Las sangrientas orgías de Heliogábalo, el Emperador Romano transexual

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El Imperio Romano se relaciona como una época de grandes guerreros, poetas, filósofos y padres de la política moderna. Sin embargo, el Emperador Heliogábalo, considerado el primer transexual en el poder, tuvo un lugar destacado por sus excentricades, pero fue olvidado durante años.

Heliogábalo muchas veces fue separado de los libros grecorromanos por la supuesta necesidad de preservar “el honor histórico de los fundadores de Occidente”.

Sucede que este joven resultó extremo incluso para la lujuriosa sociedad romana ligada al poder. El emperador fue hasta el límite del goce, lo vivió a pleno y sin tapujos. Y se convirtió en una figura de culto que fue revisitada por varios historiadores y poetas. En gran medida, sobre todo en sus prácticas sexuales, fue un adelantado a su época.

Uno de los más importantes estudios sobre Heliogábalo lo escribióel francés Antonin Artaud quien, en el siglo XX, le dedicó el ensayo Heliogábalo o el anarquista coronado.

Artaud se sintió atraído por la figura de Heliogábalo, en parte, porque fue el primer transexual documentado, y declarado, además de un peligro para sus allegados, sobre todo, en sus intensas orgías que solían ser tan extravagantes como sangrientas.

Quién fue el Emperador Heliogábalo

Heliogábalo, Elagabalus en latín, nació en la ciudad de Emesa, en la provincia romana de Siria, en el año 203, y murió asesinado en Roma en el año 222.

Como Emperador romano tuvo un mandato efímero, ya que sólo reinó desde el año 218 hasta la fecha de su muerte, un total de cuatro años.

Su abuela Julia Mesa fue quien, con sus influencias políticas, tramó un complot contra el emperador Marco Opelio Macrino para levantar a su nieto Heliogábalo.

Muchos historiadores, especializados en la Antigua Roma, coincidieron en definir a Heliogábalo como «uno de los peores de su clase».

Como emperador, Heliogábalo fue una bomba de relojería. Tras ascender al poder a los catorce años, su mandato como emperador fue una especie de festival constante de erotismo. Y esta característica fue el caldo de cultivo para la fabulación en torno a su figura. Existen historias de todo tipo.

Varios historiadores, como Elio Lampridio o Barthold Georg, escribieron que Heliogábalo ejerció la prostitución. Para eso, contrató un regimiento de prostitutas, se mezcló entre ellas, y quiso cambiar quirúrgicamente de sexo varias veces.

Sin embargo, el nivel de desarrollo tecnológico de la época no lo permitía, por mucho que él insistiera a los médicos, incluso, amenazándolos de muerte.

El hecho de que Heliogábalo quisiera tener cuerpo de mujer, y lo hiciera público, le valió el rechazo de buena parte de los historiadores a lo largo de los siglos.

Las orgías y rituales en tiempos de Heliogábalo

Desde muy joven, Heliogábalo se convirtió en el pontífice del dios El Gabal de su ciudad Emesa, en la actual Siria, una antigua deidad de la época, dios del Sol.

Fue toda una declaración de intenciones cuando, poco tiempo después de llegar a Roma, legisló la adoración obligatoria de una estatua fálica del dios Gabal en una zona donde la ausencia de fieles de esa religión era total.

En los rituales, los senadores y pretorianos debían participar sin objeción alguna. Allí el emperador, vestido de mujer y con el pectoral al aire, se pavoneaba entre los presentes provocándolos.

Por otra parte, Heliogábalo mató a varias personas como consecuencia de su necesidad de divertirse constantemente. Cuando organizaba orgías, solía hacer caer una interminable lluvia de pétalos sobre sus invitados y algunos, exhaustos por la actividad, quedaban enterrados y se asfixiaban.

Muchos de estos encuentros también terminaba con el sacrificio de algún participante. Incluso, sumaba animales salvajes. Fue retratada por varios historiadores una práctica reiterada en las orgías: largar leones a los participantes en pleno acto sexual.

La insaciable búsqueda sexual de Heliogábalo

Entre las excentricidades de Heliogábalo se destaca la formación de un grupo paramilitar con un objetivo especial: buscar y reclutar a los hombres con el pene más grande de los dominios romanos. Quería a los mejor dotados para su disfrute personal.

Así conoció a Hierocles, un esclavo de Esmirna, y a Zotico, un fornido atleta griego más famoso por sus dotes sexuales que por sus logros deportivos.

Heliogábalo se casó con ambos y, lejos de esconderse, llegó a reconocer públicamente su felicidad con estos hombres para que todo el mundo lo supiera, actitudes que empezaron a molestar a sus senadores y a su propia guardia pretoriana.

La actitud del adolescente no quedaron en el plano privado. También construyó baños públicos para exponer las virtudes viriles de los ciudadanos y estableció espectáculos circenses en el propio palacio imperial.

Toda esta excepcionalidad y agitación socio-política culminó de la peor manera. Quienes le ayudaron a subir al poder, decidieron sacarse de encima Heliogábalo, asesinándolo.

La muerte de Heliogábalo en un letrina

El Emperador siempre creyó en la profecía de un sacerdote sirio quién le dijo que tendría una muerte violenta. Debido a esto, Heliogábalo armó su propia escena para morir.

Si había problemas, tenía ideado colgarse con un lazo de seda púrpura y escarlata. Si ello fallaba, había preparado un cuchillo de oro para apuñalarse. El tercer plan para su muerte era saltar de una torre suicida especialmente construida para ese momento final.

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Sin embargo, Heliogábalo nunca tuvo chances de usar la torre, el cuchillo o el lazo de seda. En marzo de 222, luego de sólo cuatro años en el poder, los soldados de Roma finalmente se rebelaron contra el emperador.

Después de matar a sus siervos fueron tras Heliogábalo y lo encontraron escondido en una letrina. Después de matarlo, arrastraron su cuerpo por las calles y finalmente lo arrojaron al río Tíber.

CLARÍN

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