Es un puente famoso en un pueblo pequeño. Se llama Puente de la Magdalena, aunque todos lo conocen como Puente del Diablo.
Está ubicado en Mozzano, Italia, y su fama la adquirió gracias a quien se dice fue su constructor: el mismísimo diablo.
La forma del puente le da dos aspectos: hermosura e intriga. Muchos se preguntan como lleva casi 1000 años en pie intacto y como pudo ser construido. Y aquí entra a jugar su parte el diablo.
Construido en una sola noche
La creencia popular dice que la obra se encargó a un albañil que se mostró preocupado por los plazos de entrega: tenía seis meses para construirlo. Desesperado, una noche se le presentó el el diablo con una propuesta.
Él lo construiría en una sola noche a cambio de llevarse el alma del primer ser viviente que lo cruzara. El albañil aceptó.
Pero el pobre hombre se arrepintió de haber aceptado y corrió a confesar su pecado al sacerdote del lugar. Una noche después, cuando el puente apareció construido, el cura soltó sobre el puente a un perro, que cruzó tranquilamente.
El Diablo debió conformarse con el alma del can y enojado se arrojó a las aguas del río Serchio que pasan debajo del puente y desapareció para siempre.
Se cuenta que en algunas noches de otoño un perro blanco aparece aullando rabiosamente sobre el puente prometiendo venganza.
Otra versión
Una segunda leyenda relaciona al puente con Lucida Mansi, una famosa noble del 1000 de vida disipada y amores por centenares. Hermosa y muy rica, deseaba vivir para siempre. Asustada por el envejecimiento, una mañana, al despertar, notó la aparición de una arruga en su rostro.
Por la tarde, mientras caminaba nerviosa por el Puente del Diablo, se encontró con una joven que le prometía otros 30 años de juventud a cambio de entregar su alma.
Lucida aceptó y fue conducida al punto más alto del puente, donde vio a la joven convertirse en el Diablo, quien le robó el alma y no cumplió el pacto ya que la mujer falleció de peste en 1649, a la edad de 43 años.
Sus restos están enterrados hasta el día de hoy en el convento de los Capuchinos de Lucca.
¿Y si no fue el diablo?
Casi todos los habitantes del lugar creen que fue el diablo el constructor del puente, pero algunos desmienten esa versión y dan otra más racional.
La información histórica sobre la construcción del puente es escasa. Nicolao Tegrimi atribuye su construcción a las órdenes de Matilde de Canossa (1046 -1125), una de las mujeres más famosas de Europa durante la Edad Media.
Fue bautizado con el nombre de Magdalena por una estatua de veneración y protección gracias a un oratorio homónimo construido en las inmediaciones, ya que la estatua de la Magdalena en el puente no se conserva.
Entre 1200 y 1300 el puente fue restaurado por Castruccio Castracani, líder de Lucca, la ciudad más importante de la región.
Pero recién en 1500 aparece algún documento que habla de la construcción del Ponte della Maddalena, su nombre actual.
En 1670 un documento recoge la prohibición de pasar por el puente con las pesadas piedras de molino, con el objeto de no hundirlo.
Ni los nazis pudieron derribarlo
A pesar que el puente fue construido en 1080, se mantiene en pie. Y la creencia que no fue la mano del hombre a construirlo la certificaría un hecho de 80 años atrás.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, el Puente del Diablo corría grave peligro de ser demolido. Los nazis, en retirada, lo habían socavado y colocaron dinamita para derrumbarlo. Pero los explosivos no detonaron.
Sin importarle las leyendas, el Puente del Diablo o de la Magdalena, sigue allí, viendo correr manso el río Serchio. Ya pasaron 943 años de su construcción y más allá de quien fue su constructor, lo importante es su belleza.
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Tal vez quién entregó su alma al diablo fue el propio puente. La entregó a cambio de juventud eterna…
CLARÍN
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