El reloj avanza y las posibilidades de que los cinco tripulantes de “Titán”, submarino turístico de la empresa OceanGate Expeditions, sean rescatados con vida, disminuyen.
La madrugada de este martes la Guardia Costera de Estados Unidos envió un sumergible a la zona del Atlántico donde se realizan las tareas de búsqueda de la nave que transportaba a un grupo de personas a los restos del Titanic.
Mi’sel Joe, jefe del grupo indígena canadiense propietario del barco nodriza “Polar Prince” desde el que se lanzó el domingo el “Titan” en su viaje al legendario trasatlántico inglés, confirmó la información en la radiotelevisión pública canadiense CBC.
El multimillonario Hamish Harding es una de las cinco personas que se encuentra dentro del submarino. Los equipos de rescate solo tienen 96 horas hasta que los ocupantes se queden sin oxígeno. Hay que tener también en cuenta que en el descenso a las profundidades del océano y el ascenso se puede tardar alrededor de ocho horas.
OceanGate arrojó al mar el submarino Titan cerca de donde se encuentran los restos del que fuera el barco más grande del mundo. Lo normal es que el sumergible envíe señales a la nave nodriza (desde la que se lanza) cada 15 minutos, pero la última conexión fue este lunes a las 3:00 pm (hora local de Londres).
Los expertos pronostican que será un rescate difícil. Chris Parry, excontraalmirante, explicó que uno de los inconvenientes es la uniformidad del lecho marino ya que los restos del Titanic yacen en un foso a 4.000 metros de profundidad. “Hay muchos escombros alrededor del barco y es muy difícil tratar de diferenciarlos con el sonar desde otro sumergible”, añade.
Una de las ventajas es que la presión del aire dentro del sumergible permanece constante, equivalente a la presión al nivel del mar, lo que elimina la necesidad de hacer una descompresión durante el ascenso.
Una aventura peligrosa
Con sede en Dubai, Hamish Harding, uno de los turistas que va en el submarino, es propietario de Action Aviation, una empresa dedicada al sector de los aviones y helicópteros de negocios.
Precisamente, la semana pasada, Harding, de unos 50 años, contó en las redes sociales que se uniría a la expedición de OceanGate como “especialista en misiones”, definición que se da a los candidatos formados por OceanGate en una amplia gama de roles y habilidades. Cada uno de ellos recibe formación en navegación y pilotaje de sumergibles, seguimiento y comunicaciones, así como mantenimiento y operaciones. “Debido al peor invierno en Terranova en 40 años, es probable que esta misión sea la primera y la única tripulada al Titanic en 2023”, comentaba.
Parece ser que a Harding le gusta la aventura. Marcó un récord el año pasado al ser parte de la primera tripulación en sumergirse hasta el fondo del mundo y volar al espacio como parte de la misión NS21 de Blue Origin –con asientos a bordo que cuestan cerca de 1 millón de dólares cada uno–.
También fue una de las dos personas que en 2021 realizó una inmersión a 11.000 metros de profundidad que duró 12 horas en Challenger Deep.
A bordo del “Titán” iban además: el piloto, un cámara y otras dos personas que, según los datos recogidos por varios medios americanos, de la web de OceanGate, habían pagado una cantidad parecida a 250.000 dólares para hacer este viaje.
El sumergible pesa unas 10 toneladas y fabricado con fibra de carbono y titanio con sistemas de seguridad, explica OceanGate, de primer nivel. Ahora mismo se desconoce qué le puede haber pasado en la embarcación y qué futuro espera a la tripulación.
La búsqueda, sin embargo, no es nada fácil. El único punto de referencia es el lugar dónde el barco que transportó el submarino desde la costa de Terranova hasta el punto donde inició el descenso, pero se está explorando una zona remota, de miles y miles de metros cuadrados, en la parte de encima del mar, pero también a la profundidad del océano.
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