Una nueva caravana de unos 1.000 migrantes salió la madrugada del sábado 4 de marzo de de Tapachula, en el sureño estado mexicano de Chiapas, con la esperanza de avanzar en su camino a Estados Unidos.
Sin dinero, sin papeles y con la amenaza de que pueden ser deportados, cientos de migrantes ecuatorianos, venezolanos, hondureños, guatemaltecos, salvadoreños, colombianos y nicaragüenses decidieron salir en caravana para unirse al primer contingente que partió de este mismo lugar el pasado 28 de febrero.
A pesar del riesgo que representa ir caminando por las carreteras mexicanas, los migrantes emprendieron el camino al ver que el primer contingente no fue detenido por las autoridades mexicanas.
A esta caravana se unió Juan Sebastián González, originario de Venezuela. Dijo que se unió a este grupo porque se quedó sin dinero, ya que lo poco que le quedaba se lo robaron en los retenes y no tenía otra opción.
Dijo que, por ejemplo, en Venezuela no tienen un sueldo digno, por lo que tienen que vender las viviendas, sus cosas y algunas personas viven de los robos y de las extorsiones para poder sobrevivir, por lo que ese país se ha vuelto “corrupto”.
Al grito de “¡Sí, se puede!” y “Nos vamos” los migrantes pasaron el primer retén ubicado en el Ejido Viva México, donde únicamente fueron grabados por un agente de migración y continuaron su marcha.
La región vive un flujo migratorio récord, con 2,76 millones de personas indocumentadas detenidas en la frontera de EE.UU. con México en el año fiscal 2022.
Las autoridades de esos dos paises deportaron a más de 196.300 ciudadanos centroamericanos en 2022, entre ellos más de 35.000 niños y adolescentes, según un informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Con información de EFE
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