El gobierno de Australia financió en secreto a comunidades musulmanas que promovían el genocidio israelí

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El gobierno del primer ministro australiano Anthony Albanese enfrenta duras críticas tras revelarse el otorgamiento de cerca de USD 30 millones en subsidios a organizaciones musulmanas, en particular al Australian National Imams Council (ANIC), mediante un esquema cerrado y no competitivo.

Según la información conocida, el Ejecutivo destinó USD 27 millones al ANIC y USD 1,1 millones adicionales en enero de 2024, oficialmente para reforzar la seguridad de mezquitas, escuelas y centros islámicos. La polémica estalló luego de que se confirmara que el principal clérigo del consejo, Ibrahim Abu Mohamad, respaldó una fatwa que llama a la “yihad” contra Israel, alentando apoyo financiero y militar a los terroristas de Hamás e instando a desobedecer a gobiernos que bloqueen ayuda a Gaza.

El ministro de Asuntos Internos, Tony Burke, defendió el financiamiento argumentando que busca proteger tanto a comunidades judías como musulmanas en el contexto del conflicto en Medio Oriente. Sin embargo, su silencio absoluto frente a la fatwa fue interpretado por críticos como una grave omisión que beneficia a sectores extremistas y prioriza cálculos políticos por sobre la seguridad nacional. Ni el ANIC ni Abu Mohamad respondieron públicamente a las acusaciones.

La controversia se da en un clima de creciente tensión social. Voces opositoras al financiamiento advierten que las amenazas contra Israel se traducen en amenazas directas contra judíos australianos, señalando consignas como “globalize the intifada” en protestas, ataques a sinagogas y la liberación bajo fianza de sospechosos.

Entre los episodios citados figura la manifestación del 9 de octubre de 2023 en la Ópera de Sídney, donde se corearon frases como “gas the Jews”, apenas dos días después del ataque de Hamás en Israel, considerado el más mortífero contra judíos desde el Holocausto.

El texto también apunta a la radicalización de líderes religiosos locales. El imán Sheikh Dadoun, de Bankstown, calificó el ataque de Hamás como un “día de orgullo y victoria”. El predicador Wissam Haddad citó relatos que llaman a matar judíos, mientras que el imán Ahmed Zoud, en Lakemba, los describió como “monstruos sedientos de sangre”, pidiendo luego a Allah que “mate a todos los opresores”.

Los críticos contrastan esta retórica con la conducta de la comunidad judía, a la que señalan como ajena a llamados a la violencia.Los opositores al financiamiento alertan que los llamados a la yihad representan un riesgo real para Australia, recordando antecedentes como el intento frustrado de atentar contra un avión de Etihad en 2017 —evitado gracias a inteligencia israelí— y el asedio al Café Lindt en 2014, que dejó dos muertos.

Finalmente, el gobierno australiano también es cuestionado por su apoyo internacional, ya que habría destinado más de USD 100 millones a la UNRWA, fondos que, según denuncias, en parte habrían terminado en manos de Hamás, mientras dentro del país se financian organizaciones cuyos líderes emiten mensajes abiertamente radicales.

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