#Opinión | CONTEMPLATIO SOCIAL – Por Juan Carlos Febres

0
560

“Contemplatio Social, es Observación, Aprendizaje, y Compromiso, porque entendemos que ser libre no es solamente romper cadenas sino vivir aprendiendo con ojos nuevos sobre la libertad”.

“Cuando una teoría aparezca ante ti como la única posible, toma esto como una señal de que no has entendido ni la teoría ni el problema al cual ella debería resolver”. Karl Popper

Los últimos años han acercado a muchas personas las ideas y la fuerza de la palabra libertad, mientras que nuestras sociedades se convierten en sociedades demandantes -demandan e inventan más derechos- la pobreza y la dependencia sigue en aumento, a tal punto que la pobreza ya ha dejado de ser solo daños materiales, si no también es deterioro cultural y desgate psicológico, ya que el ciudadano empobrecido va en busca de un supuesto nuevo derecho transita su vida perdiendo su dignidad.

También son tiempos de confusión, algunos hablan de cambio de era, otros de renacimiento de las ideas y de la filosofía, y otros de solo moda, un cambio de moda tanto en el pensamiento, como en lo económico y en lo político. Esta definición nos obliga a cubrir las demandas del conocimiento, de la sabiduría, de la claridad, la esperanza y la fuerza de la libertad.

El individuo hoy sigue perdiendo su dignidad al masificarse, y al ir abandonando su dignidad proporcionalmente incrementa su dependencia hacia el estado, hacia la masa. Los valores que antaño lo identificaba, lo movilizaban, hoy solo es un vago recuerdo. La moral y la ética solo son referentes semánticos para tratar de dilucidar si aquello es bueno o malo.

Es bajo estas circunstancias que la Libertad es la genuina base para que el hombre recobre esa dignidad perdida, y con ello retome los valores, la moral y la ética como parte de su estilo de vida.

Hoy la libertad como facultad humana debe educarse y además luchar por ella. Parafraseando a Kofi Annan (ex secretario de las Naciones Unidas) diremos “la Libertad es tu derecho, tómenla, defiéndanla, promuévanla, entiéndanla e insistan en ella, nútranla, enriquézcanla, es lo mejor de nosotros, denle vida”.

Pero en estos tiempos tan convulsionados donde la filosofía parece estar, desparece. La libertad se ha convertido en una especie de nueva coyuntura, ese es el peligro, es la vedette, es la nueva moda y eso genera muchísimas confusiones.

Las ideas liberales experimentan un maravilloso ascenso en todo el mundo. El mundo de las ciencias sociales, los economistas, filósofos, sociólogos, juristas, historiadores, periodistas y aun los psicólogos exponen la novedad de su funcionamiento, estudian sus variantes o investigan como dicha escuela influye en todos los aspectos de la acción humana.

Entonces ¿Qué es el liberalismo?

El liberalismo como toda filosofía política genera sus propios paradigmas, su propia cosmovisión. Durante el siglo XX, por muchos años, solo tuvo relevancia en algunos salones educativos alejada del vulgo, para algunos economistas y escritores era una actitud intelectual influenciada por el espíritu popperiano, como también de Mises, Rand, Hayek entre otros que aportaron sus pensamientos con el fin de acrecentar las ideas de la libertad, ellos aceptaron que todo conocimiento es temporal, y que el otro puede tener su cuota de verdad –por eso todo liberal es tolerante- y que todo está en constante cambio que nada es inalterable.

La definición de Alberto Benegas Lynch hijo viene a dar claridad a la pregunta sobre el liberalismo, “El liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo basado en el principio de no agresión en defensa de la vida, la libertad y la propiedad”.

Cuando definimos como respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo no decimos adherir, alabar o aplaudir sino respetar.

Lo primordial de esta definición radica en reconocer el desarrollo del hombre y sus potencialidades, es decir, que logre sus objetivos, tanto espirituales, afectivos, estéticos y económicos.

El liberalismo no es solo economía de mercado, ni siquiera es lo más característico como algunos pretenden plasmar como rasgo principal, lo que caracteriza al liberalismo es el reconocimiento de la propiedad privada y la libertad contractual.

Los detractores del liberalismo denuncian que el liberal es extremista, autoritario, poco solidario, egoísta y eso los lleva a ser inmorales ya que su egoísmo no le permite vivir pensando en el bien común, en donde las normas, valores, costumbres y creencias son vistas como conservadoras y anacrónicas, y ese deseo irrefrenable de riquezas de poder los hace poco éticos, por lo tanto el socialista, se considera el hombre honesto, el honrado, el decente, el íntegro, el puro, ya que él piensa en el otro.

¿Es correcto? ¿El socialista es el hombre ético y el liberal es el injusto e inmoral? ¿Es injusto e inmoral buscar poseer riqueza producto del esfuerzo y trabajo?

Toda persona rica, pobre, dueño de empresa o empleado no vive al margen ni de la economía ni de la moral, toda persona participa en el proceso de producción, ya sea trabajando, consumiendo, o ahorrando con el único fin de lograr seguridad en su vida y buscar su propia felicidad. No se trata de un sistema que busca el bienestar material y económico a costas de los valores humanos, ni está en la búsqueda de un mundo sin fe ni ley en que los poderosos aplastan a los débiles, por el contrario el liberalismo respeta la personalidad de cada individuo, su dignidad, su potencialidad y su libertad para elegir sus propios objetivos. El liberal rechaza toda visión global, mecanicista o meramente materialista de la vida de los hombres en sociedad.

¿Por qué toda esta discusión puede convertirse peligrosamente en una moda? La evolución de las ideas está impregnada del espíritu de su época. Veamos brevemente las ideas especialmente en la filosofía política.

En la década del 50 se vivió una época de constante temor, la guerra fría era el motor de la política. Con la juventud surgía una ideología irreverente, el rock and roll fue el vehículo para una constante critica de la sociedad. Mientras la moral perdía su lugar preponderante en el quehacer social, la utopía intentaba sustituirla. La moda, durante esos años, era más bien lo inmoral, el libertinaje en todas direcciones.

En la década del 60 y del 70 la cosmovisión cambió: Los paradigmas se radicalizaron, todo era política, y así se comprendían las cosas, no existía la palabra apolítico, el compromiso era un axioma de vida, la política era todo y era lo único moral, era una moral militante.

Los filósofos y los intelectuales apelaban a Nietzsche: se aspiraba a existir más allá del bien y del mal. Los que aspiraban a ser filósofos o a ser intelectuales se contentaban con pintar las paredes de sus facultades con los eslóganes de entonces. Frases como “Prohibido prohibir”, o bien: “Vivamos sin tiempos muertos, gocemos sin trabas”.

Ya más cerca de los ochenta se redescubre a Walt Whitman y con él una frase del poeta inglés Robert Herrick “Coged las rosas mientras podáis; veloz el tiempo vuela. La misma flor que hoy admiráis, mañana estará muerta”. Con la justificación de la juventud, era permitido hasta librarse de toda preocupación moral y ética. Lo único que valía la pena era la política, el sexo y la lucha contra el orden, es decir la revolución. La moda, durante esos años, era más bien el inmoralismo, la liberación en todas las direcciones.

Desde la década del 80 hasta el 2000 regresa la idea de la moral y la espiritualidad. Fundamentalmente, se trata de un retorno de la moral en el discurso. No es que las personas sean más virtuosas, sino que se habla más de moral. El asunto moral es la cuestión del bien y del mal, de lo humano y lo inhumano. La cuestión espiritual es la cuestión del sentido.

Con la llegada del nuevo siglo los paradigmas cambiaron nuevamente. La política dejó de interesar y se volvió objeto de burla y desconfianza. La moral se convirtió en una palabra casi caduca: Se buscó aggiornar la moral con algo más amplio, más “sensible” y la encontraron en los derechos humanos, esto llevó a un nuevo giro en la cosmovisión: el empoderamiento del estado, de este modo se buscó una responsabilidad social con el otro, y esto trajo una hipocresía velada. Se hablaba de liberar al individuo, de igualdad y de derechos, y lo que se acrecentó fue la esclavitud del hombre y la desigualdad del individuo no por su riqueza sino por su acercamiento al poder, surge así ciudadanos de primera, de segunda y los descartables. El humanitarismo no puede sustituir a la política. Este periodo de espiritualidad y de búsqueda moral se fue agotando.

Ya en la década del 2010 hacia estos tiempos las personas se cuestionan el papel totalitario del estado, el vasallaje a través de los impuestos y se reanima la libertad.

Los intelectuales, filósofos, escritores, economistas retoman las ideas liberales, entienden que la única manera de que el hombre pueda salir de su miseria es solo si tiene libertad para trabajar por sus sueños, que su dignidad se ve fortalecida si existe igualdad ante la ley, y por sobre todo si es poseedor de los frutos de su trabajo.

El francés François-René de Chateaubriand hablaba del silencio de la abyección, en el que solo se oyen las cadenas del esclavo y la voz del delator. Esta es la barbarie que no ha sido desterrada.

“El mundo no está formado por cosas, sino por procesos”. Son palabras de Karl Popper que debemos recordar. Las modas tienen un tiempo de vida, le dan sentido de pertenencia e identificación al individuo con una idea ya sea esta política, estética, filosófica, visual, deportiva o cultural.

La filosofía liberal no puede sustituir el ejercicio de la política, son dos entidades diferentes, las dos son ineludibles, cada una es esencial. Debemos entender que hay una necesidad de las dos y que las dos son diferentes, debemos ser vigilantes, que la libertad no se reduzca al servicio de la política ni que la política se reduzca al servicio de la libertad, en el accionar social del individuo.

Nuestras democracias son deficientes, y eso es, un síntoma perturbador. Pero debemos recordar que “somos seres sociales en lo más íntimo de nuestro ser. La idea de que uno puede empezar cualquier cosa desde cero, libre del pasado, o sin intervención de los demás, no podría estar más equivocada”. (Karl Popper) Pero esto no debe confundirse con el constructivismo y el colectivismo ya que mientras el liberal busca vivir de acuerdo a su proyecto de vida, el colectivismo destruye cualquier proyecto de vida, busca masificar al individuo, en resumen mata. Mientras la libertad es responsabilidad del individuo para el colectivista la libertad la da el poder del estado.

Debemos tener presente que “Nadie puede ser feliz sin participar en la felicidad pública, nadie puede ser libre sin la experiencia de la libertad pública, y nadie, finalmente, puede ser feliz o libre sin implicarse y formar parte del poder político”. (Hannah Arendt).
Esto implica que las personas deben luchar para lograr la justicia. Si no luchan por la paz, no habrá paz, si no combaten por su libertad nunca habría libertad, si no se esfuerzan por idear un sustento propio, nunca dejaran de ser pobres.

Sólo estamos obligados internamente a consagrar nuestras vidas por los ideales. La idea de la libertad es nuestra responsabilidad, debemos ser parte de ese cambio, debemos ser responsables de nuestro tiempo.

No hay nada más indigno para un hombre libre que vivir a expensas del estado y permitir que el liberalismo sea una moda. La liberación se funda en la libertad, la cual debemos conquistar día tras día.

Por Juan Carlos Febres ( Juca Fevel)
Escritor invitado
Sociólogo/ Especialista en Derechos Humanos.
Liberal clasico
Director de Contemplatio Social.

Esta y otras noticias en nuestro canal de Telegram TFPOficial; siguenos tambien por Instagram thefreedompost_