Sentirse mujer o sentirse hombre. Con la recién estrenada ‘ley trans’ basta la mera voluntad, sin ningún informe previo ni médico ni psicológico, para pedir el cambio de sexo en el DNI. Tampoco está condicionado a la previa modificación de la apariencia con intervenciones médicas ni quirúrgicas. La nueva regulación elimina burocracia y años de espera a muchas personas que no se sienten cómodas con el género asignado en su nacimiento, basta con acudir al registro y solicitarlo. Pero también abre una peligrosa puerta a que se utilice solo para buscar beneficios personales.
Al sindicato CSIF, le preocupa que se convierta en un ‘coladero’ para presos que quieran mejorar su situación en las cárceles. No hay datos nacionales aún del número de internos que lo han solicitado en las prisiones españolas. Solo se sabe que, al menos, desde que se aprobó la ley en Asturias ya hay seis reclusos que han solicitado el cambio de sexo para cambiarse al módulo de mujeres.
Dos presos ya lo han pedido al Registro Civil de Llanera y otros cuatro pedirán la rectificación en breve, según ha avanzado ‘La Nueva España’. Al parecer, uno de ellos está en prisión por violencia de género y acoso.
La ley les permitirá beneficiarse de todas las medidas de acción positiva en favor de las mujeres. Aunque no suponga un cambio en su situación jurídica y no tenga una rebaja de pena, «tendrán un beneficio claro solo con el hecho de pasar al módulo de mujeres», explica a ABC Sergio García, delegado de CSIF prisiones. «Entre las reclusas hay menos toxicomanías, más limpieza, más orden, el ambiente es más tranquilo..» Cree García que sin informes previos, cualquier preso que se sienta en una situación de amenaza por otros reclusos o en una situación incómoda podrá utilizar esta vía para dejar su módulo de prisión. «Esta ley es un despropósito y en las prisiones no sabemos cómo abordarlo», se queja.
Antes de la aprobación de la ‘ley trans’ se contaba con una instrucción de 2006 de Instituciones Penitenciarias donde se indicaba cómo actuar en caso reclusos transexuales. En esa instrucción ya se permitía a transexuales femeninos que ingresaran en módulos de mujeres aunque no se hubieran sometido a una intervención de cambio de sexo o su nombre en el DNI fuera aún de varón. Pero debían justificarlo con informes médicos y psicológicos, no bastaba la mera voluntad.
En Escocia, con una ‘ley trans’ tan permisiva como la española, ya se han encontrado con problemas similares. El más escandaloso es el Adam Graham que decidió cambiar de género y llamarse Isla Bryson tras ser acusado de violación por dos mujeres. Isla esperaba ser trasladada a una cárcel en espera de la sentencia, pero su caso llegó hasta los tribunales y fue finalmente desviada a una unidad especial en una cárcel para hombres en Edimburgo. Aunque finalmente, se prohibió que el agresor sexual acabara en una cárcel de mujeres, casos como este obligaron a la presidenta Sturgeon a dimitir.
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