El Parlamento Europeo ha aprobado recientemente la construcción de muros fronterizos físicos, una decisión que contrasta notablemente con su firme oposición a esta medida durante más de una década.
Además, se ha dado luz verde al controvertido «Plan Ruanda» británico y al «Plan Italia-Albania», que facilitan la deportación de inmigrantes cuyos solicitudes han sido rechazadas a terceros países mientras esperan su repatriación.
El Plan Ruanda, que ha cobrado relevancia en el contexto de las nuevas propuestas migratorias de la Unión Europea, fue inicialmente diseñado como parte de una estrategia conservadora para enviar a inmigrantes que ingresan irregularmente al Reino Unido hacia Ruanda.
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Por su parte, el plan italiano es una iniciativa a cinco años destinada a externalizar los procesos de solicitud de asilo.
Este programa permite a los migrantes irregulares que soliciten asilo en Albania regresar a Italia si su solicitud se resuelve de manera favorable.
A diferencia del Plan Ruanda, que contemplaba el envío irreversible de personas que llegaban ilegalmente al Reino Unido a través del Canal de la Mancha, el enfoque italiano busca ofrecer una alternativa que pueda beneficiar a los solicitantes de asilo.
En este contexto, la derecha ha dominado el debate sobre migración en el Parlamento Europeo. Incluso algunos políticos de izquierda han empezado a abordar la cuestión del control de fronteras y la gestión de la migración.
Este cambio en la postura no se debe a que consideren a los migrantes como una amenaza, sino al creciente temor de perder el apoyo de su base ante la presión de los partidos de derecha.
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