El Gobierno alemán estudia cancelar la gran mayoría de los mercados navideños tradicionales debido al riesgo de atentados y al elevado coste de las nuevas medidas de seguridad. Lo que antes eran espacios festivos de luces, vino caliente y villancicos, hoy se ha convertido en un escenario de barreras antiterroristas, controles policiales y presupuestos desbordados.
Las normas actuales exigen el uso de “barreras antiterroristas certificadas”, capaces de detener vehículos o explosivos, lo que ha disparado los gastos de organización. En ciudades como Dresde, el presupuesto de seguridad pasó de 800.000 euros a más de cuatro millones, según el portavoz del sector, Matteo Böhme, quien advierte que muchos municipios y promotores privados no pueden asumir semejante carga económica.
Tras los atentados en Magdeburgo y Berlín, las autoridades reconocen que están “desbordadas” y que la policía no puede garantizar la seguridad de los asistentes. El Ministerio del Interior, dirigido por Armin Schuster (CDU), asegura que trabaja en una “solución conjunta” con los municipios, aunque la evaluación nacional de riesgos no estará lista hasta *diciembre, cuando muchos mercados ya deberían haber abierto.
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Mientras tanto, en algunos establecimientos empieza a restringirse la venta de productos de cerdo para no “ofender” a determinados colectivos, una decisión que ha generado polémica entre los comerciantes y defensores de las tradiciones locales.
El sector habla ya de un “colapso de la cultura navideña alemana”. Lo que nació para proteger a los visitantes amenaza con vaciar las plazas y apagar las luces que cada diciembre daban vida a Alemania. Si no se toman medidas urgentes, el país podría quedarse sin uno de sus símbolos más emblemáticos: los *Weihnachtsmärkte, víctimas de la inseguridad, la corrección política y la burocracia.
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