Un equipo de investigadores de la Universidad de La Rioja (UR) ha encontrado en la localidad riojana de Laguna de Cameros (norte de España) un yacimiento de huellas de dinosaurio nadador, una modalidad de la que existen muy pocas evidencias en el mundo.
El paleontólogo Pablo Navarro Lorbes descubrió este yacimiento, con ayuda de vecinos de este municipio español, en 2020 y desde entonces ha trabajado en estas icnitas y redactó un trabajo que ahora publica la revista científica Cretaceous Research; además ha sido también su tesis doctoral.
Según detalló este martes el investigador, en el mundo apenas hay unas decenas de yacimientos de icnitas de dinosaurios nadadores del Cretácico inferior, datadas entre hace 145 y 100 millones de años: Otros datos que aporta este trabajo son el que se trata de dinosaurios que no sabían volar y que tenían tres dedos, lo que descarta que se tratase de grandes cocodrilos, que tienen cuatro.
En este caso, el investigador cree que posiblemente se trata de huellas de espinosáuridos que trataban de superar la masa de agua que en esa época ocupaba esta zona y que desarrollaron diferentes formas de nado.
Las icnitas de Laguna de Cameros están ubicadas en uno de los escarpes del río Leza, una zona abrupta que durante el Cretácico Inferior, según apuntan los análisis de las capas del terreno, fue un meandro abandonado cubierto de agua.
Reconocío que el hallazgo de las icnitas tuvo un gran componente de casualidad, porque en esta zona se produjo un desprendimiento y, poco después, un vecino del pueblo, con conocimientos en esta materia, vio durante un paseo las icnitas que habían quedado al descubierto.
El autor de la investigación incidió en que «no son huellas compatibles con un desplazamiento terrestre normal de las especies que habitaban en esta zona”, y destacó que la longitud de las huellas también avala esta tesis, ya que es variable (desde 8,5 hasta 29,2 centímetros) y sus dimensiones dependen de la postura y los movimientos realizados por los dinosaurios al tocar el fondo.
También la morfología de las huellas demuestra que los dinosaurios, de 2 a 4 metros de largo, estaban dentro del agua, porque las icnitas muestran marcas de arrastre.
Estas 27 icnitas tienen formas heterogéneas debido a que factores como el nivel del agua, la fuerza de flotabilidad, las irregularidades del fondo, las corrientes de agua, los desplazamientos del centro de flotabilidad o la gravedad y fuerza de reacción de los dinosaurios influyeron en la impresión de la huella en el terreno.
“No podemos asegurar qué especies de dinosaurios fueron las que dejaron esas huellas de natación ya que las icnitas no ofrecen datos suficientes como para identificar una concreta”, detalló el investigador, que reconoció que la diferencia entre estas huellas puede suponer que hay diferentes especies o también que hay individuos más jóvenes y otros adultos de la misma.
Junto al investigador de la UR han participado en este trabajo investigadores de la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad del País Vasco (norte de España), la Universidad Nacional de Río Negro (Argentina), la Universidad de Cantabria (norte) y el Instituto Geológico y Minero de España.
EFE
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