La Casa Blanca afirmó que el despliegue de tres buques de guerra estadounidenses en aguas del Caribe, y 4,000 marines, es parte de un esfuerzo para combatir el narcotráfico.
La secretaria de prensa, Karoline Leavitt, evitó responder una pregunta directa sobre la posibilidad de una intervención militar en Venezuela, enfatizando la política de la administración del presidente.
Sin embargo, Leavitt respondió que el presidente está «preparado para usar cada elemento del poder estadounidense para detener el flujo de drogas en nuestro país y para llevar a los responsables ante la justicia».
En su intervención, reiteró la postura de Estados Unidos de que el Gobierno de Nicolás Maduro es un «cartel narco-terrorista» y no un gobierno legítimo, refiriéndose a Maduro como un «fugitivo» buscado por la justicia estadounidense por narcotráfico.
La portavoz concluyó su comparecencia sin ofrecer más detalles sobre la naturaleza de la misión.
Este despliegue naval, que incluye los destructores USS Gravely, USS Jason Dunham y USS Sampson, se une a una serie de acciones recientes de la Casa Blanca contra el gobierno de Maduro.
Desde la emisión de órdenes de aprehensión hasta la imposición de sanciones, la administración estadounidense ha intensificado su campaña de presión.
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