La policía y los equipos sanitarios presentes en el muelle de Favaloro, el único punto de entrada de las embarcaciones de migrantes que llegan hacia Lampedusa, suelen trabajar como una maquinaria de un reloj. Cuando llega uno de los botes, escoltado por una patrullera, o una lancha de la guardia costera tras efectuar un rescate, se ponen a trabajar para que en pocos minutos identifiquen a los vulnerables y todos sean trasladados hacia el centro de acogida de la isla en unos autobuses de la Cruz Roja, con el objetivo de que sean trasladados lo antes posible hacia otros lugares de Italia en barcos o aviones.
Este sistema de primera acogida puede funcionar cuando los ritmos de llegada, incluso altos, son estables, con incluso hasta 1.000 personas que desembarcan cada día en las jornadas complicadas de verano, el periodo más crítico porque las buenas condiciones del mar favorecen los cruces desde Túnez y Libia. Pero estos últimos días los arribos masivos han saturado tanto el muelle de Favaloro como el centro de acogida de la isla. Según el alcalde de Lampedusa, Filippo Mannino, en 48 horas desembarcaron en la isla más de 7.000 personas, y desbordaron el pequeño centro, que tiene una capacidad para apenas 400. “Estamos en un punto de no retorno y la isla está en crisis. Europa y el Estado italiano deben actuar de forma inmediata con una operación de apoyo y una rápido traslado de gente”, suplicó, ante los medios italianos.
Las imágenes que llegan desde la isla son preocupantes. Había tantos botes que esperaban en fila para desembarcar en el puerto de Lampedusa. También se han visto tensiones y forcejeos con la policía tanto en el muelle, donde creció el nerviosismo después de largas horas de espera bajo el sol reclamando alojamiento; como en el centro de acogida, donde se vivieron aglomeraciones y peleas durante el reparto de comida por la escasez de víveres. La situación es tan crítica que miles de personas debían permanecer de pie ante los trabajadores de la Cruz Roja, que lo gestiona desde hace unos meses, completamente desbordados. Normalmente en este centro las condiciones ya son muy precarias, pero este nivel de tensión no es nada habitual. Tanto es así que algunos de los migrantes, que normalmente de Lampedusa solo ven el muelle y el centro de acogida, se escaparon saltando las vallas en busca de algo que comer entre los turistas en este destino vacacional.
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