Un talento único, que quizás nunca más sea visto, una carrera llena de logros, pero también de vergüenzas, sumándole un ego tan grande que era lamentable.
Un hombre que vivió de polémicas, golpeador de mujeres, consumidor de drogas y algo más grave: un idólatra de los grandes dictadores y asesinos del mundo; El Che Guevara, Fidel Castro, Hugo Chávez y por último Nicolás Maduro.
Un hombre que, con poca capacidad para mantenerse en pie y con lengua enredada osó bailar en una tarima sacudiendo la bandera de Venezuela durante una campaña para un posterior fraude electoral que dirigía Nicolás Maduro.
He visto catalogar a Maradona de «buena persona» por rechazar aquella vez la invitación del Príncipe Inglés a su Palacio; ¿su alegato? «que nunca daría su mano a alguien que tuviese llenas las manos de sangre argentina» (haciendo referencia a la guerra de las Malvinas).
Si esa mano polémica con la que marcó un gol que no debió subir al marcador, dio ese discurso “patriota”, con los años se cayó cuando esa misma mano que se negó a saludar al Príncipe Inglés, la estrechó con líderes de dictaduras como la Cubana y la Venezolana. Esa misma mano, también golpeó mujeres, y hoy por cosas del destino, en el día Internacional contra la violencia de género, este personaje deja este mundo, sin ser buen ejemplo a seguir fuera de las canchas.
Pero sí, fue buen futbolista.
Por: Raymond Azar
Abogado, Columnista, Jefe Escritor de The Freedom Post, Podcaster.
Host: EN LA MIRA – Podcast