La proliferación de gaviotas en Roma, fuera de su hábitat natural, cada vez es mayor y además aumenta su agresividad y se contabilizan «más de 30 ataques por semana» mientras se pasea, se asoma a la terraza o simplemente se come algo por la calle.
«Recibimos más de 30 llamadas por semana de personas que no saben cómo comportarse «, afirmó al diario romano ‘Il Messaggero’, Valentina Coppola, presidente de ‘Earth’, la asociación para la protección jurídica de la naturaleza y de los animales en la capital.
Las llamadas llegan sobre todo de ciudadanos de Roma que han sido atacados en sus propias casas. “El motivo de la agresión es obviamente la defensa de los nidos», explica Coppola, pero la destrucción de un nido de gaviota que podría causar la muerte de los polluelos es un delito en la capital, por lo que las personas no saben qué hacer.
Coppola propone «tener paciencia y defenderse saliendo a la terraza con un paraguas para protegerse de los vuelos rasantes”.
Pero también un método para mantenerlos alejados “es utilizar elementos disuasorios con puntas blandas o hilos de nailon para instalar en balcones”, agrega.
El gran problema de Roma es la falta de limpieza. «Es necesario recoger periódicamente los residuos orgánicos producidos por las pescaderías, las carnicerías y los mercados para evitar que las gaviotas se coman los residuos de la transformación y mantener limpias las zonas que se convierten en dispensadores de alimento para estas aves», afirma Coppola.
La falta de recogida de basura en muchas zonas de la capital hace que la situación empeore.
En Roma es frecuente ver a las gaviotas posadas en bancos, monumentos, coches y alimentándose de restos de comida abandonados en los contenedores y, en ocasiones, también se presencian escenas más desagradables con pájaros comiéndose a otros animales, como por ejemplo ratones o palomas.
«Iba caminando con un trozo de pizza recién horneado en la mano cuando, de repente, una gaviota se abalanzó sobre mí, lastimándome la mano, para quitarme la comida. Por suerte fu una herida leve, pero no me imagino qué hubiera pasado si hubiera atacado a un niño pequeño», afirma Lorenzo, un romano de 34 años, en el diario ‘il Messaggero’
Mientras María, al intentar salir a la terraza de su edificio, fue atacada por una gaviota e «incluso corrí el riesgo de caerme», explicó la mujer al periódico romano.
Hay una época del año en la que la emergencia de las gaviotas es aún más acuciante: la de nidificación, que corresponde a la llegada de la primavera. Las aves eligen muy a menudo los tejados o terrazas de los edificios para construir sus nidos, poner sus huevos y criar a sus crías hasta que emprendan el vuelo.
La solución es «no dejarles encontrar comida: solo así podemos esperar que se alejen de las zonas urbanas y, por tanto, limitar los riesgos para los humanos», advierte la presidenta de ‘Earth’.
«Sus patas tienen uñas muy afiladas y el pico puede provocar lesiones graves. Por esta razón – concluye Coppola – siempre decimos a los ciudadanos que nos llaman porque ven una gaviota herida que nunca la agarren con las manos».
EFE
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