Jeffrey Dahmer, protagonista del último gran éxito de Netflix, es tristemente célebre por el asesinato de diecisiete hombres y adolescentes. Sus crímenes están repletos de detalles escabrosos, como la preservación de partes del cuerpo de sus víctimas, la necrofilia o el canibalismo.
Es natural preguntarse qué puede suceder en la mente de una persona que la impulse a cometer tales horrores. Y no sólo eso, sino que a menudo los diagnósticos psiquiátricos ocupan un lugar central en los juicios de los asesinos en serie, pues pueden ser elemento que determine su destino posterior.
Legalmente cuerdo
El caso de Dahmer ilustra uno de los problemas más comunes a la hora de determinar el diagnóstico preciso de los asesinos en serie, y es que las partes implicadas en los juicios no se ponen de acuerdo en ellos.
En primer lugar, si atendemos a la sentencia que recibió (debemos tener en cuenta que el veredicto lo dictó un jurado civil y no profesionales psiquiátricos) Jeffrey Dahmer estaba legalmente cuerdo cuando cometió los asesinatos.
Sin embargo, hay que aclarar que esto no significa que no padeciese ningún trastorno (o que el jurado pensase tal cosa), sino más bien que era capaz de apreciar el mal que estaba haciendo y adecuar su conducta a las normas legales y sociales. El principal argumento en esta dirección es la planificación de los crímenes y el esfuerzo en ocultarlos; incluso, los fiscales adujeron también que el uso de preservativos por parte de Dahmer al mantener relaciones con algunos de los cuerpos evidenciaba esta conciencia de sus propios actos.
Por su parte, la defensa de Dahmer se basó en la idea contraria: que Dahmer padecía uno o varios trastornos psiquiátricos que le impedían controlar sus propios impulsos y acciones.
Una miríada de trastornos
Una crónica del juicio (que tuvo lugar en 1992) publicada en la revista Psychology Today explica que, aunque los peritos centraron más la discusión en los detalles que podían evidenciar o descartar una falta de control por parte de Dahmer (el aspecto sexual de los mismos, la acumulación de ‘trofeos’…), también le adjudicaron una larga ristra de diagnósticos. Específicamente, «parafilia, necrofilia, parcialismo y otros rasgos; un trastorno de la personalidad no especificado; un trastorno límite de la personalidad con componentes sádicos y obsesivo-compulsivos y un trastorno sexual no especificado».
Igualmente, se debatió ampliamente sobre si el pensamiento de Dahmer, ejemplificado en su propia interpretación de un dibujo que había realizado para los psiquiatras que lo examinaron, revelaba pensamiento de tipo psicótico.
Sujeto de debate
Sea como sea, y teniendo en cuenta la decisión judicial, con posterioridad al juicio muchos expertos han estudiado el perfil de Dahmer y han ofrecido sus propias interpretaciones sobre el trastorno que empujaba al asesino a actuar como lo hacía.
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No existe, por tanto, una posición unánime sobre el padecimiento de Dahmer. Su caso queda como un interesante sujeto de debates y de estudio para la ciencia psiquiátrica, pero algo sí es seguro: la curiosidad científica sobre su personalidad y su mito no deben ocultar el sufrimiento que causó a sus víctimas, a sus familias y a sus comunidades.
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