Japón presentó hoy un proyecto de presupuesto de Defensa para el próximo año con un nivel de gasto récord y la adquisición de nuevas capacidades defensivas y ofensivas, en respuesta a los desarrollos armamentísticos de China y Corea del Norte y a la guerra de Ucrania.
El presupuesto solicitado por el Ministerio de Defensa para el ejercicio 2023 asciende a 5,59 billones de yenes (39.710 millones de euros), un 7,5 % más que el año anterior, e incluye una partida indefinida para desarrollar las capacidades militares en los próximos cinco años que elevará la cifra final a una cantidad mayor.
El documento contempla la adquisición de armamento del que hasta ahora ni disponía Japón, como drones de combate o misiles hipersónicos y de largo alcance, con el que el país aspira a incrementar sus capacidades de ejecutar contraataques en caso de conflicto.
Entorno de seguridad «más complejo»
La justificación del que será el mayor gasto militar hasta la fecha son los crecientes desafíos que rodean a Japón, entre los que Defensa destaca la invasión rusa de Ucrania, los «continuos intentos de China de cambiar el statu quo» en la región o la intensificación de las provocaciones de Corea del Norte, según consta en el documento.
La agresión rusa «sacude el orden internacional», mientras que Pekín «ha profundizado su colaboración con Moscú», además de intensificar sus maniobras militares cerca de Taiwán y de «no abandonar aparentemente la opción de recurrir a la fuerza» para unificar esta isla con el resto de su territorio, advierte el ministerio.
Japón mantiene disputas territoriales con China y Rusia por la soberanía de varias islas situadas respectivamente al sudoeste y al norte del archipiélago nipón, en torno a las cuales Tokio viene denunciando el incremento de ejercicios militares tanto de Pekín como de Moscú, y en algunos casos, conjuntos de ambos países.
«No se puede descartar que se dé en el Indopacífico una situación similar a la que sucede en Europa», subraya el documento, que también destaca «el entorno de seguridad cada vez más complejo» alrededor del archipiélago nipón.
En este contexto, Japón planea adquirir por primera vez misiles estadounidenses de crucero de largo alcance JASSM (Joint Air-to-Surface Stand-off Missile), capaces de golpear blancos a unos 1.000 kilómetros de distancia, además de producir de forma doméstica y a gran escala otros modelos tierra-tierra y también para uso naval.
Capacidades de contraataque
El presupuesto incluye la investigación y desarrollo de misiles hipersónicos, un proyecto cuyo coste no se detalla y con el que Japón aspiraría a contrarrestar las pruebas y despliegues de este tipo de armas por parte de China, Corea del Norte y Rusia.
También se prevé la adquisición de nuevos escudos antimisiles PAC y Aegis y de radares navales para mejorar la capacidad de interceptar proyectiles de última generación, así como comprar aviones no tripulados de combate (Japón por el momento solo dispone de drones de vigilancia), que puedan ser empleados en conflictos minimizando las bajas humanas, según el documento.
Todas estas nuevas piezas de equipamiento militar podrían formar parte de las «capacidades de contraataque», es decir, el poder de golpear bases y centros de control del enemigo en caso de una ofensiva, y que el Gobierno contempla incluir en su nueva Estrategia de Seguridad Nacional.
El Ejecutivo que lidera Fumio Kishida tiene previsto adoptar hacia finales de este año esta nueva estrategia válida para los próximos cinco años, y en la que se incluiría por primera vez el citado concepto de contraataque, que ha generado polémica en Japón debido a que bajo su interpretación se podrían ejecutar ataques preventivos.
El proyecto de presupuesto de Defensa será ahora revisado por el Gobierno nipón, que tiene previsto aprobarlo en el Parlamento nacional hacia principios del año con vistas a que entre en vigor en marzo de 2023, cuando comienza el nuevo ejercicio fiscal.
La cantidad solicitada se sitúa por debajo del 1 % del producto interior bruto de Japón, aunque los gastos cuyo coste no se ha estimado, como el desarrollo de misiles hipersónicos, podrían disparar la cuantía final y acercarla al 2 % de la economía nacional, el nivel de gasto militar de los países de la OTAN.
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