Una calma tensa prevalece este martes en Jartum y otras ciudades de Sudán tras la entrada en vigor de un nuevo alto el fuego de siete días mediado y supervisado por Estados Unidos y Arabia Saudí, después de más de un mes de enfrentamientos entre el Ejército regular y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).
Residentes dijeron a EFE que gran parte de Jartum amaneció en calma con excepción de algunos distritos en las afueras de la urbe, como la parte meridional de Um Durman, una de las tres que componen la capital, donde se han oído disparos esporádicos de armas ligeras.
Aviones militares sobrevolaron el sur de Um Durman, donde existen concentraciones de las FAR, así como el este de Jartum, donde se ha escuchado el sonido de bombardeo, aunque sin saber si se trata de un ataque aéreo o artillero, agregaron.
El nuevo alto el fuego, que entró en vigor a las 18.45 GMT del lunes, fue alcanzado el sábado en la ciudad portuaria saudí de Yeda, tras más de dos semanas de negociaciones indirectas mediadas por el reino árabe y EE.UU., y tiene como principal objetivo facilitar el flujo de ayuda urgente al país africano.
Según el acuerdo de Yeda, tanto el Ejército como los paramilitares se comprometen a proteger a los civiles y al personal humanitario y desocupar instalaciones civiles, muy en especial hospitales e instalaciones de servicios, como las de agua, telecomunicaciones y electricidad, entre otros.
También a evitar enfrentamientos en barrios residenciales, ocupar viviendas o hospitales, o utilizar a civiles como «escudos humanos».
Se trata de la primera tregua monitoreada por una Comisión de Supervisión y Coordinación, integrada por representantes de Arabia Saudí y Estados Unidos, después de que ninguna de las pausas anteriores fuera respetada por las partes enfrentadas.
Los enfrentamientos en Sudán pusieron el sistema sanitario en el país al borde del colapso y causaron desde su inicio, el 15 de abril, la muerte de más de 700 civiles y heridas a otros más de 5.000, además del desplazamiento interno y externo de más de 1,1 millones de personas, en su gran mayoría mujeres y niños, según Naciones Unidas.
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