El Foro Económico de Mundial vuelve a celebrar su conocida reunión anual en Davos, a la que acuden nuevamente en persona los líderes políticos y los ejecutivos que mueven la economía global, en una apuesta por entender cómo actuar en un contexto de crisis económica, alimentaria y geopolítica simultáneas.
Se trata de un retorno a Davos casi dos años y medio después de su última edición, que en enero de 2020 marcó su medio siglo de existencia, cuando nadie imaginaba que en pocas semanas el mundo estaría inmerso en una pandemia que obligó a optar en 2021 por un Foro de Davos virtual.
Su repercusión fue escasa, demostrando que la fuerza de este evento es la interacción personal entre aquellos que toman las grandes decisiones y quienes pueden influir en ellos.
La ola de la variante ómicron obligó a posponer el Foro de Davos previsto para el pasado enero y reprogramarlo desde hoy hasta el próximo día 26, por primera vez fuera de la temporada de invierno, sin las montañas y las calles de Davos cubiertas de la nieve que han hecho su fama de estación de esquí.
En tiempos normales, Davos es el primer encuentro internacional del año – el único capaz en reunir en discusiones y encuentros informales a presidentes, ministros y otras autoridades con inversores, empresarios y activistas de los derechos humanos, laborales, del medio ambiente personajes de la cultura y periodistas – y suele fijar las pautas de lo que puede esperarse para el resto del año.
Este año, el Foro de Davos se ha retrasado, pero ha ganado en oportunidad ya que se celebra en un contexto de multicrisis simúltaneas: geopolítica y alimentaria por la guerra en Ucrania y en medio de una profunda incertidumbre sobre sus repercusiones en la economía mundial y en la lucha contra el cambio climático.
Temas prioritarios
Las perspectivas en el sector de la energía, puesto a prueba por el aislamiento de Rusia y la interrupción del suministro de petróleo a varios de sus clientes habituales, serán abordadas en mesas redondas con responsables de organizaciones, ejecutivos de esta industria y analistas.
Del mismo modo se intentará llegar a conclusiones sobre cómo estabilizar la economía mundial y, en particular, de qué forma podría revertirse la emergencia alimentaria que ya es una realidad en numerosos países, donde la crisis de Ucrania sumada al impacto del cambio climático han hecho que el trigo y otros cereales básicos alcancen precios inasumibles para muchas poblaciones.
Sobre cómo evitar que las temperaturas sigan aumentando por encima del límite fijado de 1,5 grados también se discutirá en Davos, donde asimismo habrá sesiones dedicadas a la preparación para nuevas crisis sanitarias.
Medidas anticovid
Aunque el mundo va dejando atrás la pandemia, los organizadores del Foro de Davos han tomado medidas muy estrictas para impedir contagios de covid-19 entre los 2.500 participantes en esta edición, que deben haber recibido tres dosis (incluido el refuerzo) de alguna de las vacunas reconocidas, así como hacerse un test PCR o antígeno antes de llegar a Davos a recoger sus credenciales.
Las medidas preventivas no terminan allí. Una vez registrados, los asistentes deben acudir dentro de las siguientes 24 horas a algunos de los centros de test instalados por el Foro para hacerse un nuevo test. El incumplimiento de este último paso tendría como consecuencia la desactivación automática de la credencial que abre las puertas a la reunión de los poderosos del planeta.
Atención en Ucrania y ausencia de Rusia
Una de las estrellas de la reunión estará ausente y se conectará a ésta virtualmente: el presidente de Ucrania, Volodomyr Zelensky, se dirigirá a los invitados del Foro en un discurso inaugural en el que se da por descontado que pedirá la unidad del mundo en torno a su país y que se le ayuda a facilitar una salida diplomática a la guerra.
Sin embargo, en Davos no se repetirán este año históricas negociaciones como las que protagonizaron griegos y turcos en 1986 y evitaron un conflicto en Chipre, o las que protagonizaron Yaser Arafat y Simon Peres en 1994 en torno a las colonias judías en los territorios palestinos ocupados, y ni siquiera habrá un apretón de manos como el que se dieron Nelson Mandela y el presidente de Sudáfrica, Willem de Klerk, en su primer encuentro en el extranjero.
Los directivos del Foro decidieron no invitar a ningún representante del Gobierno ni de empresas rusas. Estos últimos se habían convertido desde hace varios años en anfitriones de algunas de las recepciones más populares que se suelen celebrar en Davos durante la reunión anual del Foro, con caviar y champagne incluidos.
Este año también se notará la escasa presencia de personalidades y hombres o mujeres de negocios de China, para quienes los viajes al exterior siguen siendo un dolor de cabeza en el contexto de las medidas anticovid impuestas por el Gobierno de Pekín.
EFE
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