«Lo hice por necesidad», dijo en su momento Dorángel Vargas, un vagabundo que solía dormir debajo de un puente de la ciudad de Táriba estado Táchira, que sin temor a confesar que durante años se había alimentado de los cuerpos trozados de una decena de personas, a razón de dos por semana.
Luego 23 años el periodista venezolano Luis Olavarrieta reseña una investigación sobre el caso.
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Según los expertos allí consultados, «El Comegente» recibe tratamiento médico por su condición mental tras las rejas. «Cargaba un litro de miche ahí, candela ahí en el estómago, se tomó esa verga y se quedó listo ahí, entonces me lo llevé (…) y me lo comí», recordó Vargas a una de sus víctimas en unas breves palabras con Olavarrieta.
CACTUS24
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