El socialista demócrata Zohran Mamdani se convirtió en el nuevo alcalde de Nueva York tras una elección marcada por la polarización ideológica, el voto identitario y una participación histórica.Mamdani, de origen ugandés e hijo de inmigrantes, obtuvo más de un millón de votos (50%), superando al exgobernador Andrew Cuomo, quien se presentó como independiente (41%), y al republicano Curtis Sliwa (7%).
El nuevo alcalde ganó en cuatro de los cinco distritos —Brooklyn, Manhattan, Bronx y Queens—, mientras que Staten Island fue el único bastión que resistió el avance socialista.
Su victoria fue celebrada por el ala progresista del Partido Demócrata, aunque genera preocupación entre amplios sectores de la población que temen un giro ideológico y económico drástico. Dentro del propio partido, la fractura quedó en evidencia: Mamdani representó al ala radical, mientras Cuomo encarnó al sector moderado.
El voto joven y de las minorías fue clave. Según los primeros análisis, el 62% de los menores de 30 años votó por Mamdani, frente a solo un 29% entre los mayores de 65. Su apoyo provino principalmente de votantes negros, asiáticos e hispanos, mientras que el electorado blanco y moderado se inclinó por Cuomo.
Con más de dos millones de neoyorquinos participando —la cifra más alta en dos décadas—, la jornada electoral evidenció una ciudad dividida entre el entusiasmo progresista y la preocupación por un posible auge del populismo urbano.Durante la campaña, Mamdani prometió congelar los alquileres, ofrecer guarderías gratuitas y transporte público sin costo.
Sus propuestas, envueltas en un discurso de “igualdad y justicia social”, fueron interpretadas por sus críticos como promesas populistas que podrían incrementar el gasto público, los impuestos y la dependencia estatal.El triunfo del socialista confirma el desplazamiento de los demócratas tradicionales por el progresismo extremo, un fenómeno que redefine el panorama político de Nueva York.
Para muchos, esta elección simboliza una ciudad que se aleja de sus raíces de libertad y oportunidad, abrazando un modelo más dependiente y menos libre.Ahora la gran pregunta es: ¿se trata de una “victoria histórica” o del inicio del declive socialista de Nueva York?
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