propios Jefes de Estado y de Gobierno del Hemisferio. Para ese efecto, decidieron reunirse periódicamente y definir las orientaciones fundamentales de una Agenda para las Américas, edificadas sobre la base de los Planes de Acción de Miami, Santa Cruz, Santiago y Québec.
Esa decisión de institucionalizar las Cumbres, configuró la idea de un proceso donde se acumulan experiencias, se forja un lenguaje común y se programan mandatos y acciones colectivas, multilaterales y nacionales, sistematizando las nuevas referencias teóricas y prácticas de las relaciones hemisféricas, dando respuesta a los problemas que afectan a la población de las Américas. Como consecuencia de ese proceso, se impulsó la modernización y el fortalecimiento de la institucionalidad interamericana y, particularmente, de su principal foro político, la Organización de los Estados Americanos.
Después de la Cumbre de Québec
En la Tercera Cumbre de las Américas de la ciudad de Québec, la OEA fue designada oficialmente como la Secretaría del Proceso de Cumbres de las Américas. En ese contexto, la OEA se hizo cargo de una agenda regional mucho más vasta que incluye, además de los Ministerios de Relaciones Exteriores como coordinadores de este esfuerzo, a todos los sectores de los gobiernos de las Américas. Hoy en día hay muchas más exigencias y una amplia red de actividades y reuniones ministeriales y sectoriales que cubren las más diversas áreas de nuestros gobiernos. Ese es el más importante valor agregado que ha traído para la OEA y para nuestros países el Proceso de Cumbres de las Américas. Distintos temas y múltiples actores forman hoy parte fundamental de la agenda del sistema interamericano que incluye temas como: democracia y derechos humanos; educación; justicia; trabajo; gobiernos locales y descentralización; telecomunicaciones; agricultura; equidad de género; ciencia y tecnología; cultura; desarrollo sostenible; salud; turismo; comercio; lucha contra el terrorismo, corrupción y drogas; defensa; energía; finanzas; y transporte. El seguimiento de la mayor parte de esas iniciativas de las Cumbres se realiza a través del ministro responsable de cada tema en el país. Dichas reuniones se originan o se han adecuado al Proceso de Cumbres de las Américas en los últimos años.
Además, se han incorporado a este proceso la sociedad civil, los organismos interamericanos y el Banco Mundial, los bancos subregionales y las agencias de cooperación. El proceso de Cumbres ha impulsado un proceso de coordinación entre estas instituciones del sistema, en torno a una misma agenda y está buscando involucrar más a otros sectores de la sociedad como son el sector privado, sectores académicos y los medios, como parte de este esfuerzo gubernamental, multilateral y de la sociedad civil de las Américas.
En resumen, hoy encontramos un cambio de percepción, en que la principal preocupación de este proceso deben ser los individuos. La protección de derechos civiles, la libertad de expresión, los inmigrantes, desastres naturales, los niños afectados por la guerra, las minas antipersonales, las amenazas del terrorismo, la droga y las epidemias son ahora aspectos integrales del diálogo.
El proceso de Cumbres ofrece hoy resultados concretos en campos como las drogas donde se ha establecido una Agenda Común y un Mecanismo de Evaluación Multilateral (MEM); en la lucha contra la corrupción, donde se ha suscrito una Convención Interamericana y establecido un Mecanismo de Implementación de la misma; y en democracia con la aprobación de la Carta Democrática Interamericana. Estos son algunos ejemplos de la ejecución de una agenda común que avanza en medio de la profunda crisis que afecta a la región. Se ha actuado con éxito en las crisis democráticas y tenemos ciertos estándares y medios de defensa colectiva de la democracia. Aunque no tenemos los mecanismos ideales, es justo decir que ha habido un avance considerable respecto al pasado. Las negociaciones del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) están en marcha y los países continúan sus esfuerzos para la definición de la meta de establecer unas reglas de comercio común y libre en las Américas, las que culminarán en el 2005.
El proceso de Cumbres a partir del 11 de septiembre de 2001
Sin embargo, una vez que la discusión sobre la política exterior y de seguridad de la región incorporó a la globalización como factor clave en la transformación del mundo y cuando el debate sobre los efectos de la globalización empezaba a tomar cuerpo, en particular en relación con la mayor o menor capacidad de la región para interactuar eficientemente frente a este fenómeno, los actos terroristas en Nueva York y Washington DC, modificaron nuevamente el escenario regional y mundial.
En ese nuevo escenario, dos nuevas variables han cobrado mucha fuerza en la región: por un lado la necesidad de coordinar e instrumentalizar una lucha colectiva contra el terrorismo y el crimen trasnacional, y por el otro encarar las cuestiones sociales en la región, que constituyen la raíz de los mayores problemas del Hemisferio.
Sobre el primer aspecto, se han dado todos los pasos para asegurar esa cooperación y se trabaja en la suscripción o ratificación de instrumentos jurídicos internacionales e interamericanos que garanticen su efectividad[3].
Respecto al tema social, el gran problema que sigue pendiente de esta agenda es el de los recursos financieros para cumplir con muchos de los mandatos de la agenda establecidos en el Plan de Acción de Québec. Por eso, en lo regional es positivo el hecho que en la Cumbre Mundial sobre Financiamiento del Desarrollo de Naciones Unidas, realizada en Monterrey en marzo de 2002, los líderes de los países desarrollados hayan manifestado su voluntad de dar nuevos recursos para el desarrollo, apoyando a los países a que avancen en procesos de construcción institucional, transparencia y gobernabilidad responsable.
La buena noticia es que la región está preparada para asegurar que esos nuevos recursos garanticen la gobernabilidad democrática y los esfuerzos de construcción institucional que aseguren a los ciudadanos servicios públicos eficientes y transparentes; el combate a la corrupción, el terrorismo, las drogas y el crimen trasnacional; el impulso del Área de Libre Comercio de las Américas; un sistema de justicia que garantice el Estado de Derecho, la independencia y el acceso a la justicia; mayores coberturas de escolaridad, salud pública y agua potable.
Para que esta cooperación sea efectiva, la ecuación que muchos gobiernos proponen es que los nuevos recursos de asistencia para el desarrollo estén vinculados al cumplimiento de metas cuantificables y verificables en cumplimiento de los mandatos del Plan de Acción de Québec y de su impacto en la mejora efectiva de los estándares de vida de la gente.
La Cumbre Extraordinaria de las Américas
La Cumbre Extraordinaria de las Américas se llevó a cabo en Monterrey, México los días 12 y 13 de enero de 2004. Los líderes de la región se reunieron para discutir temas de interés y para avanzar en una agenda común para el Hemisferio. Desde la Cumbre de Québec, una tercera parte de los países tenían nuevos gobernantes y la región estaba abatida por altos niveles de pobreza, bajo crecimiento económico y existía una demanda por fortalecer la gobernabilidad de la región. Los Jefes de Estado y de Gobierno centraron sus discusiones en tres temas: crecimiento económico con equidad para reducir la pobreza, desarrollo social y gobernabilidad democrática.
Cuarta Cumbre
A partir de la finalización de la Cumbre Extraordinaria, Argentina comenzó los preparativos para la Cuarta Cumbre de las Américas que se llevó a cabo en Mar del Plata el 4 y 5 de noviembre de 2006. La República Argentina propuso como lema “Crear Trabajo para Enfrentar la Pobreza y Fortalecer la Gobernabilidad Democrática” el cual tuvo bastante acogida dentro de los gobiernos así como de los otros actores vinculados a este importante evento de las Américas tales como la sociedad civil, el sector privado, los socios institucionales del Grupo de Trabajo Conjunto de Cumbres, la academia y los medios de comunicación.
Asimismo, las reuniones ministeriales trabajaron en este tema para que la implementación de los mandatos de la Cumbre puedan ser adaptados dentro de los planes de acción de cada tema específico.
Tenemos la certeza que el proceso de Cumbres va a seguir adelantando la Agenda de las Américas. Por ello, la Oficina del Proceso de Cumbres, respondiendo a los mandatos encomendados a ella, está comprometida con este esfuerzo y continuará apoyando a los países y diferentes órganos para el cumplimiento de dicha Agenda.
Esperamos que la información que encontrará en estas páginas sea útil para su comprensión y apreciación del enorme trabajo y éxito que han tenido los líderes del hemisferio al abordar los problemas regionales más difíciles mediante grandes esfuerzos cooperativos. Estos valores comunes y el compromiso conjunto reflejan el espíritu de las Cumbres de las Américas.
Las Cumbres de las Américas reúnen a los Jefes de Estado y de Gobierno de los Estados Miembros del Hemisferio para debatir sobre aspectos políticos compartidos, afirmar valores comunes y comprometerse a acciones concertadas a nivel nacional y regional con el fin de hacer frente a desafíos presentes y futuros que enfrentan los países de las Américas.
Los participantes de las Cumbres de las Américas son los Jefes de Estado y de Gobierno del hemisferio y sus delegaciones. Adicionalmente, participan como observadores los jefes de las doce instituciones miembros del Grupo de Trabajo Conjunto de Cumbres (GTCC) que son: la Organización de Estados Americanos (OEA), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Comisión Económica de Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Banco Mundial (BM), el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), el Banco Caribeño de Desarrollo (BCD), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), además de invitados especiales que incluyen representantes de los diversos actores sociales (organizaciones de la sociedad civil, juventud, pueblos indígenas, trabajadores) la academia, el sector privado y los medios de comunicación entre otros.
Desde el inicio del Proceso de Cumbres, los Jefes de Estado y de Gobierno han establecido una amplia variedad de prioridades que abordan adecuadamente las prioridades y las necesidades de los pueblos del Hemisferio. La democracia siempre ha sido un tema central en las Cumbres a pesar de la heterogeneidad de los temas de la Cumbre, estos han sido tratados de acuerdo a las necesidades y preocupaciones de los Estados miembros, incluida la construcción de una comunidad hemisférica democrática, la preservación y el fortalecimiento del sistema democrático, la buena gobernanza, y la interrelación entre la democracia y las cuestiones socioeconómicas.
Con el objetivo de buscar mecanismos para mejorar el proceso de las Cumbres, y con el propósito de proponer soluciones concretas y viables, la Secretaría de Cumbres de las Américas ha trabajado activa y conjuntamente con la Secretaria General y los Estados Miembros y ha preparado un Sistema de Seguimiento de los Mandatos de las Cumbres de las Américas. El sistema de seguimiento es un mecanismo que provee a los Estados Miembros las herramientas necesarias para facilitar el logro de las metas establecidas en los mandatos, con miras a que éstas sean medibles a largo y mediano plazo mediante una gestión orientada en resultados. A su vez, se pretende implementar una nueva metodología de seguimiento de los Mandatos con el propósito de modernizar y optimizar los procesos que involucran a todos los actores de las Cumbres de las Américas.
El crecimiento, la generación de empleo, los problemas de pobreza, la sostenibilidad ambiental, la seguridad energética, la discriminación y delincuencia, son todas cuestiones que pueden ser solucionadas con la aprobación y aplicación democrática de políticas públicas eficaces y eficientes. El Proceso de Cumbres busca de una forma multidimensional fortalecer la democracia y la gobernabilidad, contribuyendo a reducir la pobreza y a incrementar las oportunidades en las Américas.
En este sentido, la gestión de mandatos orientada en resultados juega un papel importante en la generación de información para la toma de decisión de los gobiernos, particularmente en lo relacionado a la continuidad de sus políticas y la designación de recursos necesarios para la implementación de las mismas. Mediante una mayor eficiencia en el procesamiento de información y de sistematización de los resultados, el SISCA comprende una herramienta útil en la promoción de una mayor transparencia y eficacia en el proceso de seguimiento de los compromisos asumidos en las Cumbres de las Américas.
Se abre así un espacio significativo, no solamente para el fortalecimiento institucional, pero sobre todo, para el ejercicio de la democracia.
Se han realizado ocho Cumbres y dos Cumbres Extraordinarias de las Américas: Primera Cumbre de las Américas, Miami, Florida, 9 al 11 de diciembre de 1994 Cumbre de las Américas sobre Desarrollo Sostenible, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, 7 y 8 de diciembre de 1996Segunda Cumbre de las Américas, Santiago, Chile, 18 y 19 de abril de 1998Tercera Cumbre de las Américas, Québec, Canadá, 20 al 22 de abril de 2001Cumbre Extraordinaria de las Américas, Monterrey, Nuevo León, México, 12 y 13 de enero de 2004Cuarta Cumbre de las Américas, Mar del Plata, Argentina, 4 y 5 de noviembre de 2005Quinta Cumbre de las Américas, Puerto España, Trinidad y Tobago, 17 al 19 de abril de 2009Sexta Cumbre de las Américas, Cartagena de Indias, Colombia, 14 y 15 de abril de 2012Séptima Cumbre de las Américas, Ciudad de Panamá, Panamá, 10 y 11 de abril de 2015Octava Cumbre de las Américas, Lima, Perú, 13 y 14 de abril de 2018 |