Por qué Egipto ni puede ni quiere aceptar a refugiados

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Abrir un «corredor humanitario» para facilitar un potencial éxodo de millones de refugiados palestinos hacia Egipto a través del paso de Rafah, única salida de la Franja de Gaza no controlada por Israel, es una propuesta que el Gobierno de El Cairo ni puede ni quiere aceptar por las consecuencias que tendría para su situación política, económica, además de por consideraciones éticas.

Egipto ha denunciado en términos categóricos la posibilidad de dejar entrar a palestinos expulsados de sus hogares por la presión israelí, pese a la «intransigencia» del Estado de Israel y el respaldo de EE.UU y el Reino Unido a esta posibilidad.

En esta línea, el presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi, remarcó ayer que los palestinos «deben permanecer en su tierra», posición que el rey jordano, Abdalá II, reiteró hoy ante el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, para evitar desestabilizar la región.

Egipto mostró su disposición a recibir heridos a la vez que presiona para facilitar la entrada de ayuda humanitaria al enclave, si bien Israel rechaza esta propuesta y reitera que sólo permitirá la salida de personas del territorio.

Estos son los principales motivos de Egipto para negarse a reasentar a los palestinos.

Limpieza étnica

La limpieza étnica es la expulsión forzosa sistemática de grupos étnicos, raciales o religiosos de una zona determinada.

Esto es lo que Israel hace con los palestinos, según denuncian los propios habitantes de los territorios ocupados, ONG y organismos internacionales.

Abrir el paso para que los 2,2 millones de habitantes de Gaza bajo bombardeo israelí entren en Egipto y se asienten sería habilitar esta opción, que es la preferida de Israel y EE.UU.

«Es aparente que Israel quiere controlar el paso de Rafah. Y no van a dejar que nadie que se vaya vuelva a entrar. Esa es la historia de los palestinos, una sucesión de desplazamientos. Ya el 70% de los gazatíes provienen de territorio ahora bajo soberanía israelí», apuntó a EFE Sean Lee, profesor de Ciencia Política de la Universidad Americana en El Cairo experto en minorías y migraciones en la región.

En ese sentido, recordó que desde Israel «siempre ha habido amenazas explícitas y planes activos para `transferir´ a los palestinos, bien a Cisjordania, bien a Jordania, bien a Egipto».

«Cualquier movimiento a larga escala que se de en este caso, todos lo ven como otro paso a la expulsión», añadió.

Eso se condice con las experiencias previas de los millones de palestinos que fueron expulsados de su territorio y nunca pudieron volver.

Dinero

Egipto no tiene dinero para afrontar una oleada de refugiados e instalarlos en el Sinaí, un territorio desértico y aislado con muy pocas opciones de desarrollo.

La situación económica egipcia es muy precaria, con una inflación disparada, una pérdida constante del valor de su moneda y una deuda externa que no deja de crecer.

Y un influjo de refugiados, que se sumarían a las decenas de miles que ya acoge el país por otros conflictos (Sudán, Sudán del Sur) causarían un gran desequilibrio.

Egipto es el segundo país del mundo con más deuda con el Fondo Monetario Internacional y está considerado como el que corre más riesgo de una suspensión de pagos después de Ucrania.

Esta debilidad económica puede considerarse como una posibilidad para incentivar a Egipto a aceptar a un número de palestinos, por ejemplo si se condonan algunas deudas o se les dan mejores condiciones para devolver los préstamos.

Pero la carga de tener cientos de miles, sino millones, de palestinos en su territorio sin posibilidad de retorno es un costo que Egipto no puede sufragar, menos aún si el conflicto o la expulsión se prolonga por años.

Seguridad

Egipto e Israel colaboran en materia de seguridad y valoran mucho esa colaboración. El Sinaí es un territorio donde El Cairo mantiene combates armados con grupos islamistas.

«En Egipto hay miedo, ya sea por motivos reales o sólo de percepción, de que al reasentar en esa zona a decenas de miles de personas se estén ‘importando’ militantes o simpatizantes de Hamás, que a su vez son próximos a los Hermanos Musulmanes», indicó Lee.

Los Hermanos Musulmanes, que gobernaron brevemente egipto en 2013 bajo Mohamed Morsi, son considerados grupo terrorista por el gobierno de Al Sisi, quien desde que asumió el poder tras un golpe de Estado ha sido implacable en su persecución.

Los Hermanos Musulmanes egipcios son la organización islamista más antigua y ha servido de inspiración para muchos otros grupos en la región, entre ellos Hamás.

«Hay mala sangre entre Egipto y Hamás, particularmente por su relación con los Hermanos», por lo que no tiene sentido político y para su seguridad y estabilidad aceptar potenciales militantes islamistas.

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