Entre estallidos de violencia, las calles de Israel volvieron a llenarse este sábado por undécima semana consecutiva por multitudinarias marchas de protesta contra el Gobierno de Benjamín Netanyahu y la reforma judicial que impulsa, pese a la profunda polarización social que ha provocado.
Con Tel Aviv como epicentro, las manifestaciones congregaron a unas 260.000 personas en más de cien puntos del país, como ya se ha hecho costumbre desde que la reforma fue anunciada en enero.
Sin embargo, las protestas de este sábado estuvieron marcadas por una recrudecida violencia por parte de simpatizantes del Gobierno.
La Policía, que informó de una veintena de detenidos, trató de contener las agresiones de un grupo de enmascarados, activistas de grupos extremistas de derecha.
Uno de ellos disparó fuegos artificiales contra la marcha en la ciudad de Kiryat Ono, en el centro de Israel, denunciaron los manifestantes. Otro agredió físicamente a un manifestante mientras conducía su coche provocándole heridas leves, según las autoridades.
Además, simpatizantes del partido Likud de Netanyahu lanzaron huevos a manifestantes en la ciudad de Or Akiva, y un hombre embistió con su motocicleta una marcha en el barrio de Givatayim, en Tel Aviv.
Hasta el momento no se ha informado de heridos graves, pero el jefe de la oposición, el ex primer ministro Yahir Lapid, condenó la violencia tras asistir a las protestas.
«Aumento extremo del nivel de violencia contra los manifestantes. La incitación del Gobierno israelí contra la protesta es lo que lo provocó. Matones violentos hicieron estragos esta noche en todo el país», denunció Lapid en Twitter, solicitando a Netanyahu que «condene enérgicamente» los hechos.
En medio del movimiento de protesta más grande de Israel en los últimos años, cuyas marchas han llegado a congregar a medio millón de personas en un sólo día, Netanyahu ha calificado a los manifestantes de «anarquistas» y su hijo los comparó con el ala paramilitar del Partido Nazi.
«¿Qué teníamos en Alemania en los años 30? Matones a sueldo que sembraban el terror político en las calles. Ningún asesinato pero (…) crearon el caos y su partido se alzó antidemocráticamente», dijo el viernes Yair Netanyahu, a la radio israelí.
POR LA DEMOCRACIA
Temiendo que la reforma socave la democracia y la independencia de la Justicia en Israel, los manifestantes esgrimieron banderas y antorchas, mientras las autoridades trataban de evitar el bloqueo de vías con vallas metálicas y el despliegue de la Policía montada y tanques de agua.
«Nunca nos rendiremos!», decía una pancarta gigante extendida sobre las cabezas de los manifestantes.
Mujeres vestidas con túnicas rojas marchaban en defensa de la igualdad de género, mientras miembros del colectivo LGTBQ+ clamaban por sus derechos ondeando banderas israelíes de tonos rosados.
«Este es el hogar de todos nosotros», rezaban pancartas que llevaban israelíes beduinos en el poblado de Hura.
La reforma de Netanyahu, que suprime la capacidad del Supremo de revisar y anular leyes anticonstitucionales y da al Ejecutivo control total en el nombramiento de jueces, sigue su curso en el Parlamento y podría ser aprobada a finales de marzo.
El primer ministro insiste en la pertinencia de su reforma pese al fuerte rechazo que ha suscitado en sectores muy diversos de la sociedad -desde intelectuales, científicos y empresarios de la alta tecnología, hasta soldados, banqueros y estudiantes- e incluso pese a los cuestionamientos de la comunidad internacional.
Para este domingo, se espera que cientos de reservistas de élite del Ejército israelí inicien un paro en protesta por la reforma.
Esta semana, Netanyahu descartó una reforma alternativa, menos radical, propuesta por el presidente Isaac Herzog en un intento por rebajar la profunda polarización del país y evitar una «guerra civil».
Los líderes de la oposición han respaldado el plan de Herzog, e incluso algunas voces de la derecha empiezan a darle crédito.
El ministro de Cultura y Deporte, Miki Zohar, afirmó que el Gobierno debería mostrar más voluntad de compromiso en la reforma judicial.
«Si seguimos manteniendo la cabeza en la arena y la brecha [social] se profundiza, será el Estado de Israel el perjudicado», dijo, según el Canal 12.
Por su parte, Yuli Edelstein, legislador del Likud, pidió que se paralice la reforma judicial para negociar con sus detractores.
«Podríamos haber hecho esto hace tiempo por varias razones. No sólo para dar una oportunidad al diálogo, sino también para no avivar las protestas», reconoció.
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