¿En qué afecta el cambio climático a las abejas?

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En general, la gente piensa que el término abejas hace alusión a una especie concreta, la abeja de la miel (Apis melifera). Con mucha frecuencia se confunden los mensajes que desde las publicaciones científicas advierten sobre los riesgos que corren las abejas, en sentido amplio, y se tiende a dirigir esas conclusiones, incorrectamente, a la abeja de la miel.

¿De qué abejas hablamos realmente?

En el medio natural existen múltiples especies de abejas. Según la Asociación Abejas Silvestres, solo en España hay más de mil especies de abejas silvestres, cada una con sus propios comportamientos, muy distintos a los de la abeja melífera.

La abeja de la miel suele ser, de hecho, una excepción a esas generalizaciones. Al fin y al cabo, la abeja de la miel es una especie doméstica, de aprovechamiento ganadero, como las vacas o los cerdos.

En lo que a impactos ambientales se refiere, los estudios sobre abejas silvestres suelen excluir a la abeja de la miel y viceversa, precisamente por el factor humano. Los efectos de una perturbación determinada sobre una especie totalmente manejada por el ser humano pueden y suelen ser muy distintos a los sufridos por las poblaciones silvestres. Y cuando hablamos del cambio climático antropogénico no es una excepción.

El impacto del cambio climático en las abejas silvestres

Las abejas silvestres son animales íntimamente ligados a las tendencias climáticas. La temperatura y las precipitaciones tienen una incidencia directa e indirecta sobre su ciclo de vida y su comportamiento. De forma directa, afectando a su ritmo biológico, y de forma indirecta, afectando a los períodos de floración de las plantas de las que se alimentan.

Según un estudio realizado por el profesor Peter Soroye, de la Universidad de Otawa (Canadá) y colaboradores, y publicado en la prestigiosa revista Science, un aumento de la frecuencia de eventos de altas temperaturas como el que estamos viviendo causará extinciones locales de especies de abejas y, sobre todo, de abejorros.

Muchas de esas especies probablemente se desplacen a otros lugares donde el clima les resulte más favorable. Estos eventos de colonización forzada por el cambio climático pondrán en contacto a especies que antes no lo estaban, causando nuevas competencias y alterando la composición de especies de los ecosistemas.

La consecuencia del cambio climático será una pérdida generalizada de especies de abejorros, y la monopolización de los recursos por los pocos que sean aptos para las nuevas condiciones.

Por otro lado, algunas especies de plantas tienen una profunda dependencia con determinadas especies polinizadoras, y no pueden ser polinizadas por otras. La pérdida de diversidad de abejorros tendrá, por tanto, y como consecuencia directa, la pérdida de diversidad de la flora. En última instancia, es posible que se provoque un efecto en cascada que acabe por afectar a todo el ecosistema, y contribuir a la pérdida de biodiversidad de manera mucho más general.

El impacto del cambio climático en la abeja de la miel

Mientras que los impactos sufridos por las abejas silvestres son de enorme importancia ecológica, los perjuicios del cambio climático sobre las abejas melíferas pueden tener consecuencias socioeconómicas graves. La abeja melífera, no solo es el único animal doméstico capaz de producir miel, también es el polinizador de cultivo de mayor valor económico en el mundo.

Afortunadamente, tanto por su biología, como por efecto de los siglos de selección artificial y domesticación, y por los avances tecnológicos, la especie de la abeja de la miel tiene una gran capacidad de adaptación. Existen explotaciones apícolas en casi todo el mundo y en climas muy diversos.

En un contexto de cambio climático, la abeja melífera muestra una elevada resiliencia, una gran plasticidad, y suficiente variabilidad genética como para que se desarrollen nuevas variedades aptas para las nuevas condiciones ambientales. Además, es fácil importar poblaciones de abejas ya adaptadas a un clima nuevo, desde lugares con esas condiciones climáticas.

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No obstante, un posible efecto del cambio climático, sobre todo si se da de forma muy rápida —como parece estar sucediendo— es que se produzca una pérdida de esa variabilidad genética tan valiosa. Si las condiciones climáticas cambian y se producen importaciones, se estarán sustituyendo variedades que estaban adaptadas al antiguo clima por otras más aptas a las nuevas condiciones. De este modo, se pueden perder aquellas variedades más desfavorecidas, mientras se favorecen aquellas más aptas.

La reducción de la variabilidad genética hace a la especie más sensible a otras perturbaciones, como pueden ser las enfermedades, que podrían llegar a causar eventos epidémicos.

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