A continuación, compartiremos la nota realizada al gran Maestro del Periodismo, como ya pocos quedan de esa calidad humana y profesional en Argentina como es Carlitos Campolongo. Quienes venimos de la Carrera del periodismo, desde lo académico y profesional, sabemos bien de lo que se habla cuando se dice «Calidad, profesionalidad y puntería».
CARLOS CAMPOLONGO: «LA CULTURA DE LA ESPECTACULARIDAD HA GENERADO UN PERIODISMO BERRETA»
Es uno de esos periodistas que en estos tiempos ya casi no existen. Como aquéllos legendarios maestros de las redacciones gráficas que sintetizaban la opinión y la sabiduría del medio, él representa desde la televisión una mirada crítica y analítica, de fondo, desde cualquier programa en el que participa como columnista, como en el recientemente finalizado Intratables o junto a Viviana Canosa por A24. Carlos Campolongo (74), que irrumpió en los noticieros de ATC (Canal 7) en el regreso de la Democracia y por décadas participa en la formación de comunicadores desde la Universidad de Buenos Aires o la de Lomas de Zamora, traslada a la pantalla chica su forma de estimular el pensamiento crítico, aunque muchas veces parezca una batalla perdida, pero que no deja de intentarlo.
«Nunca pensé que iba a ser periodista, pensaba que el periodista era proclive a falsear la realidad, pero el devenir de la vida me llevó por los caminos del periodismo mientras estudiaba abogacía como mandato familiar», explica mientras se pide un cortado en un bar al que define como su segunda oficina, muy cerca de su casa. «He tenido momentos de mucha intensidad (como aquélla Semana Santa de de 1987 donde condujo los noticieros durante cuatro días seguidos, durmiendo en ATC, durante el primer levantamiento militar luego de finalizada la dictadura) y otros de vacaciones forzadas como cuando llegó el menemismo y debí irme a vivir a Tucumán».
Durante la dictadura estudió Psicología, y durante el menemismo incursionó en la campaña política, junto a Palito Ortega y también José Octavio Bordón. «La gestión pública siempre me interesó, democráticamente, como jefe campaña y en un ente público, y vi de cerca como es la construcción del poder».
Peronismo, política y poder
Se autodefine peronista y defiende lo que para él fue el movimiento más grande de la historia, inclusive con mayor permanencia en el tiempo superando al Gaullismo de De Gaulle. «A partir de una experiencia en la Isla Maciel donde íbamos a hacer un trabajo social y el fenómeno de un tipo que estaba a miles de kilómetros de la Argentina (se refiere a Perón en el exilio) y que tenia una influencia muy marcada a favor y en contra, me acerqué a la cuestión social, sumado a las reformas que había propuesto Juan XXIII en aquéllos años dentro de la Iglesia, produjeron en mi un interés y una formación existencialista y humanista muy marcada.»
Proviene de una familia radical, de un padre yrigoyenista, pero reivindica el primer peronismo como netamente revolucionario. «Lo que hizo Perón en su primera y segunda presidencia fue realmente revolucionario, para el país que teníamos. Pero después no hubo nada superador. Nosotros fuimos una generación que pensábamos que el mundo podía ser un lugar mejor, pero cuando Perón regresó, el mundo ya no era el mismo, y lo que se produjo en la Argentina lamentablemente fue una especie de guerra civil. Los intereses, la situación geopolítica del momento, jefes guerrilleros que terminaron casi todos vivos, y el ascenso de las instituciones destinadas a garantizar impunidad, como los servicios de inteligencia, los jueces federales, operadores judiciales, una construcción de poder que ya no necesita más golpes de Estado. Pero estas son las cosas que no discutimos lo suficiente y tampoco hay espacio para hacerlo», sentencia Campolongo.
«El periodismo es político»
Sus alumnos lo escucharon a menudo decir que «periodismo ha muerto, pero nadie se anima a firmar el certificado de defunción”. Pero Carlos Campolongo advierte que es un modo de interpelar al estudiante en la búsqueda de la esencia del periodismo como herramienta política. «La política y el poder para funcionar necesitan tener un nivel de ocultamiento, cierto grado de secreto que no se conozcan los movimientos. El desocultamiento, el llevar a la luz, es una tarea política, y el periodismo ahí sí que es político, distinto de lo que algunos denominan ‘periodismo militante’, que claramente es otra cosa».
En esa mirada, se encierra una visión del periodismo alejado del espectáculo. «La cultura de la espectacularidad, eso de mostrar en forma grandilocuente sin argumentar ni analizar en profundidad, ha generado un periodismo berreta, y no escapa a un fenómeno a nivel mundial donde el nivel de conocimiento desciende década tras década, de la mano de los artilugios de las nuevas tecnologías mal usadas, las redes sociales. Uno es lo que abarca el lenguaje que es capaz de usar. Si usas 400 palabras para expresarte, es probable que no logres los niveles de creatividad y de expresión de pensamiento necesario para lo que un periodismo argumentativo necesita. Lo que hay es un direccionamiento, sobre todo para aspectos del consumismo. Y Creo que hay también un desinterés en las sociedades con respecto al involucramiento en la cosa pública, además de que hay ciertos niveles de la información inaccesibles para el común de la población, pero eso es arena de otro debate más conspiranoico».
Siempre dispuesto a recomendar lecturas, como la última publicación del pensador surcoreano Byung-Chul Han «Infocracia», enfocado en al tiranía de la información, también prefiere cerrar la charla con una reflexión de Neil Postman, cuando comparó «1984» de Orwell y «Un Mundo Felíz» de Huxley,: «Ya no van a ser necesarios los dispositivos de vigilancia para controlar las lecturas de la gente, porque nadie ya va a leer».