Según reporta Infobae, citando a Reuters, este fin de semana se llevó a cabo un desembarco militar sin precedentes en Ponce, Puerto Rico, por parte de tropas de United States Marine Corps. Se trata del mayor refuerzo operativo en el Caribe en más de 30 años, con un contingente que supera los 7.000 soldados, una flota naval, bombarderos B-52H, drones, y unidades especiales desplegadas.

El operativo incluyó maniobras anfibias, despliegues logísticos y ejercicios de disuasión aérea cerca del espacio venezolano. Los movimientos militares forman parte de la estrategia regional del gobierno de Donald J. Trump para ejercer presión sobre el régimen del Nicolás Maduro, calificado por Washington como un régimen narcoterrorista, y desmantelar redes criminales trasnacionales que operan desde Venezuela hacia el Caribe y América del Norte.
Fuentes oficiales indican que la base logística principal se activó en el aeropuerto de Mercedita, en Ponce, desde donde se trasladó personal y material bélico hacia instalaciones de entrenamiento como el Camp Santiago, preparándose para una segunda fase de ejercicios que incluirán desembarcos, patrullas marítimas y vigilancia aérea.
Autoridades del Pentágono han señalado que esta escalada no se trata de “simulacros” sino de operaciones de “mundo real” destinadas a eliminar la amenaza que representan organizaciones criminales transnacionales vinculadas al régimen venezolano.
En ese contexto, el uso de bombarderos estratégicos B-52H, drones de vigilancia marítima y aérea, junto a fuerzas anfibias y navales, refuerza la capacidad de EE. UU. para actuar rápida y eficazmente contra rutas de narcotráfico, tráfico de armas y posibles operaciones de sabotaje o infiltración desde Venezuela hacia el caribe.
Este despliegue representa un giro dramático en la presencia militar estadounidense en el Caribe, consolidando a Puerto Rico como plataforma estratégica para operaciones de seguridad hemisférica. Manda un mensaje claro al régimen chavista: cualquier intento de usar el Caribe como plataforma para narcotráfico o destabilización será confrontado con firmeza.
También envía una señal contundente al crimen transnacional: las rutas marítimas y aéreas desde Venezuela ya no serán espacios seguros para el negocio del narco. El despliegue demuestra que EE. UU. está dispuesto a proyectar poder de forma decisiva para proteger sus fronteras y frenar el flujo de drogas y de crimen hacia su territorio.
La operación en Ponce no es solo un ejercicio militar: es una declaración de intenciones. Estados Unidos se prepara —y actúa— con determinación para enfrentar la amenaza del narcoterrorismo emanado desde Venezuela, y Puerto Rico vuelve a emerger como pieza clave en la seguridad hemisférica. Este despliegue deberá leerse como una advertencia firme: quienes estén detrás del narcotráfico, la violencia o la desestabilización, perderán sus refugios en el Caribe.
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