Conoce porqué EEUU está regalando faros

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En todo el mundo, los faros fueron alguna vez puntos de encuentro, entre aquellos que habitaban una tierra y los que llegaban a ella. Los cielos brindaban mecanismos de orientación, pero ninguna estrella o constelación podía marcar el final del agua a quien viajara en barco. Y había muchos lugares a los que solo podía llegarse así, surcando los mares, esperando ver una luz en el horizonte para decir eso de «¡Tierra a la vista!».

Siglos y siglos corroboran que, sin ellos, la historia social no se habría articulado, para bien y para mal, de la misma forma (quizás de ninguna forma). Así, el faro más antiguo del que se conserva referencia escrita en la actualidad data del 650 a.n.e. Se trata del faro de Sigea, situado al oeste de la desembocadura del Nilo y frente a la ciudad de Alejandría, en la isla de Faros.

Desde entonces, al menos, los faros han dado la bienvenida a los viajeros al borde de todos los continentes. Sin embargo, la llegada de tecnologías de navegación como el GPS ha dejado a muchos de estos centinelas de la costa sin un propósito práctico más que el de resultar algo parecido a un monumento. Desde ese punto de vista, en Estados Unidos algunos de sus faros ahora están en venta, y son completamente gratuitos.

Nada de quedar obsoletos

El país norteamericano es el noveno país con más kilómetros de costa, un total de 133.312 kilómetros. Allí, desde la aprobación de la Ley Nacional de Preservación de Faros Históricos en el año 2000, la Administración de Servicios Generales (GSA en sus siglas en inglés) ha estado transfiriendo la propiedad de muchos de los faros abandonados a lo largo del territorio. Según un comunicado del propio organismo, «ya no son fundamentales en las misiones y necesidades de la Guardia Costera», que era la única que aún los mantenía en uso. ¿Y ahora qué?

El objetivo de estas transferencias no es otro que el de preservarlos como edificios históricos. Muchos de ellos, además, ofrecen «vistas impresionantes»

Resulta que este mismo año, han decidido regalar seis de esas balizas históricas. Lo más sorprendente es que ahora se encuentran en escaparate sin coste alguno. Otros cuatro, además, se venderán en subasta pública. El objetivo de estas transferencias no es otro que el de preservarlos como edificios históricos. Porque lo «obsoleto» puede seguir teniendo funciones de lo más interesantes.

Entre los que entran a subasta se encuentran el faro Penfield Reef en Fairfield, en Connecticut, y el faro Stratford Shoal, en medio de Long Island Sound, que solo son accesibles en barco. En algún momento fueron instrumentos para brindar un paso seguro a algunos de estos puertos peligrosos, como explica Teresa Nowakowski en Smithsonian, que «brindaron a las comunidades grandes oportunidades para el comercio». Para lo que hoy conciernen, muchos también están ubicados en «lugares destacados que ofrecen vistas impresionantes», pero su mantenimiento supone un desafío.

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