Las palabras del año: ‘Slop’ (contenido basura de IA) en inglés y alemán.‘Arancel’ en Hispanoamérica

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El avance acelerado de la Inteligencia Artificial y la omnipresencia de las redes sociales no solo están transformando la economía, la política y la vida cotidiana, sino también el lenguaje. Así lo reflejan las palabras del año 2025 elegidas por los principales diccionarios e instituciones lingüísticas del mundo, donde predominan términos asociados a la tecnología, la desinformación y la cultura digital, un fenómeno que despierta tanto fascinación como preocupación.

En inglés, alemán y neerlandés, los vocablos seleccionados giran en torno a la IA y su impacto en la calidad de los contenidos. Mientras tanto, en el mundo hispanohablante, la palabra elegida ha sido “arancel”, un término clásico de la economía y la soberanía comercial que volvió al centro del debate internacional por las políticas impulsadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. En contraste, el diccionario Dictionary.com sorprendió con una elección difícil de digerir: el término “67”, reflejo del lenguaje juvenil y la cultura de redes.

La IA y la degradación del lenguaje digital

Dos instituciones de peso, el histórico diccionario estadounidense Merriam-Webster y el australiano Macquarie Dictionary, coincidieron en su palabra del año: slop. Traducida como “porquería”, el término describe el contenido digital de baja calidad producido en masa mediante inteligencia artificial.

Según Merriam-Webster, slop engloba desde videos absurdos y propaganda cursi hasta noticias falsas verosímiles y libros mal elaborados por IA. “La gente lo encontró molesto, pero lo consumió igualmente”, señalaron, evidenciando una realidad incómoda: el usuario es consciente del deterioro, pero sigue atrapado en él.

Desde Australia, Macquarie advirtió que, aunque en los últimos años la sociedad aprendió a “buscar mejor”, hoy debe abrirse paso entre “el desastre de la IA”. Incluso plantearon si pronto se denominará sloppers a quienes consumen y reproducen este contenido sin criterio.

En Europa, el diccionario neerlandés Van Dale eligió hallucineren (alucinar), resignificando el término para describir cuando una IA ofrece información falsa o poco fiable. En Alemania, la Asociación para la Lengua Alemana (GfdS) optó por KI-Ara (“Era de la IA”), al considerar que esta tecnología ha entrado de lleno en el centro de la sociedad, desplazando oficios, certezas y responsabilidades humanas.

Por su parte, el diccionario HarperCollins seleccionó vibe coding, un concepto que describe el desarrollo de software a partir del lenguaje natural mediante IA, una muestra más de cómo la tecnología simplifica procesos, pero también diluye el conocimiento técnico tradicional.

Redes sociales: ira, dependencia y manipulación

Las redes sociales también aportaron su cuota al vocabulario de 2025. La editorial de la Universidad de Oxford eligió rage bait (“cebo de ira”), una estrategia diseñada para provocar enfado y polarización con el único objetivo de aumentar clics, tráfico y ganancias. Una práctica cada vez más habitual en plataformas dominadas por algoritmos que premian el conflicto por encima del debate racional.

El Diccionario de Cambridge se inclinó por parasocial, un adjetivo que describe la falsa conexión emocional que los usuarios sienten con celebridades, influencers o incluso inteligencias artificiales, una relación unilateral que reemplaza vínculos reales y profundiza el aislamiento social.

Del “arancel” al desconcertante “67”

En el ámbito hispano, la FundéuRAE eligió “arancel”, una palabra de fuerte carga política y económica que volvió al primer plano por las negociaciones comerciales y las políticas proteccionistas promovidas por Donald Trump. Un término que remite a soberanía nacional, defensa de la producción interna y control de fronteras económicas, en claro contraste con la volatilidad del lenguaje digital.

La elección más polémica llegó de la mano de Dictionary.com, que proclamó como término del año “67” (pronunciado six seven). De origen musical y popularizado por jóvenes en redes sociales, su significado es deliberadamente ambiguo: puede expresar duda, indiferencia o una respuesta evasiva acompañada de gestos. El propio diccionario admite que es “difícil de explicar”, un síntoma claro de la brecha generacional y del divorcio entre el lenguaje formal y la jerga de internet.

Un idioma en disputa

Las palabras de 2025 confirman que el lenguaje se adapta a los cambios del mundo, pero también revelan una pérdida de claridad, rigor y sentido común. Mientras los diccionarios intentan registrar la realidad, la calle y las plataformas digitales avanzan a un ritmo desordenado, muchas veces impulsado por la tecnología sin filtros éticos ni culturales.

En un contexto donde la IA genera contenidos masivos y las redes sociales fomentan la ira y la dependencia, el desafío no es solo lingüístico, sino también moral y social: defender un lenguaje que sirva para informar, pensar y debatir, y no solo para consumir “slop” al ritmo de los algoritmos.

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