En un ‘giro inesperado’ para los activistas que esperaban convertir su travesía en un hito mediático, la activista climática Greta Thunberg fue deportada de Israel tras ser interceptada en el barco Madleen de la Flotilla de la Libertad.
Este martes, Thunberg aceptó ser deportada a Suecia, un desenlace que contrasta drásticamente con las expectativas de sus seguidores.
El Ministerio de Exteriores israelí confirmó que Thunberg, junto a otros tres activistas, salió del país en un vuelo hacia Suecia, haciendo escala en Francia.
Las autoridades israelíes compartieron imágenes de la activista a bordo del avión en el aeropuerto internacional Ben Gurion, dejando claro que su misión mediática, “al parecer” había llegado a su fin.
La ‘Flotilla de la Libertad’ que pretendía llegar hasta Gaza para dar una “ayuda humanitaria simbólica” se encontró con la realidad de las leyes israelíes y lo que corresponde a una zona de guerra contra un grupo terrorista.
Mientras algunos de los activistas optaron por aceptar su deportación, otros ocho se negaron a firmar los documentos necesarios y enfrentan un proceso judicial para impugnar su detención.
Entre ellos se encuentra Rima Hassan, miembro del Parlamento Europeo, quien algunos la toman como figura emblemática en esta controversia.
Lo que inicialmente se pensó que sería un golpe mediático contra Israel se transformó en una imagen que desmantela la narrativa del victimismo.
La escena en el aeropuerto refleja la verdadera naturaleza de esta misión: un espectáculo provocador más que un esfuerzo genuino por ayudar.
Los medios han calificado a los activistas como «secuestrados», pero lo cierto es que fueron detenidos por ingresar ilegalmente al país y tratar de acceder a una zona de conflicto.
Con apenas 50 kilos de «suministros humanitarios» a bordo, la Flotilla fue más un evento mediático que una misión humanitaria.
La llegada de Thunberg y sus compañeros en lo que fue apodado «el yate de las celebridades» se convirtió en un recordatorio que el activismo puede ser más sobre la imagen que sobre el impacto real.
La respuesta del ejército israelí fue clara: no hay espacio para provocaciones en una zona donde la seguridad es primordial.
Greta Thunberg regresa a Suecia con una lección aprendida: el mundo real no siempre se ajusta al guion idealizado del activismo.
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