¿Un periodista puede ser neutral?
Documentación
Un claro sentido de la flexibilidad ante situaciones en las que los actores violentos hablan siempre acompañados de rumores, de armas de grueso calibre, acompañantes en actitudes desafiantes y dispuestas a todo, amenazas abiertas o veladas contra nosotros o algunos de los nuestros. Es claro que los actores violentos no siempre se encuentran por fuera del Estado y que también aquellos que están dentro del Estado pretenden sin más que, o bien nos pleguemos con ellos o bien en contra de sus oponentes. Así la flexibilidad significa que la neutralidad no es ni una frontera rígida, ni un punto único, y que antes bien, tanto tomar distancias con respecto a la exigencia de extremismos, el que no está conmigo está contra mí, como que permite aprovechar el tiempo y el espacio a favor del rechazo a las reacciones violentas de cualquier tipo y con cualquier justificación. La fuerza de la flexibilidad estar claramente, es la capacidad para anticiparse a los eventos de la guerra. En cualquier caso es fundamental subrayar que la neutralidad es una acción colectiva que evita cualquier recurso sistemático a la violencia y, más puntualmente dicho, que el recusa toda justificación del militarismo, el guerrerismo y la violencia. Carlos Eduardo Maldonado, ¿Es posible la neutralidad? En Bioética y conflicto armado. Ediciones El Bosque, Bogotá, 2002. P 38, 39.
¿Es ético que un periodista defienda a un candidato, partido político o ideología?
El periodismo se debe a la sociedad en su conjunto y no solamente a una parte de ella. En ese sentido, si hay varios candidatos o partidos en una contienda la ética nos invita a ofrecer a la audiencia información, contexto y análisis sobre las distintas opciones y también una mirada crítica sobre ellas. No podemos olvidar nuestra labor de veedores de todos los poderes. Lo que más sirve a la democracia es el periodismo independiente que trabaja con rigor y con el menor sesgo posible. Casarse con un candidato o partido no es lo recomendable desde el punto de vista ético porque nos saca de nuestra tarea de base que es informar con rigor, independencia y pluralismo. Adicionalmente cuando se toma partido y se pasa a la información militante o al activismo, el periodismo deja de ser tal y puede convertirse en propaganda. Eso pone al periodista, o su medio, en una orilla política, lo que de inmediato lo convierte en contendor y sujeto de las batallas propias políticas.
Se entiende que es imposible despojarse de nuestras ideas o prejuicios, pero hay que hacer esfuerzos para tomar distancia de las fuentes y los hechos para hacer mejor nuestro trabajo. Todos los medios tienen líneas editoriales que marcan el derrotero de su trabajo, por supuesto, pero el periodismo cruza la línea del activismo o la militancia cuando se considera que no hay otras miradas posibles ni aceptables y empieza a sesgar la información en favor de su candidato o partido. Si la verdad se tergiversa, si se censuran informaciones, si se silencian o agreden candidatos por prejuicio, el buen periodismo pierde el norte y la democracia se debilita.
A propósito de las relaciones de los periodistas con los políticos en el año 2018: “… Si un periodista quiere ser creíble y respetado, por el poder y por sus pares, debe evitar manifestaciones públicas que den cuenta de su militancia partidaria y de que comparten amistad y complicidad con los actores del poder en los mismos espacios sociales”.