Migrante venezolano-canadiense le dijo sus verdades a militante comunista en Canadá

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Un joven migrante venezolano-canadiense protagonizó un contundente intercambio con un militante del Partido Comunista Revolucionario (PCR) en Canadá, poniendo sobre la mesa las contradicciones de quienes promueven ideologías que han arruinado países como Venezuela y Cuba.

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En un video difundido en redes sociales, se observa cómo durante una entrevista el militante comunista se presenta como miembro de un “partido de vanguardia” que busca instaurar el poder obrero tanto en Canadá como a nivel internacional. Sin embargo, la intervención del joven venezolano dio un giro inesperado a la conversación.

“Sí, soy de Venezuela y los socialistas destruyeron mi país. Que les den”, expresó sin rodeos, recordando la devastación económica y social que ha dejado el socialismo en su país natal, obligando a millones a emigrar en busca de libertad y oportunidades.

El militante comunista intentó desviar la crítica responsabilizando a Estados Unidos de la tragedia venezolana, mientras mostraba pancartas a favor del comunismo. No obstante, el joven venezolano respondió con serenidad y firmeza:

“Estos tipos tienen la libertad de apoyar lo que quieran. Pero es absolutamente ridículo, porque la gente de Cuba no apoya al gobierno cubano. La gente de Venezuela y de Canadá no apoya estas tonterías. La gente de países socialistas vino a Canadá a buscar la libertad”.

La escena rápidamente generó aplausos y respaldo en redes sociales, donde miles de usuarios destacaron el contraste entre la retórica marxista del militante y la experiencia real de quienes han sufrido bajo regímenes autoritarios.

Mientras el activista insistía en hablar de una supuesta “crisis de sobreproducción” y en la necesidad de que “los trabajadores tengan el control”, el testimonio del venezolano-canadiense dejó en claro que el comunismo ha terminado en ruina, represión y éxodo masivo allí donde se ha impuesto.

En Canadá, donde la libertad de expresión permite que estas ideas circulen en la calle, la voz de los migrantes que huyeron del socialismo se ha convertido en un recordatorio vivo del precio que la utopía comunista cobra a los pueblos que la padecen.

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