En 2015, cuando más de 190 gobiernos se adhirieron a la Agenda 2030 en la Asamblea General de Naciones Unidas, comprometiéndose a cumplir 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), resultaba difícil imaginar que, pocos años más tarde, algunos partidos de derecha calificarían dicha Agenda como una herramienta perversa, al servicio de oscuros intereses y contraria al bienestar de los habitantes del planeta… Esa –sorprendente– interpretación de la Agenda 2030, diseñada precisamente para garantizar un progreso más justo, más seguro y más duradero, tanto a las generaciones actuales como a las futuras, puede ganar adeptos gracias a la capacidad de diseminar desinformación entre los ciudadanos, en su mayoría con insuficiente formación. Seguramente, incluso en los países con mejores sistemas educativos, para muchas personas la Agenda 2030 apenas se identifica con un pin de colores, que algunos de sus dirigentes lucen en la solapa. No cabe olvidar tampoco que entre los ODS se incluye la igualdad de género y la lucha contra el cambio climático, objeto de posicionamientos negacionistas por parte de la extrema derecha.
El real impacto de la agenda globalista en la cultura y política de Iberoamérica y Europa, es una situación que preocupa a los ciudadanos conscientes de la manipulación que esta viviendo la Tierra en todas las culturas, hace décadas en contra de los valores.
Por ejemplo, el secretario general y diputado de Semilla, Samuel Pérez, realizó una acusación muy seria en su cuenta de Twitter. Según Pérez, el evento habría sido financiado por el Congreso, y el Presupuesto General de la Nación habría sido “readecuado en total opacidad”.
Pretenden imponer el totalitarismo
La agenda globalista está diseñada para imponer el totalitarismo por etapas. Su objetivo final sería destruir las naciones independientes, el matrimonio y la vida espiritual.
“Inicia con la desmoralización de las personas, ataca las culturas y finalmente las instituciones, para llegar a la imposición de la hegemonía y el totalitarismo”,. El impacto de dicha agenda se ha expresado haca varias décadas, principalmente a partir de los noventas, con una narrativa “que aclama la reivindicación de la diferencia, socavando y quitando del centro a la persona humana, suplantándola por el supuesto respeto al colectivismo”.
Entre otros recursos, es patente la compra de medios locales e internacionales y la réplica de consignas sin fundamento, repetidas por “net center”, comunicadores y líderes.
No es sorprendente cuando los globalistas “levantan el falso discurso de que nos encaminamos a ser un estado fallido, y vociferan en el extranjero para obtener más recursos para las ONG´s que se niegan a ser fiscalizadas”. No sorprende, afirmó, porque precisamente, su finalidad es socavar al Estado.
“Para gobernar el mundo hay que destruir lealtades”
El patriotismo, la identidad familiar y la lealtad religiosa son tres “tapones” contra los excesos del poder político.
Hay dos aspectos de la agenda globalista: el feminismo y la agenda LGBTIQ+, incluyendo el aborto, que de ser una práctica eugenésica y que buscaba reducir la población pobre, se ha convertido en un “derecho sexual y reproductivo”, según los lineamientos de la ONU.
La agenda globalista es muy poderosa y cuenta con mucho dinero y poder político para cambiar los paradigmas de la civilización y llevar al mundo hacia el totalitarismo. Sin embargo, según lo expuesto por Laje, sus narrativas están llenas de grietas y sustentadas con mitologías absurdas que permiten vislumbrar que se trata de un “gigante con pies de barro”.
Quienes sustentan los valores de la familia, el patriotismo y la libertad de culto, parecen obligados a denunciar la falsedad de esos argumentos.
Parecen chistes de pésimo gusto, pero reflejan absurdos de la realidad contemporánea
Algunos de los ejemplos anecdóticos usados por Laje en su conferencia para ilustrar hasta dónde puede llegar la “agenda” en los temas de aborto, feminismo y LGBTIQ+
- Una frase originada en la segunda ola del feminismo “lo personal es político”, comienza a hacerse realidad en países como Argentina, donde las feministas han llegado al extremo de demandar que se legisle para obtener “subsidios menstruales”.
- Una “mujer transgénero” fue nombrada Miss Universo, mientras se descalificó a una “mujer biológica” porque había sido madre.
- En Argentina, “mujeres trans” compiten en deportes como levantamiento de pesas y boxeo contra “mujeres biológicas”, pese a que estas últimas se han negado a competir con “chicas trans”.
- La “educación sexual integral” consiste en despojar a los padres de la injerencia en la educación de sus hijos. Esto deja la educación de los niños en manos de los políticos de turno, quienes definen las políticas educativas.
- En Holanda y Alemania existen movimientos que intentan incluir la pedofilia como una de tantas preferencias sexuales entre las siglas del movimiento LGBTIQ+.
- Algunos países comienzan a legislar para que a los niños se les identifique como “género X” y con el tiempo, “definan su sexo”.
Todo esto es un “absurdo en términos biológicos y científicos, pero no es nuevo, es un pensamiento de 1948, pero hoy dispone de mucho dinero porque es pieza clave de la agenda globalista”.
Es de agradecer que no se escondan, que a pesar del pin arcoíris y el lenguaje almibarado no tengan reparos en reconocer que su plan es el de someter (ellos dicen salvar) a la población mundial. La Agenda 2030 se presenta como “un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que también tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia”. Si fuera así, ¿quién se podría oponer? Bonitas palabras que revelan no sólo una ambición desmedida sino el anhelo del superhombre, del individuo que sustituye a Dios para dominarlo todo imponiendo la religión climática, el dogma de género o el multiculturalismo. Naturalmente nada de esto se ha votado en la Carrera de San Jerónimo ni se le ha ocurrido a ninguno de nuestros políticos por mucho que el Gobierno promueva la agenda a través de un ministerio creado ad hoc. Son imposiciones que elaboró un puñado de burócratas -reunido Dios sabe dónde- para despojar de soberanía a unas naciones cuyos parlamentos cada vez deciden menos y obedecen más.
El núcleo de la Agenda 2030 y su vocación colonizadora en los campos económico, social y ambiental viene explicado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Son 17 puntos que “constituyen un llamamiento universal a la acción para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas en todo el mundo”. Entre estos fines conviene profundizar en los que, obviando el nombre elegido expresamente para generar confusión, esconden prohibiciones que afectan a la vida cotidiana de millones de personas en todo el mundo:
1. Fin de la pobreza. “De aquí a 2030 erradicar para todas las personas y en todo el mundo la pobreza extrema”. Lo inquietante es comprobar cómo aspiran a tal meta. “Crear marcos normativos sólidos en los planos nacional, regional e internacional, sobre la base de estrategias de desarrollo en favor de los pobres que tengan en cuenta las cuestiones de género, a fin de apoyar la inversión acelerada en medidas para erradicar la pobreza”. Esto es muy significativo, ya que aquí se reconoce explícitamente que para dejar de ser pobre hay que aceptar la ideología de género. También meten la cuña del cambio climático: “Fomentar la resiliencia de los pobres y las personas que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad y reducir su exposición y vulnerabilidad a los fenómenos extremos relacionados con el clima y otras perturbaciones y desastres económicos, sociales y ambientales”. Es decir, para la Agenda 2030 saldrá de la pobreza quien acepte que la biología no determina el sexo o quien demuestre su sensibilidad con el clima cambiando el coche por un formidable patinete.
2. Hambre cero. “Asegurar la sostenibilidad de los sistemas de producción de alimentos y aplicar prácticas agrícolas resilientes que aumenten la productividad y la producción, contribuyan al mantenimiento de los ecosistemas, fortalezcan la capacidad de adaptación al cambio climático, los fenómenos meteorológicos extremos, las sequías, las inundaciones y otros desastres, y mejoren progresivamente la calidad de la tierra y el suelo”. Nuevamente se supedita el fin de la pobreza a cuestiones ajenas como el cambio climático: si quieres pan debes renunciar al coche o a viajar. Si no comes carne no es porque seas pobre, sino porque eres sensible y resiliente al cambio climático.
3. Salud y bienestar. “De aquí a 2030, garantizar el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva, incluidos los de planificación familiar, información y educación, y la integración de la salud reproductiva en las estrategias y los programas nacionales”. El eufemismo ‘salud sexual y reproductiva’ ya sabemos lo que significa: aborto y cambio de sexo. “De aquí a 2030, reducir en un tercio la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles mediante su prevención y tratamiento, y promover la salud mental y el bienestar”. O sea, aplicación de la eutanasia. “De aquí a 2030, reducir a la mitad el número de muertes y lesiones causadas por accidentes de tráfico en el mundo”. Si se logra prohibir la circulación de vehículos, ¿cómo no van a lograr menos muertes? ¿Acaso no presumió Pedro Sánchez de la reducción de crímenes en España cuando nos encerró en casa ilegalmente?
4. Educación de calidad. “De aquí a 2030, asegurar que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible, entre otras cosas mediante la educación para el desarrollo sostenible y los estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad de género, la promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural y la contribución de la cultura al desarrollo sostenible”. A lo ya comentado sobre la prohibición de la carne o el coche por ir contra “un estilo de vida sostenible” o la aceptación de la ideología de género, se suma ahora la recepción de inmigración masiva como algo inevitable que beneficiará al país de acogida. La realidad, sin embargo, son guetos como Molenbeek o ciudades arrasadas por la violencia y la inseguridad como Badalona.
5. Igualdad de género. “Lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y las niñas […] eliminar todas las prácticas nocivas, como el matrimonio infantil, precoz y forzado y la mutilación genital femenina”. Este objetivo es absolutamente loable, sin embargo, es un oxímoron si en la misma agenda se favorece la inmigración masiva de culturas que practican los matrimonios forzosos o la mutilación genital. La defensa de la mujer o el feminismo -sorprendente aliado hoy del islam- es incompatible con quienes consideran a la misma inferior.
6. Agua limpia y saneamiento. Así sea.
7. Energía asequible y no contaminante. “De aquí a 2030, aumentar considerablemente la proporción de energía renovable en el conjunto de fuentes energéticas […] Garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos”. Toda esta hojarasca verde se traduce en asfixiar al contribuyente con impuestos “para la sostenibilidad energética” al tiempo que se combate la energía hasta el momento más eficaz y barata: la nuclear.
8. Trabajo decente y crecimiento económico. “Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos”. Inclusivo y sostenible son eufemismos que traen de la mano la desindustrialización del país donde se apliquen políticas que fomenten, por ejemplo, energías no rentables y se ataque sectores como la agricultura, la pesca o la ganadería.
9. Industria, innovación e infraestructura. “Promover una industrialización inclusiva y sostenible”. Ídem.
10. Reducción de las desigualdades. “De aquí a 2030, potenciar y promover la inclusión social, económica y política de todas las personas, independientemente de su edad, sexo, discapacidad, raza, etnia, origen, religión o situación económica u otra condición”. Políticas de cuota, es decir, imposición de colectivos en puestos de responsabilidad sepultando el mérito y el esfuerzo.
11. Ciudades y comunidades sostenibles. “De aquí a 2030, asegurar el acceso de todas las personas a viviendas y servicios básicos adecuados, seguros y asequibles y mejorar los barrios marginales”. Imposible lograr la seguridad en los barrios cuando se favorece el efecto llamada a la inmigración ilegal de culturas que no se adaptan a la nuestra.
12. Producción y consumo responsables. “De aquí a 2030, asegurar que las personas de todo el mundo tengan la información y los conocimientos pertinentes para el desarrollo sostenible y los estilos de vida en armonía con la naturaleza”. Estos estilos de vida pasan por poner trabas al consumo de carne o prohibir la circulación de coches en los centros de las ciudades.
13. Acción por el clima. “Incorporar medidas relativas al cambio climático en las políticas, estrategias y planes nacionales”. Más de lo mismo: desindustrialización, cruzada contra la energía nuclear, la ganadería, transportes como el coche o el avión y, como consecuencia, contra el turismo.
14. Vida submarina. “De aquí a 2025, prevenir y reducir significativamente la contaminación marina de todo tipo, en particular la producida por actividades realizadas en tierra, incluidos los detritos marinos y la polución por nutrientes”. Las medidas para reducir la contaminación la pagarán las pequeñas explotaciones de pescadores y la pesca artesanal, que en muchos casos desaparecerán. Las grandes multinacionales sí podrán afrontar los exigentes requisitos, por lo que una vez más se demuestra que la Agenda 2030 está hecha para favorecer la expansión de las grandes multinacionales y el fin del pequeño comerciante.
15. Vida de ecosistemas terrestres. “Proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y detener la pérdida de biodiversidad”. Sectores como la ganadería, la agricultura y la caza se ven perjudicados por restricciones en la producción, la competencia desleal foránea o limitaciones como la propia práctica.
16. Paz, justicia e instituciones solidarias. “Ampliar y fortalecer la participación de los países en desarrollo en las instituciones de gobernanza mundial”. Aquí se reconoce sin ambages el objetivo de todo el plan: someter a la población mundial a los dogmas de la agenda.
17. Alianzas para lograr los objetivos. “Fortalecer los medios de implementación y revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible”. El último punto es un resumen de que la agenda es una imposición con aspiración mundial.
El Fondo Monetario Internacional, que ha de ser el organismo más carenciado en materia de éxitos de la historia de los organismos internacionales carenciados y eso que la competencia es mucha, también estableció metas para esa agenda 2030. Durante el pletórico de desgracias año 2020 volvió el tema con renovados bríos en la Edición del Foro Económico Mundial conocido por su nombre coloquial como Foro de Davos. La humanidad nunca podrá estar lo suficientemente agradecida a la torpeza de Klaus Schwab, su presidente y fundador, ya que con un simple videito encendió el escándalo planetario al poner en evidencia el futuro horroroso que estaban planificando nuestras elites.
Las agendas para los años 2030, 2050, y si los dejamos seguir 3000 (a qué reprimirse, muchachos, que los números son infinitos!), son documentos que detallan objetivos imposibles tales como terminar con “brechas” y “vulnerabilidades”. Su objetivo es una especie de felicidad planetaria común que desde luego ha de ser sustentable, igualitaria, verde y feminista. Esto implica considerar que, o bien los 7 mil millones de terrícolas coincidimos en una sola idea de felicidad, o habrá que reeducarnos hasta que entremos en razones. Algunos puntos son particularmente aterradores, y la ingeniería social del Foro de Davos no se preocupó en maquillar predicciones que anticipan el fin de la propiedad privada, por ejemplo. También aseguran que grandes poblaciones se van a desplazar por culpa del cambio climático que aparentemente cambiará más en África y Asia que en las principales capitales europeas, las que han de prepararse gustosas para albergar a los habitantes de ambos continentes.
La ingeniería social no es patrimonio de los dictadores, es en las sociedades democráticas donde se ven mayores cantidades de adictos a un tipo determinado de “progreso” social.
Llevamos mucho tiempo ya con el cantito de las predicciones que justifican el accionar de los ingenieros sociales. Una cantidad enorme de modelos de antelación de catástrofes que jamás se producen y que sin embargo no dejan de surtir efecto. Como el cuento del pastorcito pero inverso. Esos modelos alarmistas son el aval de la ingeniería social llevada a la planificación futurista. Contribuye en mucho una población que se volvió cada vez más dependiente económica y psicológicamente del paternalismo estatal y que derivó en una infantilización de la sociedad como nunca se había visto. Llegamos al Siglo XXI con una economía globalmente intervenida y con una sociedad temerosa de morir y de vivir. Un estado de mansedumbre y dependencia muy aceitados.
Así, la planificación centralizada que representó a los totalitarismos más rancios se volvió deseable, gracias a la confianza religiosa de la sociedad en el Estado benefactor y a su capacidad de modelar el futuro aceptando a pies juntillas sus mandatos y arbitrariedades más ridículas, mansamente. Es que la ingeniería social no es patrimonio de los dictadores, es en las sociedades democráticas donde se ven mayores cantidades de buenismos, de creadores de felicidad, de adictos a un tipo determinado de “progreso” social.
Hablando de ingeniería social, Karl Popper diferencia una política social «razonable» de una «utópica» . En este sentido no es lo mismo establecer una política pública «razonable» específica, medible y alcanzable en un plazo concreto: vacunar a una población, por ejemplo; que decir que el plan político consiste en lograr la felicidad: concepto «utópico» inmedible, arbitrario e inalcanzable. Cuando estamos ante esto último, estamos ante las puertas del totalitarismo.
Más allá de lo hilarante de los consejos del dictador chino, lo cierto es que concluyó instando al mundo a imitar su modelo de gobierno
Todas estas agendas que se adelantan 15, 20 o 30 años rebozan de declaraciones de buenas intenciones utópicas propuestas por gobiernos incapaces de las acciones más básicas, pero que son capaces de predecir futuros deseables, tan inasibles que no se pueden evaluar ni controlar. Pero tal vez lo más interesante de estas utópicas agendas es que planifican la felicidad incluso de quienes no han nacido y esto es lo más grave: quitan a los individuos el derecho de perseguir su propia felicidad, son despojados de planes propios en función de la una felicidad colectiva, esa que se decide en el Foro de Davos o en la ONU que determinan la necesidad de que, a como dé lugar y según sus parámetros, seas feliz.
Hablamos de una especie de neocolonialismo de la alegría. Es de esperarse que, como todo colonialismo, presente resistencias estructurales que necesiten adoctrinamiento. Casualmente para pensar en modelos de manejo de las resistencias, en plena pandemia, el Foro de Davos tuvo de invitado de honor al dictador que rige los destinos de la República Popular de China. El líder comunista mostró orgulloso su modelo de gestión alegando que China había salido vencedora de la pandemia mundial y que su economía incluso había crecido. Ha de haber gente que crea en los números y estadísticas del Partido Comunista Chino, pero más allá de lo hilarante de los consejos del dictador, lo cierto es que concluyó instando al mundo a imitar su modelo de gobierno. Ni corto ni perezoso, Klaus Schwab, alabó al comunista: “Tenemos que comenzar una nueva era global y contamos con usted. Muchas gracias, señor presidente, por esta declaración de principios y por recordarnos que somos parte de una comunidad global que comparte el mismo futuro común”.
¿Cómo van a entender lo que se viene si no pueden diseñar ni un gráfico hecho con los pies en power point?
Resulta evidente, gracias al estridente Klaus, que toda agenda que le guste a China es incompatible con la libertad o la democracia. ¿Quién va a estar contento con no poseer nada y estar dependiendo de un dron que le traiga lo que alguien determinó que necesita? ¿quién va a pagar lo que traiga el bendito dron? ¿Conseguirá votos un político que nos cambie la carne de vaca por un puñado de grillos fritos? ¿Es que estas paparruchadas son el “progreso”? Dice un viejo chiste que los progresistas son al progreso lo que los carteristas a las carteras. Pues bien: los ingenieros sociales son ese progresismo, que se arroga la tarea de direccionar, adoctrinar, censurar, encauzar el futuro anulando el rol del individuo, porque la ingeniería social siempre es totalitaria.
La historia se acelera con las revoluciones tecnológicas. El cambio social que produjo internet es tan gigante como veloz y absolutamente impensado hace 30 años. ¿Cómo demonios piensa esta gente que puede planificar un futuro que será mucho más veloz e incierto si no pudo ni prever una marea de 10.000 almas que se le acercaba a nado en sus propias narices? ¿Qué tecnologías pueden surgir no ya en 2030 o 2050 sino en los próximos 3 o 4 años? ¿Cómo van a entender lo que se viene si no pueden diseñar ni un gráfico hecho con los pies en power point? La transformación de la sociedad es impredecible, por fortuna. Por eso es que prefieren sociedades donde se impone la dependencia de las políticas sociales y en las que hasta el consumo doméstico o la industrial cultural está condicionada por la demanda dirigida ideológicamente.
Los países en donde se han respetado las libertades y los derechos individuales han salido mejor de la crisis que los socialdemócratas
Anticiparse al futuro no es más que una forma de preservar defensivamente los privilegios frente a las amenazas de la libertad. Entender lo que las élites hacen cuando nos prefabrican el futuro es vital porque leyes dementes que promueven ya se están imponiendo en todo el mundo a toda velocidad. No solo corrompieron la igualdad ante la ley, intervinieron la propiedad y la vida íntima sino que están encareciendo los alimentos, la energía y la movilidad. Estamos volviendo décadas para atrás cuando las clases medias y bajas no podían viajar en su propio auto o ir en avión. Épocas en que los alimentos que hoy son comunes eran suntuarios. La propuesta de felicidad de las elites es llevarnos lo más atrás que aguantemos con la excusa de que somos dañinos para la Tierra.
Estos proyectos no tienen nada que ver con el futuro lejano, sino con el mañana cercano. En los discursos tan aplaudidos del dictador chino y de otros líderes mediáticos adanistas se habla de que ya nada volverá a ser igual en el panorama pospandemia. La vida que nos prometen es la misma sarta de confinamientos y restricciones a los derechos personalísimos con la que se nos castigó todo el 2020, “por nuestro bien”. Y vuelven a mentir, los países en donde se han respetado las libertades y los derechos individuales han salido mejor de la crisis que los socialdemócratas y ni que hablar de los socialistas. En hispanoamérica la combinación de covid con democracias de baja intensidad ha sido demoledora. Es verdad que todo el mundo retrocedió, pero donde falta libertad y desarrollo se retrocedió más.
La crisis del virus coronado reveló formas de autoritarismo que ni imaginábamos en democracia
Allí donde creció la miseria van a querer prohibir el desarrollo que sí tuvieron otros países antes? ¿Los combustibles fósiles que fueron motor para algunos serán condenados para otros? Si los aviones contaminan, ¿por qué no los dejan de usar aviones privados para ir al Foro de Davos a pensar barbaridades? ¿El progreso es volvernos a la edad de los metales mientras una reducida nobleza goza de privilegios? Los políticos que elegimos sólo están para administrar impuestos en políticas concretas y mensurables. No están ahí para decirnos cómo vivir, comer, viajar o trabajar y definitivamente no están a cargo de nuestra felicidad.
En el videito distópico de Klaus también se decía: “Los valores que sustentan nuestras democracias deben ser considerados”. ¿Cómo puede ser que los políticos elegidos a través de esos valores no hayan puesto el grito en el cielo? ¿Pero es que no puede ser más clarito, o necesitamos que nos lo expliquen con dibujos? Es notable como los plutócratas han usado escenográficamente demandas de la nueva izquierda para que la socialdemocracia trabaje para ellos. Desde que la plutocracia empezó a diseñar nuestro futuro sustentable, feminista, vegano y feliz, la clase media se ha ido destruyendo, las deudas soberanas han crecido escandalosamente, la crisis del virus coronado reveló formas de autoritarismo que ni imaginábamos en democracia, y la gran mayoría del mundo se ha empobrecido en virtud de la políticas diseñadas por ingenieros sociales inútiles para el presente pero que se quieren quedar con el futuro.
Si algo nos salvó de las garras del socialismo fue la pujanza de las clases medias hoy mundialmente devastadas. Eran las portadoras de una escala de valores ahora ferozmente atacados como el mérito, el esfuerzo y la voluntad, expresados en el paso por instituciones educativas que actualmente son desprestigiadas y manejadas por colectivos gremiales que las aborrecen. Unas clases medias cuyas esperanzas de evolución no dependían del Estado, ni de los planes sociales o del empleo estatal. Clases cuya aspiración familiar era que las nuevas generaciones tengan más conocimiento y bienes que los padres, y hoy esas nuevas generaciones ni estudiaran, ni trabajaran, y no podrán ni siquiera aspirar a la casa propia ni a mantener por sí mismos una familia. ¡Y tienen que venir estos dementes a decirnos que eso es ser feliz!
Una propuesta planetaria a futuro, en defensa propia, sería reducir de inmediato las emisiones de ingenieros sociales, de vendedores de crecepelo progre, de visionarios, de alarmistas, de expertos a sueldo de políticos y ya que estamos, de políticos. Si no, que vayan ellos a comer hormigas en una cueva, a ver cuán felices son.