La industria alemana y la oposición conservadora criticaron este martes 11 de abril el apagón nuclear, que se realizará el próximo sábado con la desconexión de las últimas tres centrales atómicas, y rechazaron que el suministro esté garantizado, como asegura el Gobierno del país.
«La seguridad energética no está garantizada. Hay que pensar también en ello a largo plazo», afirmó el presidente de la Cámara del Comercio y la Industria Alemana (DIHK), Peter Adrian, en declaraciones al diario «Rheinische Post».
Alemania debe aportar por la diversificación para superar eventuales problemas de suministro futuros o evitar alzas de precios en el sector, prosiguió el presidente del DIHK.
El vicepresidente del grupo parlamentario conservador en el Bundestag (Parlamento federal), Jens Spahn, consideró por su parte que el adiós a las plantas nucleares, mientras se mantienen en activo energías fósiles como el carbón, atenta contra los objetivos de neutralidad climática.
«El sábado será un mal día para la lucha contra el cambio climático», aseveró Spahn, en declaraciones al canal de televisión privado RTL.
Estos pronunciamientos siguen al del ministro alemán de Economía y Protección del Clima, el verde Robert Habeck, quien considera garantizada la seguridad energética y advierte además de que el apagón nuclear será irreversible.
«La seguridad energética se logró en el difícil invierno pasado y seguirá así en el futuro», afirmó el lunes Habeck, vicecanciller en el tripartito entre socialdemócratas, verdes y liberales de Olaf Scholz.
El ministro recordó ahí que los depósitos de gas están en los niveles adecuados, que se han instalado y funcionan las primeras terminales de GNL en el norte del país y que se avanza en el desarrollo de las renovables, que en 2030 deberán proporcionar el 80 % del consumo.
Habeck descarta además la construcción de nuevas centrales, con el argumento de que ahí donde se ha dado ese paso se ha demostrado que es un «fracaso económico», y cita como ejemplos Francia, Reino Unido y Finlandia.
Scholz aprobó el pasado octubre un aplazamiento del calendario previsto para la desconexión de las últimas tres plantas, que inicialmente iba a producirse el 31 de diciembre pasado pero que quedó postergada hasta el 15 de abril.
El canciller hizo uso para ello de sus competencias especiales y prescindió del consenso con sus socios, ante el desacuerdo persistente entre los verdes, contrarios al aplazamiento, y los liberales, que consideraban debían mantenerse en activo al menos hasta 2024.
La prórroga decidida por el canciller se produjo mientras se temía por la seguridad de los suministros en el invierno alemán, tras la reducción acelerada de la dependencia energética respecto a Rusia, precipitada por la invasión de Ucrania.
Esta decisión implicó que las tres últimas plantas- Isar 2 y Neckar 2, en el sur del país, y Lingen, en el centro- seguirían en activo hasta el 15 de abril.
El aplazamiento supuso una nueva modificación en el calendario del apagón, pactado en el año 2002 con la industria del sector por el canciller socialdemócrata Gerhard Schröder, con los Verdes como aliados, y con el objetivo de cerrar la última planta en 2022.
La canciller conservadora Angela Merkel alteró ese plan en su segunda legislatura, al acordar en 2009 con sus socios liberales un plazo más amplio en el camino al adiós nuclear.
A raíz de la catástrofe de la planta japonesa de Fukushima, en 2011, la propia Merkel volvió al plan inicial de desconectar progresivamente las centrales hasta 2022.
Las tres últimas plantas proporcionaban a finales de 2022 apenas un 6 % del total del consumo eléctrico, pero se consideraban necesarias para la seguridad del suministro.
Mientras se ha avanzado hacia el adiós nuclear, Alemania ha reactivado varias explotaciones de carbón, aunque mantiene el objetivo de abandonar también esta fuente de energía entre 2030 y 2038.
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