La propaganda es el mecanismo por el cual se diseminan las ideas a gran escala, en el sentido amplio de un proyecto organizado para extender una creencia o una doctrina en particular. Edward Bernays
Érase una vez, hace muchos años, que visité el Museo Yad Vashem en Jerusalén.
El museo impresiona con una colección única de hechos del Holocausto e historias trágicas de personas.
Crecí con la historia del Holocausto de los judíos europeos, así que sí estuve lista para éstas imágenes. Pero hubo un nuevo shock: entendí que uno de los principales actores de la matanza era la propaganda. El museo ofrece un análisis de proceso de cómo una sociedad alemana, desarrollada, europea y cultural puede ser víctima de una locura. Locura que condujo a una de las tragedias más terribles de la humanidad: la destrucción de millones de personas.
Comprender el papel de la propaganda fue todo un descubrimiento para mí.
Caminé lentamente por el museo, pensando y escrutando cada centímetro de la propaganda.
Es curioso que la exposición misma del museo está construida en espiral. Es genial porque es la dinámica de cualquier lavado de cerebro. Es completamente consistente con la filosofía de cualquier propaganda, ronda tras ronda pasas por el procesamiento del pensamiento y cada vez el grado de “atrevimiento”, del mensaje absurdo, de violencia y agresividad que te quieres incrustar a la conciencia y percepción sube.
Así que recorrí la espiral histórica (y física), pasé todos sus niveles: desde puyas ingenuas hasta llamados francos al asesinato. En la vida real esto no pasa inmediatamente, pero con el tiempo sucedió. Sucedió a una nación cultural, educada y lista. Sucedió a la gente común como tú y yo.
Desde entonces, la pregunta no me suelta: ¿y si fuera alemana nacida en estos aquellos tiempos, ¿qué sería de mí en estos años? ¿Cómo me sentiría acerca de la guerra y las masacres?
Tengo la esperanza que no me convertiría en un zombi o uno de los héroes del libro de Orwell de “1984”. Aunque yo también tengo unos pecados de mi pasado: yo era miembro del Komsomol, una organización juvenil del sistema comunista: yo creía sinceramente en estas tonterías y por cierto amaba a Lenin.
Eran tiempos de guerra fría, de estancamiento y endurecimiento de pensamiento social y político. Sin duda la propaganda estaba allí, pero en un formato no agudo. Este tipo de organizaciones eran parte de nuestra vida social y entretenimiento. Con esto crecimos, pero nunca sentí o percibí algún grado de agresión.
Ambos (el nazismo y el comunismo) tienen una base común: la propaganda.
La propaganda es inteligente, se arrastra por todas las grietas de las debilidades humanas, estimula las inclinaciones naturales de un humano y captura su cerebro.
La propaganda puede ser activa (manipulación de noticias, mentiras descaradas sobre algún hecho) o puede estar presente a largo plazo, paso a paso, todos los días, durante años; según la creciente carga emocional y de contenido, los medios te inculcan una idea, su “verdad” y el odio por ciertos segmentos de la sociedad o de los países.
¿Qué es la propaganda?
Hay miles y miles de definiciones para este término; todavía hay una discusión sobre qué se puede considerar propaganda y qué no. Para simplificar, podemos decir que la propaganda es un intento organizado a través de las comunicaciones para influir en las creencias o acciones de una audiencia masiva o para moldear su actitud hacia un tema en particular. La propaganda siempre trata con una audiencia masiva. Pero a pesar de esto, el objeto de la propaganda es individual.
La propaganda de masas apareció en el siglo XX al principio de la Primera Guerra Mundial, cuando los medios de comunicación lograron una gran influencia y una amplia cobertura. En el libro Municiones de la mente, Philip Taylor analiza cuándo nació la propaganda y cómo la gente la usa en tiempos de guerra. Descubrió que se pueden encontrar ejemplos de métodos de propaganda incluso en la antigüedad.
Recuérdese el caballo de Troya: este también es un ejemplo de influencia propagandística.
La propaganda de masas se basa en las propiedades de la psique humana. Existen diferentes opiniones acerca de cuán plástica es la psique humana y cuán susceptible es una persona a la influencia o la persuasión. La propaganda siempre procede de los intereses del autor del mensaje o del creador del material propagandístico.
El ganador del Premio Nobel Daniel Kahneman tiene un libro “Think Slow, Decide Fast” donde describe el sistema de la psique humana. Lo dividió en dos áreas: “sistema uno” y “sistema dos”.
El primero es rápido, automático; el segundo es racional y lento. En la mayoría de los casos, la psique humana usa el “sistema uno”: estos son pensamientos automáticos. El “sistema dos” consume mucha energía: el cerebro tiene que construir conexiones y cadenas lógicas para pensar y razonar. El cerebro prefiere no hacerlo, quiere ahorrar energía, tal es la naturaleza humana. Por lo mismo la propaganda se refiere específicamente al “sistema uno”.
La tarea principal de la propaganda no es fundamentar lógicamente o construir algún tipo de posición razonada. En primer lugar, la propaganda quiere provocar una reacción emocional, por lo que aquí todos los medios son buenos. Cualquier propaganda no tiene lógica, no es necesaria allí. Por lo mismo es imposible apelar a ella o incluso a los hechos. Las construcciones lógicas son una opción perdedora porque el “sistema dos” se activa muy raramente, sólo en casos extremos. Los hechos deben ser concretos y, lo más importante: simples.
¿Por qué gana la propaganda al periodismo? El periodismo apela a la lógica y los hechos, lo que puede ser difícil para una audiencia masiva. La propaganda siempre trabaja hacia la simplificación: cuanto más simple sea el mensaje, más simple el sello ideológico, a más personas podrá llegar esta propaganda.
La eficacia de la propaganda también depende de la disponibilidad de fuentes alternativas de información: cuantas menos, mejor para la propaganda.
Por eso en los países totalitarios se prohíbe la disidencia y se cierran las publicaciones liberales o matan a los periodistas.
Una persona dentro de un sistema totalitario no tiene fuentes de información alternativa.
En tal situación -y esto sucede inevitablemente- su conciencia y percepción de la realidad empiezan a distorsionarse.
Otra propiedad de la psique humana que también ayuda a la propaganda es el deseo de nuestro cerebro de evitar la disonancia cognitiva por cualquier medio. La gente ve con sus ojos una cosa, pero al no tener acceso a fuentes de información alternativas al estado, su cerebro, lleno de propaganda, saca conclusiones opuestas.
La persona es persuasiva. Por ejemplo, en los Estados Unidos, se midió el nivel de influencia de la propaganda en los estudiantes: vieron algún tipo de documental de propaganda, después de lo cual completaron cuestionarios. Ya han medido cómo han cambiado las opiniones de las personas sobre un tema en particular. Resultó que después de ver una película de propaganda basada en una teoría de la conspiración, sin referencia a hechos o un punto de vista alternativo, el número de personas que compartían sus ideas aumentó de un tercio a la mitad.
Aristóteles decía que sin retórica y persuasión no hay política. Y donde hay una técnica de persuasión, habrá abusos. Por supuesto, puede convencer de diferentes maneras, pero la forma más fácil de llamar la atención y ganarse al electorado a su lado es engañar.
Otro de los principales métodos de propaganda es la creación de la imagen del enemigo.
La intensidad de crear un enemigo puede variar, desde culpar a los políticos anteriores por los problemas reales hasta crear un enemigo externo que pueda ser atacado físicamente.
Tenemos un excelente ejemplo de los resultados de la propaganda en el contexto de la guerra de Rusia contra Ucrania. Lo más doloroso es ver la degradación masiva del pueblo ruso, civilizado en su pasado, a una barbaridad de agresión y la realidad distorsionada.
Sin duda viendo estos ejemplos hoy el tema de la propaganda es especialmente relevante. A veces nos parece que se relaciona exclusivamente con países totalitarios o con épocas de conflicto militar, pero no es así: de hecho, la propaganda nos rodea a diario, en casi todos los países hasta cierto punto.
Me parece que es sumamente importante que cada uno de nosotros comience a reconocer dónde termina el periodismo y comienza la propaganda. No sólo esto. Es importante encender el “sistema 2” de nuestro cerebro para que sea más difícil convencernos en la mentira o el miedo, porque ambos son herramientas perfectas para el poder construir un régimen totalitario.
Esta y otras noticias en nuestro canal de Telegram TFPOficial; siguenos tambien por Instagram thefreedompost_