Nuevamente el grupo de hacktivistas Guacamaya ha sido centro de atención luego de que expusiera en esta oportunidad una gigantesca data de información extraída de los servidores de la fiscalia general de Colombia asi como su plataforma de correos electrónicos.
El grupo Guacamaya asegura que entre la información filtrada existen pruebas de corrupción así como la ocultación de pruebas, vínculos con el narcotráfico, redes paramilitares, espionaje, actos de persecución política y el asesinato.
Dato curioso es que esta filtración masiva de información a pesar de que fue anunciada hace mas de un mes ningún ente oficial del gobierno Colombiano o medio de comunicación de dicho país ha hecho referencia a lo ocurrido.
El grupo Guacamaya asegura en su enunciado que han decidido “filtrar y sabotear a empresas extractivistas y organizaciones causantes de terricidio, expropiación y saqueo a la Madre Tierra y sus pobladores. También nos filtramos en organizaciones institucionales de los Estados o a su servicio que bajo su figura legal atentan permanentemente contra la población para despojar a los pueblos y seguir enriqueciéndose por encima de todo, conformándose de esta manera como el verdadero crimen organizado. Así mismo, organismos institucionales que, haciendo parte del Estado, diseñan las leyes o se apropian de los reclamos de la población para que sea útil solo a ellos y sus secuaces.
Uno de esos estados es Colombia. Un país azotado por las múltiples expresiones de violencia presentes desde la invasión occidental de 1492, la posterior “independencia” y deuda adquirida por gobiernos criollos a Estados Unidos. Es una nación que, hoy en día, es de interés para el norte global tanto en su diversa riqueza, como porque representa un punto estratégico para el comercio y para el control a Centro y Sur América. Por eso, es allí donde están ubicadas bases militares de EEUU y es uno de los centros del comercio y tráfico de cocaína altamente ligado al paramilitarismo. Todo esto ha generado un conflicto interno de violencia durante décadas (e incluso siglos). Colombia también son sus pueblos (porque es también diversa en su población), unos pueblos cansados de dolor y de tantas lágrimas; pueblos desmemoriados, que olvidan y perdonan y apuestan por la anhelada paz, aun teniendo tanta historia repetida. Diálogos, firmas, acuerdos de paz con movimientos armados y falsas promesas han terminado siempre en “masacres”, desplazamientos, exilio, desapariciones, ruptura de tejido social, exterminio de partidos políticos de oposición (como la Unión Patriótica) y una gran sensación de impotencia e impunidad. Los pueblos que siguen apostando por un sistema que es servil y funcional a los intereses de Estados Unidos, al norte global y sus empresas extractivistas, al narcotráfico y paramilitarismo como brazo armado de sus intereses.”
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