
La crisis migratoria en la frontera sur de Estados Unidos ha alcanzado un nuevo y alarmante nivel. Miembros de la banda criminal venezolana, el Tren de Aragua, se atrincheraron en una instalación del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Texas, amenazando con tomar rehenes en un acto de desafío sin precedentes.
Este incidente, que se produjo apenas días después que otros migrantes deletrearan un desesperado «SOS» en el patio del centro de detención, revela la creciente audacia y peligrosidad de elementos criminales que se aprovechan de la porosidad de nuestras fronteras.
Según reportes del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), cerca de dos docenas de estos delincuentes bloquearon puertas, cubrieron cámaras de vigilancia e incluso inundaron su unidad, demostrando una clara intención de subvertir la autoridad y sembrar el caos. La situación se prolongó durante varias horas, con los pandilleros ignorando las órdenes de los agentes de ICE, quienes se vieron directamente amenazados por estos individuos violentos.
Este intento de toma de control se produce en un contexto donde los mismos presuntos miembros del Tren de Aragua fueron vistos recientemente suplicando ser deportados, portando una pancarta con la leyenda «Ayuda, queremos ser deportados. No somos terroristas. SOS».
La respuesta del DHS no se ha hecho esperar. La agencia ha solicitado a la Corte Suprema que permita la reactivación de deportaciones bajo la Ley de Enemigos Extranjeros del siglo XVIII, una medida que fue bloqueada previamente tras la deportación de presuntos pandilleros a El Salvador durante la administración Trump.
La subsecretaria Tricia McLaughlin fue contundente al afirmar que «mantener a estos terroristas extranjeros en las instalaciones del ICE representa una grave amenaza para los oficiales, el personal y otros detenidos del ICE».
Como bien señaló la subsecretaria McLaughlin, los miembros del Tren de Aragua son parte de una «organización terrorista extranjera que viola, mutila y asesina por deporte». Los intentos de algunos medios por presentar una imagen victimizada de estos criminales son no solo erróneos, sino peligrosos, ya que minimizan la amenaza real que representan para nuestra seguridad y la de nuestros ciudadanos.
El hecho que estos pandilleros estuvieran destinados a ser deportados a la prisión de máxima seguridad CECOT en El Salvador, un centro penitenciario diseñado para albergar a criminales de alta peligrosidad, subraya la gravedad de sus delitos. Sin embargo, la intervención de la Corte Suprema impidió temporalmente esta medida, dejando en evidencia las lagunas y desafíos de nuestro sistema legal frente a la amenaza del crimen transnacional.
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