La ira y el examen de conciencia se apoderaron del Partido Demócrata a primera hora de la mañana del miércoles, después que la vicepresidenta Kamala Harris sufriera una derrota electoral que dejó estupefactos a algunos cargos del partido y votantes.
Harris era la denominada perdedora frente a su rival republicano, Donald Trump, tras haberse incorporado a la carrera hace apenas tres meses, pero la naturaleza de su derrota ha hecho que algunos demócratas se pregunten sobre el futuro del partido.
Las críticas más agudas contenían acusaciones que el partido había mentido a sus partidarios sobre la aptitud mental del presidente Joe Biden hasta que un desastroso debate televisivo con Trump en junio hizo saltar las alarmas y, en última instancia, llevó al presidente a abandonar la carrera.
Un donante demócrata preguntó: “¿Por qué Joe Biden aguantó tanto tiempo? No debería haber ocultado su estado (de salud) y haber abandonado mucho antes”.
Biden, de 81 años, ha dicho en privado que pensaba que era el único demócrata que podía vencer a Trump, y juró públicamente que estaba en condiciones de ser presidente otros cuatro años. Cuando abandonó la carrera en julio, dijo que había decidido que era “en el mejor interés de mi partido y del país que me retirara”.
El anuncio de Biden en abril de 2023 de que se presentaría a la reelección fue recibido con escepticismo por muchos demócratas, pero los posibles aspirantes aceptaron rápidamente unirse a su campaña como asesores, en lugar de desafiarle.
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