La indignación recorrió las calles de Uruapan en México tras el asesinato del alcalde Carlos Manzo Rodríguez, ultimado a tiros la noche del sábado en plena plaza principal durante el tradicional Festival de Velas. Cientos de ciudadanos marcharon junto al féretro del edil para exigir justicia y responsabilizar al gobierno federal por la creciente ola de violencia que azota al país.

“¡Fuera Claudia! ¡Claudia asesina! ¡Fuera Morena!”, gritaron los uruapenses durante el cortejo fúnebre que partió desde la funeraria San José hasta el centro de la ciudad, en un recorrido que se convirtió en una contundente protesta contra la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum, a quien acusan de indolencia ante el crimen organizado.
La multitud acompañó el ataúd de Manzo Rodríguez con flores, velas y pancartas que pedían su legado de justicia y valentía frente al abandono del Estado.
“Hoy le digo al pueblo de Uruapan que no decaigamos, que nos unamos, que luchemos, que defendamos nuestra patria porque él hubiera sido el mejor presidente de México”, expresó con voz entrecortada Grecia Quiroz, esposa del alcalde asesinado, quien llamó a los habitantes a continuar la lucha que su esposo inició contra la corrupción y el crimen.
Durante su discurso, la viuda también lanzó un mensaje de reflexión a las familias mexicanas: “Ayer no solo murió él; murieron dos. Es otra madre la que hoy llora a su hijo sicario. Si ese joven hubiera tenido amor y guía, quizá no habría atentado contra la vida de mi Carlos”.
El cuerpo del alcalde fue despedido en el templo católico de San Francisco de Asís, donde se ofició una misa antes del sepelio.
Manzo Rodríguez, quien había ganado la alcaldía de Uruapan en las elecciones de 2024 como candidato independiente —tras haberse distanciado de Morena—, había denunciado reiteradamente la falta de apoyo del gobierno federal para enfrentar a los cárteles que operan en la región: el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), Los Caballeros Templarios, Los Viagras, Pueblos Unidos y Los Blancos de Troya.
Durante 2025, el alcalde insistió públicamente en que el Ejecutivo no retirara la presencia de la Guardia Nacional, advirtiendo que la seguridad en el municipio pendía de un hilo. Apenas semanas después, su temor se volvió realidad.
Pese a las declaraciones oficiales de la presidenta Sheinbaum, quien “condenó con absoluta firmeza” el crimen y prometió que “no habrá impunidad”, el sentimiento popular en Michoacán es de rabia y desconfianza.
“Claudia no escucha, no protege, no gobierna. Nos deja solos ante los cárteles y ahora nos quita a un alcalde valiente”, reclamó uno de los manifestantes, mientras otro gritaba “¡Queremos justicia, no discursos!”.
La Secretaría de Seguridad mexicana, dirigida por Omar García Harfuch, aseguró que Manzo contaba con protección federal y municipal, sin embargo, su asesinato en un evento público vuelve a exponer las grietas del sistema de seguridad nacional y la impunidad con la que actúan los grupos criminales.
El clamor de Uruapan se ha convertido en un símbolo de resistencia frente a un gobierno que muchos consideran rehén del crimen organizado y de su propio discurso de negación de la realidad.
Mientras tanto, México amanece con un alcalde menos, una familia rota y una ciudadanía que ya no confía en las promesas de la llamada “Cuarta Transformación”.
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