#Opinión | El Ejército del Norte a principios de septiembre de 1812- Por Juan Pablo Bustos Thames

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El rol de Belgrano y las dificultades que atravesaron los 1500 soldados que contaban apenas con 580 fusiles y 215 bayonetas para la infantería; 21 carabinas; 34 pistolas para la caballería y 6 cañones.

La Batalla de Huaqui fue el 20 de junio de 1811. Allí el victorioso Ejército del Norte se desbandó y huyó. Se perdieron muchos hombres, no tanto por los caídos, sino por las deserciones. Se abandonó casi todo el armamento y la artillería.

Las provincias altoperuanas, que habían adherido a la Revolución; vieron ahora la oportunidad de librarse de los impíos “porteños”, que liderados por Juan José Castelli, Antonio González Balcarce y Bernardo de Monteagudo habían tenido actitudes desdeñosas hacia la Iglesia y creyentes altoperuanos, como los revolucionarios franceses.

Por eso la retirada no fue pacífica, ni tampoco recibió apoyo de la población. Fue obstaculizada y hostilizada. Contribuyó la propaganda realista, que explotó hábilmente este flanco débil patriota, tildandolos de “herejes”.

La Batalla de Huaqui fue el 20 de junio de 1811. Allí el victorioso Ejército del Norte se desbandó y huyó. Se perdieron muchos hombres, no tanto por los caídos, sino por las deserciones. Se abandonó casi todo el armamento y la artillería.

Las provincias altoperuanas, que habían adherido a la Revolución; vieron ahora la oportunidad de librarse de los impíos “porteños”, que liderados por Juan José Castelli, Antonio González Balcarce y Bernardo de Monteagudo habían tenido actitudes desdeñosas hacia la Iglesia y creyentes altoperuanos, como los revolucionarios franceses.

Por eso la retirada no fue pacífica, ni tampoco recibió apoyo de la población. Fue obstaculizada y hostilizada. Contribuyó la propaganda realista, que explotó hábilmente este flanco débil patriota, tildandolos de “herejes”.

Los primeros años de Alberdi

Únicamente permanecía fiel Cochabamba, que gracias a su levantamiento contra el ejército realista, logró mantenerlo ocupado varios meses; posibilitando a los patriotas reorganizarse.

En Marzo de 1812 Manuel Belgrano recibió en Yatasto, de manos de Juan Martín de Pueyrredón, un ejército desnudo, sin armas y casi sin efectivos. De los 5.000 que tenía antes de Huaqui, ahora apenas llegaban a 1.500. Para Belgrano era un “cuerpo enteramente inerme y casi en nulidad”. Sólo quedaban 580 fusiles y 215 bayonetas para la infantería; 21 carabinas y 34 pistolas para la caballería y 6 cañones.

Intentó reorganizar un ejército derrotado y con una moral bajísima. Ordenó una leva general de todos los vecinos de entre 16 y 35 años y formó un cuerpo de caballería miliciana: “Los Decididos”. En Jujuy hizo celebrar con júbilo el segundo aniversario de la Revolución de Mayo y bendecir su bandera, recientemente creada. Se cuidó de no repetir los errores de su primo Castelli y se mostró siempre respetuoso con la religiosidad local.

Dominada la revuelta cochabambina, el triunfante Ejército Real se dirigió a invadir el actual Norte Argentino, comandado por el Gral. Pío Tristán; quien había nacido en Arequipa (Perú) y estudiado en Salamanca, donde conoció a Belgrano. El Gral. Paz diría que hasta se tuteaban y se trataban con familiaridad.

Anoticiado de este avance, con más de 3.000 efectivos y 13 cañones, el 23 agosto de 1812, Belgrano ordenó evacuar Jujuy y dejar tierra arrasada. Era el “Éxodo Jujeño”. Llevando a cuestas civiles, con su ejército casi desarmado, se retiró hacia el Sur.

El recuerdo de un difícil momento
Recuerda Paz: “atravesamos el pueblo de Jujuy en toda su extensión, sin permitirnos separarnos, ni aún para proveernos de un poco de pan. Campamos durante tres o cuatro horas a la inmediación de la ciudad, y tampoco se nos permitió entrar ni mandar nuestros asistentes a proveernos de lo más preciso: tan riguroso y severo era el general Belgrano, como lo acabo de decir”.

Continuó la lenta marcha del ejército, con los jujeños, días y noches. Hubo escaramuzas con las avanzadas realistas, que tomaron prisioneros a oficiales patriotas. Por eso Belgrano reforzó su retaguardia con infantes montados y dos cañoncitos.

El 3 de setiembre de 1812, a las 14:00 hs., hallándose el ejército acampado sobre el río de Las Piedras; su retaguardia (que estaba 10 kms. al Norte) fue “embestida por la enemiga, al mando del coronel Huici, y puesta en fuga, perdiendo algunos prisioneros y sus dos cañones, sin que hubiesen disparado un tiro”, cuenta Paz. Agustín Huici era un intrépido oficial de Tristán. Con sólo 600 soldados atacó por sorpresa la retaguardia patriota, que se replegó desordenada, mezclada con los atacantes, atropellando al resto del ejército, acampado al Sur.

Comenta Paz que el grueso del ejército patrio estaba “en buena posición y nada teníamos que temer de una división enemiga, compuesta de mala caballería en su mayor parte; así fue que nos mantuvimos firmes, y el enemigo no se atrevió ni con mucho a forzar nuestra posición. Visto que el enemigo no avanzaba, hizo el general Belgrano salir dos fuertes guerrillas de cien hombres cada una, por los costados por donde el terreno era quebrado, y un poco de caballería por el camino que quedaba al centro; el enemigo, a su vez, se puso en retirada y fue perseguido”.

Cuenta Belgrano que “la victoria coronó sus nobles y generosos esfuerzos poniendo en fuga vergonzosa al enemigo, quien dejó en el campo de batalla dos oficiales y cincuenta y ocho soldados muertos, y ciento cincuenta fusiles y cuarenta soldados que se hicieron prisioneros, no habiendo tenido, de nuestra parte más que seis heridos” y tres muertos.

Como el episodio concluyó con la retirada del enemigo y la toma de algunos prisioneros, “primeros que veíamos después de mucho tiempo, – recuerda Paz – se celebró como una importante victoria, y contribuyó a alentar el ejército. El enemigo se hizo también más circunspecto, y no volvió a incomodar nuestra retaguardia”. Sin embargo, Tristán sufriría luego otra pérdida aún más grave.

Ya en Tucumán, Belgrano tomó el “Camino de las Carretas”, que iba por Burruyacu; en vez de seguir el “Camino de Postas”, que pasaba por Trancas, siguiendo a la actual Ruta 9. Recuerda Paz que, entonces, a Huici “se le ocurrió… adelantarse unas pocas cuadras de la cabeza de la columna, y entrar primero que todos a dicha villa. Una pequeña partida de paisanos que, al mando del capitán don Esteban Figueroa, se retiraba al acercarse la columna, vio llegar tres hombres y desmontarse en una casa que hallaron habitada; creyeron tener tiempo de apoderarse de ellos antes que los socorriese la columna…. Luego que los hubieron tomado, los obligaron a montar a caballo y los hicieron volar más que correr; todo lo que hicieron sus compañeros para alcanzarlos y recuperarlos fue inútil. Esto había sucedido a las cuatro de la tarde; a las doce de la noche estaban en Tucumán”. La pérdida de Huici fue nefasta para Tristán. Tal vez su presencia en la Batalla de Tucumán hubiera cambiado la historia.

Juan Pablo Bustos Thames
Escritor invitado

Abogado, Ingeniero en Sistemas de Información,
Profesor Universitario,
Funcionario del Tribunal de Cuentas de Tucumán,
Director de la Cámara de Comercio Exterior de Tucumán,
estudioso de la historia, escritor,
realizador y conductor televisivo y de documentales.
Miembro de la Fundación Federalismo y Libertad
y la Fundación Universitaria del Río de la Plata (FURP).

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