Las guerras siempre han traído barbarie, derramamiento de sangre y disputas por controles políticos, económicos y sociales. Ante estos sucesos siempre prevaleció el no morir, salvarse a como diera lugar y usar armamento para combatir a los enemigos.
Sin embargo, no toda la artillería se basaba en la última tecnología, componentes tóxicos o armas nucleares. De hecho, en el siglo XIV, aproximadamente, la armadura que utilizaban en los combates de guerra era, en su mayoría, con animales.
Camellos incinerados como muro de protección
En 1398, Timur, un conquistador, líder militar y político turco, se encontraba ingeniando su plan de conquista asiática.
Cuando logró pisar territorio indio, se enfrentó al sultán Mahmud Khan, quien contaba con un ejército imponente, el cual disponía de 120 elefantes de guerra. Al ver esta estrategia, Timur planteó una más poderosa: incineró a sus camellos y los mandó al frente del ataque.
Esta idea logró que Timur tomara el control y ganara la batalla, pues los elefantes se aterrorizaron al ver las bolas de fuego gigantes que se acercaban hacia ellos y huyeron velozmente, llevándose todo a su paso y aplastando a quienes se iban encontrando en su camino. Así, las inventadas bolas de fuego de Timur resultaron ser un inexplicable éxito.
Cerdos en llamas
Tal como se mencionó anteriormente, los elefantes de guerra eran un arma de suma importancia en la antigüedad. Tanto así, que llegaron a ser considerados como tanques de guerra.
Pero, no eran los únicos animales utilizados para pelear, también estaban los cerdos de guerra, que eran untados con alquitrán -una sustancia líquida bituminosa, viscosa, oscura y de olor fuerte- e incinerados. Esto porque servían como misiles antitanque.
El arma funcionaba dado que “los elefantes se asustaban ante el chillido más agudo de los cerdos”, según explicó el escritor romano Plinio el Viejo, en su libro ‘Historia Natural VIII, 1-3’.
Perros antitanque
En la Segunda Guerra Mundial, cuando los tanques nazis combatían a la Rusia occidental, los soviéticos crearon el método de contratacarlos a través de los caninos, dado que los perros son veloces y aprenden fácilmente, lo que hicieron los soldados o quienes estaban en estas conflagraciones fue colocarles explosivos y mandarlos al campo de batalla.
Los perros salían a correr por órdenes de sus amos y, una vez cerca de sus enemigos, los hacían explotar.
No obstante, también fueron un arma de doble filo, pues los animales de cuatro patas, en ocasiones, se asustaban y se devolvían a las líneas rusas con las bombas listas para estallar, por lo que el impacto era para sus propios entrenadores.
Murciélagos explosivos
Esta especie de mamíferos ha sido muy controversial por transmitir diferentes enfermedades, además, de ser conocidos como los animales vampiros. Y no solo eso, también fueron utilizados como armas bomba en la Segunda Guerra Mundial.
Entre 1939 y 1945 llegó un comunicado a la Casa Blanca, el cual daba indicaciones de una novedosa idea: los murciélagos podrían ser nuevas armas secretas de los Aliados.
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La propuesta se basó en atar pequeños explosivos a los murciélagos, lanzarlos desde el aire sobre los bastiones (construcción para resistir ataques enemigos), logrando una destrucción exitosa sobre sus enemigos.
EL TIEMPO
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