Las parejas de pájaros también pueden «separarse»

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Muchas especies de aves tienen una sola pareja. A los humanos nos encanta proyectarnos en ese amor incondicional que parece imposible entre nosotros. ¿Cómo lo harán? Nos preguntamos. Pues bien, de la misma forma que nosotros, porque las aves tampoco consiguen siempre que el idilio les dure toda la vida.

Las aves más conocidas por su monogamia, como el cisne, la paloma, el búho y la lechuza o el pingüino, acostumbran a permanecer junto a su pareja mucho tiempo, sí, pero eso significa durante al menos una temporada de reproducción. Cuando esta pasa, el amor a veces también pasa.

Resulta que su especie es tan distinta a la nuestra como similar. Las cuestiones del corazón, esas cuestiones que a los humanos decimos que nos hacen «volar», también les cortan las alas a los que las tienen de verdad, ¿pero por qué? Para entenderlo primero hay que entender el amor entre plumas.

De la complicidad al olvido

Hemos hablado sobre palomas en numerosos artículos. Estas aves tan cotidianas en el mundo humano como desconcertantes tienen muy claro eso que en nosotros sigue siendo una lucha: los cuidados compartidos. Las palomas comparten, por ejemplo, las tareas de incubación de huevos.

Por su parte, otras aves como el búho y la lechuza también comparten las responsabilidades de criar a sus retoños. Y los pingüinos. Sin embargo, otro ejemplo rompe aquí con esta idea generalizada: el pato mandarín hace lo mismo, es decir, cumple una tendencia monógama, pero solo durante la época de cría. Cuando éstas abandonan el nido, los padres se separan

Hay aves que incluso realizan bailes rituales para fortalecer sus lazos, y se alían entre macho y hembra para defender juntos su territorio. Pero, de pronto, el proceso se invierte. Tanto que los etólogos hablan de «divorcio» para tratar esta cuestión.

Una nueva investigación

Vislumbramos algunos motivos que provocan ese «divorcio» en parejas humanas: la distancia, la infidelidad, el mal entendimiento o la falta de comunicación (o un compendio de todos ellos). En el caso de los pájaros, todo es más simple y complejo al mismo tiempo.

En la separación entre aves, existe una correlación entre la promiscuidad masculina o propensión a la poligamia de los machos, la migración (y sus alteraciones)

Los autores de un estudio publicado el pasado 5 de julio en la revista científica Proceedings of the Royal Society han querido profundizar en el tema determinando los principales factores de la separación aviar. Durante su investigación, descubrieron además dos nuevos motivos de divorcio en las aves que hasta ahora se desconocían.

Lo primero que encontraron es una correlación entre la promiscuidad masculina o propensión a la poligamia, y la migración para que esto suceda. Para llegar a ello estudiaron a los machos de varias especies de aves monógamas, observando su comportamiento con las hembras. Establecieron unos porcentajes de promiscuidad con los que atestiguar dicho comportamiento de manera empírica. Entonces, se dieron cuenta de que la separación a menudo se daba en lugares con gran concentración de hembras.

El peligro de que los climas cambien

Otro motivo en el que se adentraron es el hecho mismo de la migración de larga distancia. Estudios previos ya habían hallado en ella una de las causas recurrentes de divorcio en aves. Especialmente cuando se lleva a cabo de forma asíncrona, es decir, con ambos socios sin poder encontrarse cuando llegan a su destino.

Esta nueva investigación lo refuta: los investigadores concluyen al respecto que aves como las golondrinas, los mirlos y los chorlitejos (famosos por sus estilos de vida basados en estos procesos de migración) tienen más probabilidades de divorciarse que otras aves que no tienden a ello como los albatros, las ocas o los cisnes.

Según los biólogos, además de la asincronía migratoria y la promiscuidad masculina, la alteración del clima también empieza a desempeñar un papel importante en el divorcio de las aves monógamas.

En las últimas décadas, la imprevisibilidad de un clima en una u otra región es cada vez mayor, a lo que hay que sumar la aparición espontánea de fenómenos momentáneos que también alteran este durante días o semanas con consecuencias más inmediatas. Con todo ello, la temporada de migración de aves se está volviendo cada vez más variable. Esto (que conlleva distanciamientos evidentes) provocará (y ya lo está haciendo) que cada vez más parejas de aves se separen.

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