Este será posiblemente uno de los artículos más controversiales que yo haya escrito y es la continuación de mi análisis y opiniones sobre la guerra de Ucrania, conflicto sobre el cual tengo ya más de un año escribiendo.
Hay varios elementos que no se pueden perder de vista para entender y analizar la guerra de Ucrania. El primer elemento a tomar en cuenta es la campaña de desinformación a la que nos hemos visto sometidos durante esta guerra, donde las dos partes buscan vender una imagen no muy precisa, por decir lo menos, sobre lo que está sucediendo en el terreno. De esta manera, observo que la mayoría de los medios de comunicación occidental siguen una sola línea editorial en el que se presentan informaciones poco objetivas, falsas o manipuladas tanto sobre los orígenes históricos del conflicto como sobre los resultados de la guerra al momento, esto ciertamente complica más la tarea de análisis de los escritores toda vez que al apartarse de la matriz de opinión que han construido estos medios, se exponen a ataques y censura. Esta afirmación sobre la manipulación de la información es tan cierta que con sorpresa descubrí recientemente la existencia de la página de la organización ucraniana PR Army (https://www.pr.army) cuya labor es financiar a periodistas y medios para compartir la supuesta verdad sobre la guerra en Ucrania y a la que están afiliados o relacionados una gran cantidad de periódicos y medios de comunicación occidentales del más alto nivel del mundo (CNN, BBC, New York Times, The Hill, US Today, etc). ¿Como podríamos considerar imparcial a un medio de comunicación o un periodista que recibe financiamiento, ayuda y lineamientos de como escribir y que conceptos usar por parte de esta organización? El trabajo y función de Pr Army trajo inmediatamente a mi mente el Ministerio de la Verdad del que habla George Orwell en su libro 1984. Del lado ruso por supuesto que también hay informaciones falsas y en algunos casos exageradas pero la realidad es que el alcance y la capacidad de influir y manipular la información que consumimos en occidente por parte de Rusia es ínfima y muy limitada. El segundo elemento básico para abordar el análisis de esta guerra y plantearse posibles soluciones es la adopción de un marco teórico de análisis tomado de la disciplina de las relaciones internacionales del cual he hablado en otros artículos y que es la concepción realista de las relaciones internacionales donde los estados toman decisiones y actúan con criterios racionales y análisis de costo beneficio en función de intereses vitales y en la búsqueda de la preservación de su existencia como estados. En este caso como he dicho en otro momento no importa lo que opine yo, lo que importa es lo que los rusos consideren intereses vitales y lo que piensan que está en juego en esta guerra y es evidente y lo han repetido hasta la saciedad, que para ellos está en juego su existencia como nación y por ello están dispuestos a llevar esta guerra hasta el final. Entendiendo la importancia y riesgo que para Rusia representa que Ucrania sea parte de la OTAN podemos inferir su posible comportamiento y actuaciones. El tercer elemento fundamental es entender que la guerra en Ucrania y las relaciones internacionales son tan complejas que su análisis involucra conocimientos e informaciones de geopolítica, geoestrategias, historia, psicología, finanzas, aspectos militares, derecho internacional, derecho electoral y reordenamiento del orden internacional, sin embargo, aunque nutriré mi análisis de todos esos elementos trataré de hacer este articulo lo más conciso, corto y sencillo.
En este artículo abordaré la doctrina de la destrucción mutuamente asegurada, su poder disuasorio y la posibilidad de que esta doctrina sea una solución a la actual guerra en Ucrania y traiga la paz.
La doctrina de la destrucción mutuamente asegurada fue concebida por el brillante científico John Von Neuman y se refiere a que cualquier uso de armamento nuclear por cualquiera de dos bandos opuestos con capacidad nuclear podría desembocar en la destrucción mutua de ambos, tanto el defensor como el atacante. En el caso de la Guerra Fría el poder disuasorio de esta doctrina permitió mantener una paz helada por la capacidad de disuasión que este potencial acarreaba. Durante ese período de la Guerra Fría ambas potencias tenían conciencia que el único resultado posible de un conflicto nuclear entre ambas potencias suponía la aniquilación propia.
Esta doctrina supone que cada superpotencia tiene suficiente armamento para destruir a su oponente y que cualquiera de los bandos de ser atacado por cualquier razón por el otro bando respondería al ataque con la misma o con mayor fuerza, el resultado esperado es que la batalla escale al punto donde cada bando obtenga la destrucción total y asegurada del enemigo. La doctrina asume que ninguno de los dos bandos sería lo suficientemente irracional como para arriesgar su propia destrucción; supone que ninguno de los bandos se atrevería a realizar un primer ataque o ataque nuclear preventivo bajo el temor que el otro ataque en respuesta. Podemos afirmar que esta doctrina fue un elemento vital en el mantenimiento de la paz en el mundo por más de 50 años.
En uno de mis artículos anteriores comentaba que han pasado tantas décadas desde la Segunda Guerra Mundial y del uso de armas nucleares en Hiroshima y Nagasaki que ya el ser humano pareciera haber perdido el temor, el respeto y la preocupación por el uso de estas armas nucleares. El primer lustro de la década de los 80 fue tal vez el período de mayor conocimiento sobre el peligro de una guerra nuclear y sobre el invierno nuclear, sin embargo, estos temores y estos conocimientos se fueron perdiendo el tiempo y hoy día nos encontramos con un total desconocimiento tanto de los dirigentes como de los ciudadanos en los Estados Unidos y en Europa sobre las consecuencias del uso de armas nucleares y la teoría del invierno nuclear y lalo que se traduce en lo que ha disipado en cierta forma el que haya en la población el temor a la utilización de armas nucleares en un conflicto. Este desconocimiento sumado a la desinformación imperante está permitiendo que los lideres de occidente estén actuando con la mayor irresponsabilidad en sus decisiones sin tomar en cuenta que exponen a sus ciudadanos a la muerte. Hoy día parecemos no entender que el peligro de un armagedón nuclear es real. Así por ejemplo de la manera más irresponsable posible el día de 20 de junio 2023 en un discurso en la Conferencia Internacional para la Reconstrucción de Ucrania, la Presidente de la Comisión Europea Ursula Von der Leyen dijo “Ucrania es un país miembro de la Unión Europea”. ¿Y es allí donde uno se pregunta, a que están jugando? ¿Quién la autorizó a pronunciarse de esa manera en nombre de millones de europeos?. Entiende esa funcionaria lo delicado de ese comentario el mismo día que Rusia anuncia que sus misiles hipersónicos están casi listos para portar armas nucleares con lo cual el sistema de defensa misilistico de Europa se vuelve inútil. De igual manera, la Ministra de Relaciones Exteriores de Alemania comentó: “No me importa lo que piensen mis votantes pero estaremos con Ucrania tanto tiempo sea necesario”. Surgen tantas preguntas al escuchar estas insensateces que tal vez se resumen en una ¿Están Europa y los Estados Unidos dispuestos a destruir sus países y conducir a la muerte a sus ciudadanos por defender a un país del que nadie sabía nada hasta hace unos meses y que no representa un interés vital en su seguridad nacional ni de Europa ni de los Estados Unidos? Yo personalmente dudo que Ucrania y sus ciudadanos le importen al liderazgo europeo y a la OTAN y que realmente son nada más que un simple instrumento para debilitar y destruir a Rusia y así lo han dicho funcionarios norteamericanos y europeos, afirmando que su fin último es “acabar con Rusia”. La realidad es que estamos perdiendo el control sobre esta guerra y el resultado sin duda será un escalamiento hacia una guerra nuclear.
En todo caso, todas estas actuaciones, errores, decisiones, comentarios y el peligro inminente de destrucción de la humanidad solo reafirman lo que es el punto principal de este artículo que es la necesidad urgente de rescatar el poder disuasorio de la doctrina de la destrucción mutuamente asegurada como elemento de paz y estabilidad.
Entendiendo que algunos lideres de occidente incluyendo a los Estados Unidos han perdido el respeto y el temor a una guerra nuclear (bien sea por una sobreestimación de sus capacidades militares, por subestimación de la capacidad militar de Rusia en una guerra convencional y nuclear o por la no aceptación de la realidad del nuevo mundo multipolar), con las consecuencias que ello acarrea, se hace urgente rescatar la importancia de esta doctrina como posiblemente uno de los pocos caminos que va quedando como posibilidad para lograr la paz en la guerra de Ucrania y sobre todo evitar un holocausto nuclear.
Para validar a la importancia de la doctrina de la destrucción mutuamente asegurada debemos partir por saber dónde nos encontramos hoy en la guerra de Ucrania y cuáles son los posibles resultados de la misma y sus consecuencias. En principio hay tres escenarios posibles, uno es la victoria de Ucrania en la Guerra, el segundo es la victoria de Rusia y el tercero un empate o unas negociaciones de paz. Partiendo de la posición rusa, repetida miles de veces durante por casi 25 años, que la entrada en la OTAN de Ucrania representa una amenaza existencial de Rusia, una victoria de Ucrania es inaceptable para Rusia por lo que en caso de estar cerca la misma, Rusia haría uso de armas nucleares tácticas en Ucrania quedando a la espera de la respuesta de la OTAN. Sino hay respuesta militar de la OTAN presenciaríamos la llegada de la paz, pero de haberla eso conllevaría un escalamiento del conflicto con un enfrentamiento directo de la OTAN con Rusia y posterior uso de armas nucleares estratégicas.
En el caso de una inminente victoria de Rusia, que es lo más lógico que suceda, podríamos presenciar la entrada activa de la OTAN en la guerra en defensa de Ucrania lo que llevaría a un escalamiento con el posible uso de armas nucleares al verse una de las partes en inminente pérdida. En el tercer escenario que es un empate o el inicio de negociaciones de paz estaríamos frente a un conflicto latente e inminente en el cual de no solucionarse los problemas de fondo se reactivaría en cualquier momento llevándonos de nuevo a los otros dos escenarios. Este último escenario solo podría llevar a una paz estable si y solo si Ucrania se compromete a no ingresar a la OTAN, se desarma y renuncia a los territorios que se encuentran bajo el control de Rusia luego de procesos de referendos populares realizados el 11 de mayo de 2014 que transformaron a las provincias de Donetsk, Luhansk Jersón y Zaporiyia en republicas independientes y que fueran integradas constitucionalmente a Rusia mediante tratados de anexión firmados con esas regiones. En todo caso este escenario no va a suceder mientras Ucrania cuente con el apoyo y financiamiento de la OTAN para seguir en guerra.
Como expliqué en un artículo anterior, yo soy un fiel creyente en las soluciones negociadas, pero observo que, en esta guerra, occidente no tiene la disposición ni el interés de sentarse a conversar y negociar la paz y estoy seguro que muchos lectores notaran que con las posiciones actuales de todos los actores involucrados no existe posibilidad de que llegue la paz sino más bien un escalamiento del conflicto cuyo último paso sería el uso de armas nucleares y la destrucción del mundo tal como lo conocemos. Con esta premisa es que planteo como posible solución al conflicto el rescate urgente del poder disuasorio de la doctrina de la destrucción mutuamente asegurada.
¿Pero cómo rescatar el poder disuasorio de la doctrina de la destrucción mutuamente asegurada? ¿Como rescatar el instinto de auto supervivencia que parece haberse perdido en el liderazgo y nuestra sociedad occidental? ¿Como rescatar el temor a un holocausto nuclear?
El poder disuasorio nace de la aceptación de las posibles consecuencias negativas de una acción o decisión en particular lo que lleva a desistir de la misma. En este caso en particular es necesario identificar un evento o acción que permita a los actores involucrados tomar conciencia y sentir temor sobre el horror de una guerra mundial y el uso de las armas nucleares. Es necesario despertar a las sociedades y concientizarlas sobre el abismo que tenemos en frente con lideres que con sus decisiones están construyendo un mundo cada día más inseguro. inestable y que están llevándonos a la destrucción de la humanidad.
Al tratar de identificar este evento, que sería una especie de cisne negro, entraríamos en el terreno de la ética y las consideraciones morales específicamente en la doctrina del mal menor, a la que me suscribo en mi vida y que es un principio ético que justifica la elección de un mal con tal de evitar otro mal mayor. En la Ética a Nicómaco, Aristóteles escribe: “Porque el mal menor se puede comparar con el mal mayor como un bien, ya que este mal menor es preferible al mayor, y todo lo preferible es bueno”.
Ese mal menor en este contexto de la guerra en Ucrania sería el uso de una bomba nuclear táctica (bomba de pequeña capacidad destructiva de entre 5 a 15 kilotones) sobre Ucrania por parte de Rusia. Esta acción demostraría el poder destructivo de un arma nuclear y traería temor y conciencia al mundo y a los lideres de la OTAN y los Estados Unidos. Este sería un mal menor frente a lo que representaría un escalamiento de la guerra convencional entre Rusia y la OTAN que llevaría a una guerra total con uso de armas nucleares tácticas y estratégicas.
Esta opción de un ataque nuclear táctico de Rusia está sobre la mesa al punto que ya ha sido mencionada por parte del Presidente Biden y ha discutida públicamente por algunos congresistas de Estados Unidos (Lindsey Graham (R) y Richard Blumental (D). Esta opción forma parte de la doctrina rusa denominada “escalar para desescalar” y ha sido tema de debate por décadas en Rusia y contempla que durante un conflicto militar convencional que Rusia estuviera perdiendo frente a la OTAN, se haría un uso limitado de armas nucleares tácticas, para que el temor llevara a una finalización abrupta de la guerra convencional para dar paso a conversaciones de paz.
En un artículo de Levshin, Nedelin y Sosnovskiy “Sobre el uso de las armas nucleares para desescalar las acciones de combate”, publicado en mayo de 1999 en la revista Voennaia Mys, los autores afirmaban que la implementación de la desescalada nuclear requiere el uso práctico de armas nucleares tácticas para demostrar determinación de uso, atacando diversos objetivos con los que materializar el peligro de un deslizamiento hacia un intercambio nuclear masivo. Los autores refieren seis posibles peldaños en la escalera del conflicto con empleo de las armas nucleares tácticas que vinculare al caso de Ucrania (demostración, intimidación, represalia).
- Demostración, que consistiría en hacer usar un arma nuclear en alguna zona despoblada de Ucrania o, en un objetivo militar pequeño que en este caso Ucrania interprete como un aviso.
- Intimidación-Demostración, contempla ataques nucleares contra infraestructura o ataque a fuerzas ucranianas con la intención de limitar su capacidad operacional y táctica, pero sin causar una gran cantidad de pérdidas humanas.
- Intimidación. En este peldaño se realizarían varios ataques nucleares contra tropas ucranianas en el área de operaciones principal, con el fin de degradarlas hasta el punto de cambiar el equilibrio de fuerzas del lado ruso.
- Intimidación-represalia. Contemplaría ataques nucleares tácticos a lo largo del teatro de operaciones de manera selectiva, destruyendo los depósitos, bases y concentraciones de tropas.
- Represalia-intimidación. Rusia ampliaría el número de objetivos atacados con armas nucleares tácticas en el teatro de operaciones con el objetivo de lograr un cambio radical en el equilibrio militar.
- Represalia. Contemplaría ataques nucleares masivos por todo el teatro de guerra atacando no solo objetivos militares enemigos sino también objetivos económicos de gran importancia.
Yo, como ser racional y pensando con un criterio egoísta de autopreservación de mi vida, espero que si Rusia decide usar un arma nuclear táctica en Ucrania se incline por implementar solo el primer peldaño y que utilice una sola bomba nuclear táctica en alguna zona despoblada de Ucrania o, en un objetivo militar y que este evento icónico e histórico detenga la continuación de la guerra y la inminente escalada militar que representaría una guerra directa de la OTAN y Rusia con armamento nuclear estratégico (bomba con capacidad destructiva de 100 hasta 800 kilotones o 1 a 10 megatones) y que traería como consecuencia el fin de la humanidad, no solo por los centenares de millones de muertes por efectos de las bombas y la radiación sino por las consecuencias del invierno nuclear. Estoy apelando a la racionalidad de la OTAN y de los Estados Unidos en este planteamiento sobre la finalización de la guerra, aunque no es descartable que la OTAN y los Estados Unidos puedan optar por dar una respuesta nuclear aun cuando Ucrania no es miembro de la OTAN y no habría justificación para la activación del artículo 5 de la organización.
Para nuestras sociedades, solo contemplar la muerte, la destrucción, la contaminación y el pánico de los soldados y de la población ucraniana, producto de la explosión de un arma nuclear sería un llamado de atención para la humanidad, sería un aviso que aún estamos a tiempo de evitar que esa realidad que podría vivir Ucrania se viva a nivel mundial. El mundo entendería que las armas nucleares son la peor pesadilla que puede vivir el ser humano y que ser víctima de ellas está tan cerca como nunca lo hemos imaginado. Este ataque movilizaría a todos los pueblos del mundo no contra Rusia sino contra los propios lideres que están empujando al mundo hacia ese acantilado.
Esta sería la primera vez en la historia que en vivo y en directo veríamos una explosión atómica y sus efectos. Ya no se podría tapar el sol con un dedo, el mundo empezaría a pensar, el mundo abriría los ojos y exigiría responsabilidad y mesura a sus presidentes en sus decisiones. Los pueblos tomarían en serio la política con una mayor participación y posiblemente veríamos como en la década de los ochentas a poblaciones enteras en las calles en manifestaciones masivas exigiendo la paz.
Este miedo y el respeto a las armas nucleares rescatarían el poder disuasorio de la doctrina de la destrucción mutuamente asegurada y llevarían a la humanidad a un nuevo período de paz por décadas y posiblemente a la firma de acuerdos sobre limitaciones de arsenales y potencia de armas nucleares.
Ya para finalizar, rescato mi planteamiento sobre la importancia de la racionalidad en la toma de decisiones por parte de nuestros lideres, toda vez que hoy 23 de junio 2023 presencie con sorpresa una rueda de prensa conjunta entre los congresistas de Estados Unidos (Lindsey Graham (R) y Richard Blumental (D) en la cual llaman al presidente Biden a activar el artículo 5 de la OTAN si Rusia utiliza un arma nuclear táctica en Ucrania, no por ser un ataque directo a la OTAN sino por las consecuencias sobre la salud por efecto de la radioactividad en los ciudadanos de algún país miembro de la OTAN. El mensaje de Graham fue muy claro: “Nuestro mensaje al círculo de Putin es que si usa un arma nuclear táctica en Ucrania pueden esperar una respuesta masiva de la OTAN y Putin estaría en guerra con la OTAN”. Esta rueda de prensa es muy significativa ya que nos muestra que los Estados Unidos se están tomando con mucha seriedad la posibilidad de uso de armas nucleares en Ucrania y a la vez que algunos políticos ya están preparan el terreno para actuar en consecuencia. Yo, espero que los políticos más conscientes, racionales y lógicos opten por la opción de desescalar y no tomar la decisión de hacerse parte de la guerra y atacar a Rusia.
La doctrina de la destrucción mutuamente asegurada garantizó la paz del mundo por más de 75 años y es el momento que vuelva a ser parte de la agenda mundial para garantizar la existencia de la humanidad.
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