En un informe de 2006, el fiscal Alberto Nisman lo mencionó 78 veces por su influencia en la agrupación terrorista libanesa.
En el marco de la investigación del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina, el por entonces fiscal de la Unidad Fiscal AMIA, Alberto Natalio Nisman, y el fiscal general Marcelo Martínez Burgos enviaron en el año 2006 a Interpol una serie de pedidos de arresto. Si bien en la lista no estaba incluido el entonces secretario general de Hezbollah, Hassan Nasrallah, el terrorista abatido este sábado por el ejército de Israel, los investigadores lo mencionaron en un documento reservado al menos 78 veces.
El texto hacía referencia al secuestro en el Líbano, ocurrido en marzo de 1994 por parte de Israel, de Mustafa Dirani, un líder de Hezbollah, y el pedido de Nisman refería a reacciones del presidente libanés Hraoui, que presentó una protesta formal a la ONU y atribuyó la “virulencia” de la protesta a la influencia del líder espiritual de Hezbollah, Mohammed Hussein Fadlallah, y al entonces secretario general de la organización, Nasrallah.
Según el informe de los fiscales, Nasrallah, a propósito del secuestro de Dirani, había dicho: “Esta bárbara agresión sionista fortalece nuestra determinación a continuar la lucha, sin importar los sacrificios que tengamos que hacer. Nuestra Guerra es de gran escala, nuestra enemistad con los asesinos del Profeta es infinita y nuestro deseo de destruir las puertas de Khaiber es inclaudicable”. El texto de Nisman también citó otro pasaje en el que Nasrallah decía que “para lograr la victoria, debemos pelear en todos los frentes, ser globales e integrales”.
Según el análisis de los investigadores, Hezbollah surgió a partir de un grupo “disperso y misterioso” de personas bajo el liderazgo del Ayatolha Ruholla Khomeini (el líder de la revolución iraní de 1979) hasta convertirse en “una organización compacta y disciplinada bajo el liderazgo carismático de Hassan Nasrallah”.
Los fiscales citan a Nasrallah en varias entrevistas a lo largo de las 675 páginas del documento. En una de estas, a su juicio, hizo una “declaración categórica” sobre la relación entre Hezbollah e Irán: “En cuanto a nuestros hermanos en Irán, nos hemos comunicado con ellos y ellos han demostrado su disposición y nos han brindado su apoyo, y esto es algo que no ocultamos; y no hay necesidad de negar que recibimos apoyo financiero y político de Irán (…) No nos avergonzamos de esto, ni los iraníes se sienten intimidados”.
El atentado a la AMIA ocurrió en julio de 1994 en Buenos Aires
También trazaron un perfil sobre el jefe recientemente asesinado por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) tras un ataque en Beirut, tomado de un artículo publicado en el periódico israelí Yediot Aharonot el 19 de abril de 1996 donde se afirmaba que Hassan Nasrallah ha sido secretario general de Hezbollah desde 1993: “Nació en 1960 en un campo de refugiados al norte de Beirut. Cuando era niño, su familia se trasladó a un pueblo cercano a Tiro llamado Bazoria. Durante su adolescencia, Nasrallah mostró un interés desmesurado en la ‘actividad pública chiíta’ y a la edad de 15 años se unió a la organización Amal. Durante este período, el Líbano estaba dividido y asolado por milicias de oposición y una pobreza extrema. Amal, que en ese momento era la milicia chiíta, reclutó a jóvenes activistas en sus filas”.
Un año después, Nasrallah fue a Nayaf, que es el principal centro chiíta de Irak, y durante este tiempo “formó en gran medida su visión del mundo y el camino de su vida. Mientras estuvo en Nayaf, Nasrallah se hizo amigo de algunos de sus colegas actuales, así como de Abas Musawi, quien fue el predecesor de Nasrallah como secretario general”.
En 1978, Nasrallah fue expulsado de Irak junto con otros estudiantes libaneses y, como resultado, regresó al Líbano, donde se unió a una pequeña organización extremista llamada El Rava (“La Misión”), de la que se convirtió en líder. El artículo también afirma que “se trataba de un grupo de jóvenes estudiantes militantes de la región que tenían vínculos con un hombre religioso y con quienes formaban una especie de corte en torno a él”.
Nasrallah fue uno de los miembros de esta corte, donde se distinguió, ya que “rápidamente demostró que tenía inclinaciones militares. Fue aquí donde, por primera vez, comenzó a reclutar jóvenes para una milicia. (…) Y fue aquí también donde designó a Israel como objetivo por primera vez. Hasta donde se sabe, Nasrallah también estuvo involucrado en infundir terror. En ese momento no le interesaba terminar sus estudios. Decidió que era un luchador y no un hombre de religión”.
Luego abandonó el Líbano y se dirigió a la ciudad iraní de Qom, que es uno de los tres centros chiítas del país y la residencia de los sabios religiosos. “Allí, su inteligencia en el ámbito político salió a la luz de manera muy clara. Como miembro de alto rango de una organización chiíta, era muy consciente del hecho de que para ser un verdadero líder, también es necesario ser una figura religiosa. Aquellos que toman decisiones en las organizaciones religiosas extremistas son siempre figuras religiosas. Los demás son simplemente hombres que están a cargo de las operaciones”.En un documento de 2006 el fiscal Alberto Nisman mencionó a Nasrallah 78 veces (EFE/Cézaro de Luca)
Después de un año en Qom, y después de que estallaran nuevamente los enfrentamientos entre Hezbolá y Amal, regresó al Líbano donde siguió el camino que lo llevó a convertirse en un líder a nivel nacional. El artículo cita también al experto Martín Kramer que, según Nisman, hace las “siguientes observaciones interesantes sobre la personalidad del líder de Hezbolá”.
“Dice que Nasrallah tiene una capacidad impresionante para analizar las situaciones políticas. ‘Es muy difícil poner palabras en su boca’, afirma. ‘No veo en Nasrallah el método grandilocuente de Saddam Hussein. Nasrallah es entrevistado todo el tiempo y nunca se le ve cometer el más mínimo desliz. Sabe hacer un análisis estratégico muy profundo y entiende la estructura política de Israel. Definitivamente, sigue de cerca todo lo que sucede aquí y sabe cómo penetrar en los puntos débiles’”.
Según información que recolectaron los fiscales en aquel momento de medios extranjeros, bajo el liderazgo de Nasrallah, Hezbollah amplió el alcance de sus actividades antiisraelíes.
El atentado a la AMIA sacudió al país el 18 de julio de 1994. Murieron 85 personas y hubo más de 300 heridos. En la Argentina hubo dos juicios contra los presuntos partícipes del crimen, en torno a la llamada conexión local. En el primero fueron juzgados el reducidor de autos Carlos Telleldín y un grupo de policías bonaerenses que habían sido culpados por Telleldín de llevarse la camioneta bomba.
Esa acusación, hecha en vísperas del segundo aniversario del atentado, fue consecuencia de un pedido de 400 mil dólares por parte del detenido, que fue pagado por la SIDE, con aval del juzgado. La sentencia de ese primer juicio implicó que todos terminaran absueltos, pero, por orden de la Corte Suprema, Telleldín volvió a ser juzgado, por el tramo que se investigó antes de que él denunciara a esos funcionarios policiales. En el segundo debate, un tribunal volvió a absolverlo, tras argumentar que no se pudo probar que supiera el uso que se le daría a la camioneta.Miembros de los scouts Imam al-Mahdi llevan una imagen del líder del Hezbolá libanés Hassan Nasrallah, durante una procesión religiosa para conmemorar la Ashura en los suburbios de Beirut, Líbano, el 17 de julio de 2024, un día antes de cumplirse los 30 años del atentado a AMIA (REUTERS/Aziz Taher)
La Justicia argentina sostiene que los funcionarios iraníes considerados responsables de decidir, planificar y ejecutar el acto terrorista fueron el ex presidente de la República Islámica de Irán Alí Akbar Hashemi Bahramaie Rafsanjani, el ex Ministro de Información iraní Alí Fallahijan, el exMinistro de Relaciones Exteriores de la nación persa Alí Akbar Velayati, el ex jefe del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria “Pasdaran” Mohsen Rezai, el ex encargado de la fuerza de elite “Al Quads” perteneciente a la Guardia Revolucionaria Ahmad Vahidi, el ex Consejero Cultural de la Embajada iraní en nuestro país Mohsen Rabbani, el ex Tercer Secretario de la representación diplomática iraní en Argentina Ahmad Reza Asghari o Mohsen Randjbaran y el ex Embajador de la República Islámica de Irán en Buenos Aires Hadi Soleimanpour.
Se creyó que Nasrallah, también conocido Samuel Salman El Reda o Salman Raouf Salman vivió en la Triple Frontera y estuvo en Buenos Aires en julio de 1994 cuando ocurrió el atentado. A él se le adjudicó haber transmitido información indispensable para la concreción del ataque. Se cree que fue un nexo de los agentes internacionales que actuaron en territorio argentino y figura en el Registro Público de Personas y Entidades vinculadas a actos de Terrorismo y su Financiamiento (REPET).
Créditos de la nota: Infobae
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