Una adolescente de 14 años, Carly Gregg, ha sido condenada a cadena perpetua por el asesinato de su madre, a quien disparó tres veces, y por herir a su padrastro, Heath Smylie, en un violento ataque ocurrido el 19 de marzo.
Además, recibió una sentencia adicional de 10 años por manipulación de pruebas. Aunque Gregg fue procesada como adulta, había rechazado previamente un acuerdo de culpabilidad que le habría garantizado una condena de 40 años bajo custodia del Departamento de Correcciones del estado.
Durante el juicio, los fiscales presentaron un video de la cámara de vigilancia del hogar familiar. En las imágenes, se observa a Carly entrar en la cocina y desaparecer de la vista.
Poco después, se escuchan disparos seguidos de gritos. Aquella tarde, Carly corrió al dormitorio donde estaba su madre, Ashley Smylie, y le disparó tres veces en la cabeza.
La defensa argumentó que la madre tenía una pistola Magnum calibre .357 junto a su cama.
Después de cometer el crimen, Carly envió un mensaje de texto al padrastro, haciéndose pasar por su madre y preguntándole si llegaría pronto a casa.
Él, pensando que era Ashley, llegó al domicilio cerca de una hora después, momento en el que Carly, en estado de pánico, le disparó, hiriéndolo levemente en el hombro.
En los alegatos, se reveló que la adolescente había invitado a una amiga para que viera el cadáver de su madre, haciendo preguntas perturbadoras sobre su experiencia con los muertos.
La palpitante naturaleza del caso ha captado la atención tanto del público como de los medios, resaltando los desafíos de tratar a delincuentes juveniles en un sistema judicial diseñado principalmente para adultos.
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